Al reciente Ministro de Sanidad, ahora candidato remolcado, le da igual ser positivo que no, se niega a ponerse mascarilla, y se la suda hacerse una PCR porque 'no tiene síntomas' y 'no quiere privilegios'.
El nuevo 'efecto Illa' pone en evidencia mejor que nada el circo siniestro de las mascarillas, los casos, las PCRs, y los positivos. Y la cara dura sin límites de quienes lo han montado para aterrorizar y manipular al personal a su antojo.
Espero que este farsante vaya a emplearse en una funeraria, que es su lugar, o vaya al cementerio de los cadáveres políticos.
Ir sin mascarilla por la calle
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