viernes, 14 de octubre de 2022

Vacunas contra la COVID ¿ignoramus et ignorabimus?


 

 

Un debate con dos médicos universitarios, uno de ellos catedrático, y un estudiante. El primer médico apunta un análisis crítico de la plandemia y la furia vacunil pero sin meterse en muchos fregados explícitamente—prefier pisar huevos que patearlos, vamos. El segundo, el catedrático, es más oficialista; aun mantieniendo algunas perspectivas críticas sobre lo sucedido, da las vacunas por buenas o por mejores que nada. El más crítico es el estudiante moderador que ha organizado el encuentro—pero digamos que no está en situación de llevar la contraria a dos personas, bueno, a una persona, tan caracterizada como el catedrático Martín Arias.

Pongo este comentario:

Lo que dice el Dr. Martín Arias no tiene ni pies ni cabeza, por el falseamiento de los datos con las PCR, pero es que ya encima a la semana siguiente se cayó por el suelo estrepitosamente toda esta cuestión con la admisión de Pfizer en la comisión del Parlamento Europeo de que no habían realizado pruebas que probasen que la vacuna impidiese la transmisión.

Me responde el catedrático, no realmente a lo que digo y en realidad admitiendo la mayor sobre la manipulación falsaria.... pero no sé muy bien qué responde en realidad, debido a la gramática defectuosa de la respuesta. Que reza así:

Está usted, como suele suceder, mezclando la biopolítica (el debate sobre el pasaporte covid, la vacunación obligatoria y lo que dijeron interesadamente y con imprudencia los 'expertos' metidos a políticos al servicio de los gobiernos sobre si evitaba la 'transmisión' o no) con la ética médica. Desde la medicina (y desde el propio laboratorio Pfizer si lee sus documentos, no digamos si examina su ensayo clínico, o desde la FDA en EEUU o la EMA en Europa; así como en las publicaciones chinas, rusas o de otros países) siempre se ha afirmado lo que puede afirmarse con los datos en la mano: que ninguna vacuna contra la Covid actualmente disponible protege de la muerte y de la enfermedad grave (y posiblemente, aunque menos, de la enfermedad sintomática) pero NO de la transmisión de una Covid, que en el vacunado es generalmente leve o asintomática, porque NO SON VACUNAS ESTERILIZANTES (la mayoría de las vacunas, que llevan usándose décadas, tampoco lo son, e incluso se puede cuestionar que alguna lo sea, como explico en mi intervención en el vídeo).

Pero al margen de esta confusión gramático-medicinal, y del innombrado PCRgate, y del Pfizergate, hay que decir lo siguiente. 

Que lo que no ignoramos ni ignorabimus es que las vacunas Covid han sido promocionadas a través de gobiernos y sanitarios corruptos mediante la más gigantesca operación de manipulación de mentes, instituciones, medios, y datos, de toda la historia. Pero curiosamente esas evidencias bastante palmarias no parecen haber llegado al conocimiento de estos especialistas en Sanidad, en especial del segundo, que por algo ostenta un cargo político (la cátedra lo es).

En fin, que sabemos, sí, sabemos demasiadas cosas que no entran en los parámetros de esta discusión aunque son altamente relevantes para ella. 

Por cierto, el ejemplo de infarto de miocardio como ejemplo de "cisne negro" está muy bien traído en este contexto, aunque aquí no se llegue a decir (o se evite cuidadosamente decir) por qué.

 

Sobremortalidad y antivacunas

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