O infectas chapuzas. Me refiero ahora a las que han ido adornando la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior, o Plan Bolonia. Que "armonizarse" con Europa está bien, pero las guindas adicionales que le han puesto aquí sobraban. Primero hubo que librar una épica batalla con el ministerio de Sansegundo para defender la continuidad de las titulaciones (ahora esto suena a la prehistoria, pero era ya una Zapaterada más de las que tantas hemos visto). Este ministerio hizo que los Rectores fuesen de repente por arte de birlibirloque expertos delegados (sin que nadie los hubiera elegido como tales) de sus respectivas áreas de conocimiento—con lo cual había rectores de ciencias, rectores de derecho, rectores de humanidades, etc., y se pusieron a diseñar las titulaciones de las universidades. Siguiendo consignas e instrucciones de la Superioridad, además. Recuérdese que se pretendió implantar Filología Asturiana y suprimir Filología Inglesa, en un alarde más de nacionalismo llevado al ridículo.
Luego, quebrada fatídica en sentido contrario. Cae Sansegundo, llega Cabrera, y pasamos de una lista minúscula y tendenciosa de titulaciones, a ninguna lista– que cada universidad invente sus titulaciones, con sólo unos parámetros así generales.... vamos, que ya por no ser compatibles con Europa, que es a lo que se suponía que se iba, muchas veces no van a ser compatibles las titulaciones ni con la universidad de al lado. Antes hubiéramos acabado sencillamente describiendo las titulaciones existentes con un anexo al título, y dando más facilidades para la subdivisión o creación de títulos según necesidades. Pero no: había que poner másteres, con lo cual está montado ahora el pitote de qué másteres son másteres (oficiales) y cuáles no lo son. En nuestra universidad, por ejemplo, hay másteres a patadas, pero hace falta un experto para distinguir cuáles tienen validez oficial y cuáles no, porque todos se llaman igual: máster, aunque la ley prohíbe explícitamente usar denominaciones oficiales que puedan llevar a confusión. Imagínense que por allí fuesen las academias ofertando licenciaturas, o doctorados "no oficiales".... pues eso es lo que hace la propia Universidad con los másteres.
Bien, Cabrera también tenía su perra particular con una cosa, al parecer: el máster de profesorado de Secundaria. Un máster oficial más máster que los másteres oficiales—porque entre los oficiales los hay más y menos; los chupiguay son los que abren o cierran el acceso a una profesión reglada. Puestos a hacer categorías, algunas enseñanzas ni siquiera se van a molestar en entrar en ajustarse al tema éste de Bolonia, porque ya están bastante colegiadas y blindadas en sus profesiones. Que hagan grados los de humanidades, y ciencias inútiles, que los que van a profesiones de cobrar en serio ya se apañan por otro lado.
Lo del máster de secundaria no lo querían las facultades de humanidades, que lo rechazaron en pleno, pues supone cerrarles la salida profesional a sus propios másteres, que se quedan para aficionados al Saber Abstruso y poco más. Ahora, quien quiera colocarse en la enseñanza, a hacer este máster invadido por pedagogos y no por especialistas en la materia que vaya a enseñar el profesor. Una especie de super-CAP o de super ICE, vamos. La chapuza infecta en este caso no es ya el máster en sí, que aún no ha empezado y en eso habrá opiniones, sino el obligar a que los Licenciados del plan viejo tengan que hacer un máster. Sí señor, tienen que hacer dos segundos ciclos, pues les han suprimido ya el CAP, y les han subido el precio y les han restringido además las plazas. Y han creado, así por decreteishion, un absurdo administrativo que no se suele crear, una interferencia entre dos sistemas cuando el "viejo" está todavía vigente. Ahora dicen los rectores que consideran difícil implantar ya este máster....
Claro que no es esto más confuso ni menos, ni peor hecho, que cuando salieron las instrucciones de empezar a diseñar (en el paso a Bolonia) los segundos ciclos antes de los primeros...
Y todo en medio de una flotación normativa y desorientación notables, qué digo, sobresalientes. Un río revuelto éste de Bolonia donde no faltan ávidos pescadores que se apresuran a tomar posiciones, como sucede en nuestro departamento vendiendo la retórica de la Calidad de los programas y los Nuevos Criterios de los Nuevos Tiempos, para arrimar el ascua a las sardinas. Todo ello con financiación insuficiente en una universidad precaria, que quiere refundarse a coste cero si es posible, y no es—y así, claro, reverencia y alfombra roja para el que aporta cuatro perras (con un proyecto de investigación digamos) aunque sólo se las aporte a sí mismo y encima aproveche para succionar los recursos del vecino. Como en nuestro departamento, donde se han pergeñado una normativa, supuestamente acorde con los nuevos tiempos, que permite dirigir tesis sólo a quienes tengan una subvención. Lo de Bolonia y el capital tendrá su lado de exageración, si nos los pintan a los rectores con chistera— pero lo que es aquí sí que va a misa... Todo por la desinformación, desorientación y mareo boloñés. Que emanan desde el vértice de los ministerios, desde los evanescentes ministros que pasan como las hojas de los árboles—y que contagian a todos por partes y por estamentos.
En fin, chapuzas infectas... y aún se extrañarán de que les hagan manifestaciones, encierros, referéndums antibolonia, y artículos cabreados.
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