Esta es la traducción parcial y abreviada de un diálogo entre Eric Schoemberg, economista de la Universidad de Columbia, y Gary Marcus, psicólogo de la Universidad de Nueva York, a principios de octubre de 2008... pero sigue y seguirá de actualidad. Va desde la biología evolutiva a la psicología práctica de la inversión y a la crisis de estos últimos meses. No sólo en Estados Unidos, pues la crisis española (con la burbuja inmobiliaria, las hipotecas incobrables...) tiene muchos puntos en común con lo que aquí se dice. Especialmente curiosos son los elementos de retroalimentación y circularidad que se observan en la crisis, en su interpretación, y en las soluciones que se proponen para estos pánicos recurrentes. Links added. El diálogo en inglés puede escucharse en Bloggingheads TV.
MARCUS: Hola, me llamo Gary Marcus, soy autor del libro Kluge: La construcción improvisada de la mente humana, y hoy mi invitado es Eric Schoemberg; mi campo es la psicología y científico aficionado, y de lo que hablaremos de hoy es del hundimiento de la bolsa o lo que sea que está sucediendo, desde una perspectiva psicológica. Eric Schomberg trabaja en psicología y banca de inversión—le paso la palabra, Eric, dinos algo de tí.
SCHOEMBERG: Yo era socio de un banco de inversión que se centraba en empresas de tecnología en los años noventa, y me fascinó tanto el comportamiento que observaba en los mercados financieros que decidí volver a la academia, saqué un doctorado en psicología, y ahora enseño en la Facultad de Empresariales de Columbia, naturalmente sobre el comportamiento financiero (behavioral economics) y la toma de decisiones.
M: Estaba mirando tu sitio web y parece que hoy no hay nadie más adecuado para hablar del tema de hoy. Antes de meternos en la psicología de la cosa, claro, todo el mundo sabe algo que algo malo está pasando, algo así como en Ghostbusters, "algo realmente malo"—pero no todo el mundo sabe qué es exactamente, incluyendo a gente inteligente como yo, que no tiene el título de economista. Podríamos empezar dando un repaso a qué está sucediendo exactamente ahora mismo—¿por qué está hablando el Congreso de un rescate con avales, cómo está el asunto?
S: Bueno, el principal problema que preocupa a Ben Bernanke de la Reserva Federal y a los miembros del Gobierno y del Congreso es el sistema crediticio de los Estados Unidos. El crédito puede concebirse como el oxígeno que hace que funcione el organismo económico. Y al igual que el oxígeno se reparte a los órganos del cuerpo por vía del sistema circulatorio, el sistema financiero básicamente cumple la misma función, hacer llegar el dinero desde la gente que lo tiene hasta los que lo quieren tomar prestado para fines de consumo o de inversión. Y lo que la gente teme básicamente es que se cierre el sistema circulatorio: ¿ha dejado el corazón de hecho de bombear crédito a los sitios donde iba antes?
M: Pero ¿por qué se le ocurre a la gente siquiera pensar que se ha agotado el oxígeno? Yo conozco a muchos ciudadanos corrientes como yo que dicen, mi dinero sigue seguro en el banco, tengo mis inversiones que me dan mis beneficios, ¿por qué me voy a preocupar? ¿Qué nos hace pensar que se nos ha agotado el oxígeno?—me gusta la metáfora—¿podrías desarrollarlo un poco, por qué pensamos que el paciente tiene problemas?
S: Bien, buena pregunta, por seguir con la metáfora, lo que hacemos es hacer un seguimiento de las constantes vitales del sistema circulatorio, y el problema es que vemos que van bajando. Bien, pues recuerda que vale, tienes dinero en el banco y que puede que un empresario quiera tomarlo prestado para contratar gente, montar un negocio: ¿cómo pasamos de tí hasta él? Esa es la función del sistema financiero de este país: los bancos y los bancos de inversión hacen pasar el capital de la gente que lo tiene a la gente que lo quiere, y el problema es que esa manera de pasar dinero de quienes lo tienen a quienes lo requieren no funciona bien ahora; hay detalles técnicos en los que podríamos entrar pero esa es la idea básica.
M: Hay otra pregunta que está a mitad de camino entre el punto de vista del psicólogo y el del hombre de la calle, y que es, ¿cómo sabemos que todo esto no es sólo miedo, y pánico, porque por ahí hay dinero, ¿no? ¿cómo es que la gente tiene miedo de hacer préstamos, por qué se hiela el sistema circulatorio? ¿Cómo sabemos que no es sólo un temor psicológico?
S: Bueno, yo le buscaría las cosquillas al "sólo". Vamos, que obviamente sí que tiene un fuerte componente psicológico; pero vamos a centrarnos en lo que está pasando, por qué se está frenando el sistema crediticio, y es una combinación de factores que podríamos llamar basados en la realidad y otros que podríamos llamar basados en la psicología. Así que, a diferencia del sistema circulatorio del cuerpo, en el que el corazón simplemente le pasa sangre al sistema, y no espera que le vuelva el oxígeno a él, cuando el sistema financiero le presta dinero a alguien, espera que se le devuelva. Y el problema básico de lo que pasa hoy es que los bancos desconfían de la posibilidad de volver a cobrar el dinero que prestan. Esto siempre ha sido así cuando prestan a los usuarios finales del dinero, obviamente te preocupas de que si alguien coge una hipoteca o un préstamo para una empresa, si te lo va a devolver; pero lo que no es habitual en el sistema financiero es que te tengas que preocupar de que los intermediarios vayan a ser capaces de devolvértelo. Los bancos habitualmente le prestan dinero a otros bancos, y lo que se está desmoronando es básicamente el sistema mediante el cual venían haciendo eso: porque hay causas de preocupación de que algunos bancos son o bien insolventes, es decir, que en realidad deberían cerrar el negocio, o bien que están temporalmente sin liquidez, es decir, que tienen dificultades para obtener dinero efectivo. Estos dos motivos de preocupación hacen que ahora los bancos desconfíen a la hora de prestar dinero a otras instituciones financieras, y ahí es donde se está quedando congelado el sistema.
M: Pues sí que resulta una crisis fundamentalmente psicológica: quiero decir, no todas las crisis son así: un terremoto no tiene nada que ver con lo que la gente piensa de él, es un desastre sin más, pero esto tiene que ver en parte con las actitudes de la gente, parece: los miedos de la gente, tiene que ver con interpretaciones en parte racionales de lo que está pasando, y quizá también con interpretaciones irracionales.
S: Bueno, como sabes hemos discutido antes sobre la racionalidad y la irracionalidad, y aquí también se combinan las dos. Ciertamente no querrías prestarle dinero a una institución que está en bancarrota técnica, a un banco insolvente; yo no estoy seguro de si eso es un factor psicológico o no, porque hay algunas cuestiones complejas a tener en cuenta para determinar si alguien está efectivamente en bancarrota. La razón básica por la que decidí aplicar la psicología a la economía es que creo que en última instancia casi todos los procesos de decisión en economía están basados en creencias, y tienen por tanto una componente psicológica.
M: Bien, y entonces, ¿cómo hemos llegado a esto? ¿Cuál es la psicología y la economía de cómo hemos llegado a esta crisis en concreto?
S: Hay muchos puntos de vista sobre eso, y muchas opiniones dependiendo de la perspectiva política, de cómo hemos llegado aquí. Pero si analizamos cuál es el problema básico, el problema básico es que los bancos no están seguros de a quién deberían prestarle dinero. En el meollo del problema está el hecho de que muchos bancos e instituciones financieras le prestaron dinero a gente que está comprando casas, e hicieron esos préstamos basándose en una creencia falsa: la creencia de que los precios de la vivienda subirían en todo caso. Así que en realidad no tuvieron el cuidado que deberían haber tenido en asegurarse de si esta gente sería capaz de pagar el préstamo, subiese o no subiese el precio de la vivienda—en otras palabras, ¿tenían ingresos suficientes para devolver ese préstamo? Bien, pues como no hicieron eso, y como los precios de la vivienda han empezado a bajar, pues han perdido dinero. Cuando le haces a alguien un préstamo con la suposición de que va a poder devolverlo, y no consiguen pagártelo del todo, pierdes dinero. Así que hay una importante cantidad de pérdidas por ahí. El problema es que no sabemos cuánto dinero se ha perdido, y más importante, no sabemos quién lo ha perdido.
M: Por volver un momento a la cuestión de la psicología: dices que la gente creía erróneamente que los precios de la vivienda siempre subirían; mi pregunta es, ¿por qué tenían esa creencia? Obviamente no es la primera vez que la vivienda baja. Yo no soy economista, no te puedo decir cómo de frecuente es que baje en toda la nación a la vez, de la manera que lo ha hecho ahora, pero parece claro que...
S: De hecho eso es lo que es infrecuente. Es algo que señaló Alan Greenspan cuando defendió la manera que había tenido de manejar la situación, que él creía que era posible que hubiese burbujas inmobiliarias en mercados concretos, pero no creía que fuese posible que esto fuese a darse a nivel nacional; de hecho, no tengo los datos pero es extremadamente raro, me parece que durante la Gran Depresión también sucedió, pero incluso entonces sospecho que los precios de la vivienda no se hundieron de modo catastrófico, desde luego no se acercó la caída ni con mucho al nivel de la que estamos viendo ahora, que según el índice Case-Shiller parece ser una caída de cerca de un veinte por ciento de su valor máximo.
M: Recuerdo haber leído una columna en Harper's hace un año y medio o dos años, y el periodista decía esto se va a hundir con toda seguridad en un año o dos; está claro que algunas personas tenían la idea de que esto era posible; se relaciona esto con una cosa que me parece tenemos que tratar, que es que algunas veces parece haber más bien una voluntad de creer, vamos que no es que todo piense que realmente los precios de la vivienda van a seguir subiendo siempre, pero sí que piensan que otras personas lo piensan. No sé qué pensarás del componente social que tiene esto...
S: Es la esencia misma de una cuestión fundamental en teoría económica. Durante mucho tiempo, los economistas, y los economistas financieros en particular, han creído en la eficiencia de los mercados, es decir, que pensaban que los mercados encontraban el precio adecuado de los bienes. Y que en un mercado como el mercado de la vivienda, donde hay muchos compradores y muchos vendedores, los precios reflejaban el valor auténtico y real de las cosas.
M: A mí eso me suena un tanto ingenuo. Vamos, que parece claro que a lo largo de la historia ha habido muchos periodos en los que la gente efectivamente ha sobrevalorado determinados bienes. Como el pánico de los tulipanes, que quizá puedas hablar de eso luego, que parecía que todo el mundo estaba fumando algo, lo mismo, porque cuánto podía valer eso en realidad, mil dólares en dinero de ahora, o lo que sea; quiero decir que realmente hay casos en los que el mercado va su aire y está desconectado de la realidad.
S: Si, bueno, de hecho hay artículos de economía que cuestionan que incluso esas experiencias del pasado donde sí que parece que había periodos en que los precios estaban completamente disparatados, puede que no sea así retrospectivamente. La cuestión fundamental es que no tenemos ninguna teoría independiente para decidir cuánto valen las cosas. Así que no hay manera de someter a prueba, ni siquiera a toro pasado, si los precios estaban ajustados o no. Pongamos por ejemplo mi propia experiencia con Internet: mirándolo retrospectivamente, es cierto que los precios de todas las acciones de Internet se hundieron de modo catastrófico, pero el mero hecho de este hundimiento catastrófico no prueba que estuviesen mal valoradas en primer lugar. Puede que sólo haya sido mala suerte que cayesen de la manera en que lo hicieron. No hay ningún economista que crea que el mercado sea el sistema ideal de predecir el futuro: lo que sí sostienen los economistas es que es tan buen predictor del futuro como pudiera serlo ningún individuo.
M: Bien, pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Es una cuestión de que haya habido gente que ha sobrevalorado la vivienda?
S: Vamos a separar dos cuestiones aquí. Una, el hecho de que por este sistema de creencias de que los precios de la vivienda iban a seguir subiendo, los bancos hayan dado créditos que no deberían haber dado. Pero por seguir con este tema de la burbuja, mi investigación se centra en la cuestión de por qué creían estas cosas. Mira, podríamos entrar en una argumentación larga y complicada sobre esto, pero se puede resumir así: creo que el fallo en la teoría económica viene a ser al que apuntabas tú antes; es decir, los economistas creen que estos bienes tienen algo así como un valor inherente, y que los mercados están intentando averiguar cuál es ese valor. Pero si le preguntas a la mayoría de la gente cuál es el valor de una acción, o de una casa, no se lo plantean de hecho en términos de valor inherente: piensan en esto en términos del valor de reventa. Lo que vale un bien es lo que otra persona está dispuesta a pagar por él. Bien, pues los economistas desde hace tiempo han visto que esta es una manera de concebir las cosas, y la manera en que han tratado con esto es por vía de un concepto llamado "equilibrio racional"—"expectativas racionales". Así que la idea es, que si estás tratando de decidir, si estás tratando de predecir por cuánto puedes vender un determinado bien, entonces, si eres una persona racional, y presupones que la persona que lo va a comprar es también racional, entonces el precio que debería pagar debería ser exactamente igual al valor inherente del bien. Bien, pues creo que esta idea es errónea. Creo que de hecho, la gente no prevé que las demás personas van a comportarse de manera racional. Y lo que ocurre en concreto durante los períodos de burbuja, lo que la gente hace básicamente es observar que otras personas han pagado por ejemplo de más por determinado bien, pero al hacerlo han ganado mucho dinero, y esencialmente es el deseo de no ser menos que los Martínez, la observación de que si alguien está ganando dinero y básicamente no es más listo que tú, pues entonces tú deberías ser capaz de hacer lo mismo y ganar dinero igual. Y entonces lo que ocurre es que los bancos, como lemmings, van empujando hacia adelante, más y más, prestando a individuos cada vez menos de fiar unas cantidades de dinero más grandes de lo que deberían. Así que el problema número uno es que los bancos han prestado demasiado dinero y han perdido dinero. El problema número dos es que, como he dicho, no sabemos quién ha perdido dinero, y no sabemos cuánto han perdido. Eso es porque los precios de la vivienda tienden a bajar despacio; no sucede como se ve a veces en los mercados financieros donde los hundimientos pueden ser catastróficos; en 1987 la bolsa perdió de hecho más del 23% de su valor en un día solo: eso no lo vemos en los mercados de la vivienda.
M: ¿Será eso porque los individuos piensan, "no voy a perder más de 25.000 dólares en esta casa, por mucho que...", así que la cosa se vuelve estática, porque la gente no quiere vender, los compradores no son realistas, y los vendedores no son realistas, y nada se mueve—¿es eso básicamente lo que pasa?
S: Exactamente. Y esto es un concepto psicológico muy interesante e importante llamado el efecto de posesión, efecto de posesión combinado con una cosa que se llama aversión a la pérdida; la idea básica es que la gente valora más las cosas que posee que las que no posee, y somos muy aversos a aceptar la pérdida de algo que nos pertenece. Antes que vender una casa perdiendo dinero, la gente está dispuesta a esperar un periodo de tiempo muy largo con la esperanza de que al fín conseguirán que alguien pague al menos lo que les costó a ellos en origen. Así que esa es la razón por la que los precios de la vivienda se van ajustando mucho más despacio que por ejemplo los precios del mercado financiero, porque la gente vive en sus casas, y de esa manera pueden justificarse a sí mismos el no venderlas durante un periodo de tiempo que es más largo. Pero en última instancia, claro, las razones por la que la gente acaba vendiendo la casa son las razons por las que la gente vende casas: se mudan, cambian de trabajo, quieren una casa más grande para su familia, y en algún momento dicen, sabes qué, ya he esperado bastante, voy a tener que aceptar lo que me venga.
M: Cuesta mucho tiempo llegar allí, me parece.
S: Sí, mucho.
M: Así que hay toda una serie de fenómenos psicológicos ciertamente corrientes en los que la gente no hace lo que predice la economía clásica. Vamos a hablar de ellos: acabas de mencionar el efecto de posesión, por ejemplo; también está esa curiosa manera en que la gente conceptualiza el dinero en términos relativos y no en términos absolutos—mi ejemplo favorito es que te cruzas la ciudad por ahorrarte veinticinco dólares en un microondas de cien dólares, pero en cambio no te cruzas la ciudad por ahorrarte los mismos veinticinco dólares en un televisor de mil dólares. La gasolina es la misma, tu esfuerzo es el mismo, y sin embargo la gente no lo hace. Así que ese es otro ejemplo en el que las decisiones que adopta la gente no parecen casar con la manera en que la gente habla de las cosas en la teoría económica normal, supongo. Me pregunto cómo ves tú esas cosas, eso en concreto o cuestiones relacionadas, por qué la gente ve el dinero a veces en términos relativos y no absolutos... me imagino que eso si que casa con la manera en que conciben el tema de los precios de la vivienda, que los veo relativos a lo que he pagado, y no a lo que podría valer en términos absolutos.
S: Sí, al parecer esto es responde a la manera general en que todos los organismos interpretan la percepción. La percepción funciona en términos relativos porque es más fácil para la evolución el programar a los organismos para que funcionen de esa manera—y esto se aplica a la manera en que percibimos el color, el nivel de sonido... se llama psicofísica, y parece ser que es sin más la manera en que nos funciona la mente.
M: En Kluge yo avancé una teoría algo diferente, no totalmente diferente sin embargo; que es que, quizá, ya que la misma idea de dinero es relativamente reciente en nuestra historia evolutiva, quizá no hayamos evolucionado para nada para pensar en dinero, quizá utilizamos otros mecanismos cerebrales para concebir el dinero, y el que me viene a la cabeza es la comida; creo que la riqueza es algo así como tener bastante comida, pero lo que pasa con la comida es que se estropea, y sin embargo un poco de comida más, podría suponer mucha diferencia, pero si tienes una tonelada más en lugar de sólo un poco, no supondrá mucha diferencia porque se estropeará al final, y eso parece ser una manera en la que la gente piensa en el dinero.
S: Bueno, por supuesto estoy de acuerdo en que el tipo de cuestiones con las que trataban los seres humanos cuando estaba actuando la evolución sobre nosotros eran muy distintas de las cuestiones con las que nos las vemos hoy. La explicación que propones ciertamente es plausible, y no es sólo que el dinero sea un concepto nuevo: la idea misma de ahorrar es un concepto nuevo, vamos: en la historia evolutiva no había en realidad ninguna manera de ahorrar, de guardar comida de una estación hasta la siguiente, la carne se estropea, el grano se estropea, así que el concepto mismo de pensar en el futuro de la manera en que los humanos lo hacen hoy en día, ahorrando un tiempo, es completamente ajeno a lo que hubiesen hecho los humanos en el Pleistoceno.
M: Eso hace surgir dos preguntas: si estamos de acuerdo en eso, en que gran parte de lo que pasa se debe a eso, a que el cerebro no evolucionó con el fin de hacer las cosas que se pide hacer a los consumidores modernos, una cosa es: ¿podemos hacer algo al respecto? ¿Podemos hacer algo con los individuos consumidores para ayudarles a comprender? Y en términos más generales, ¿qué podemos hacer ahora, con esta enorme crisis que tenemos ante nosotros?
S: Déjame que vuelva a lo que decías antes sobre la relatividad; de hecho es una anécdota graciosa que cuenta Danny Coleman, un psicólogo economista de Princeton, Premio Nobel hace unos años—lo que intento enseñarles a mis estudiantes es el concepto de jiu-jitsu psicológico, que es utilizar en beneficio propio estos defectos que hay en los procesos de toma de decisiones, pero claro, para hacer esto tienes que saber primero qué es lo que quieres lograr. Lo que cuenta Danny Coleman es que cuando obtuvo una plaza en Princeton, él y su mujer iban y buscaban una casa, se compraron una casa nueva, y le dijo a su mujer que quería que ella hiciese todas sus compras de mobiliario el mismo día en que compraban la casa. Su lógica era como sigue: el calculaba que su mujer querría gastar en muebles mucho más de lo que él querría probablemente gastar, pero se daba cuenta de que si se hacía junto con la compra de la casa nueva, crearía este cálculo mental por el cual la cantidad de dinero se vería en relación al precio de la casa; y obviamente, el precio de los muebles en relación con el precio de la casa es relativamente pequeño, y si compras muebles, ya sabes, los muebles son caros pongamos en términos absolutos, y él veía que esto sería una manera de conseguir los objetivos, tener muebles en la casa, dejar contenta a su mujer, y lo más importante quedarse él tranquilo al hacerlo: es una historia perfecta sobre cómo utilizar este mecanismo relativista de una manera positiva.
M: Ajá, eso es algo que uno puede hacer a nivel individual. Pero, ¿qué podemos hacer como sociedad? Ahora mientras estamos hablando el Senado está discutiendo este plan de rescate, luego tiene que volver al Congreso si pasa el Senado, ¿qué harías tú en ese caso, qué clase de proyecto de ley propondrías? ¿Apoyarías el plan de rescate? ¿Hay alguna manera en que se pueden usar los conocimientos psicológicos para mejorar lo que hay ahora sobe la mesa?
S: Permíteme que vuelva y termine de explicar el segundo punto sobre lo que está pasando. Por una parte estos bancos que han perdido dinero no están seguros de quién ha perdido cuánto dinero, por el período de tiempo que lleva el desarrollo de estos procesos; pero hay otro ingrediente en lo que está sucediendo, y creo que es el más problemático. Es el siguiente, por usar una metáfora diferente... Las instituciones financieras son como alpinistas. El alpinismo conlleva ciertos riesgos, y cada individuo trata de controlar ese riesgo lo mejor que puede; bien, pues lo que hacen los alpinistas es atarse unos a otros, y eso ayuda a que si uno se resbala y cae lo ayuden sus compañeros alpinistas. En esencia, lo que ha hecho el sistema financiero durante los últimos diez años ha sido crear, por vía de esto que llaman "derivados"—bueno, emplean muchos otros nombres para referirse a esto—la gente habrá oído hablar de estas cosas llamadas transferencias de riesgo de crédito (credit default swaps), son un tipo de derivado, lo puedes concebir básicamente como una póliza de seguros, puedes concebirlo como apostar sobre seguro, pero a fin de cuentas de lo que se trata con estos derivados es como si los alpinistas se hubiesen atado unos a otros de mil y mil maneras diferentes, así que tienes una masa enorme de alpinistas todos atados unos a otros de manera estrecha y complicada. Bien, pues el problema que esto crea, es que es más difícil que un individuo se caiga, pero si uno por fin se cae, tiende a arrastrar a todas las demás instituciones. Y creo que la causa inmediata de los problemas que estamos viendo en los mercados de crédito ahora mientras hablamos es que la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro (el Banco Central y el Ministerio de Economía de EE.UU.), por razones muy legítimas, decidieron dejar que Lehman Brothers se viniera abajo. Y el problema fue que el hundimiento de Lehman Brothers fue lo que llevó a todas estas instituciones financieras a darse cuenta lo estrechamente atadas que están unas con otras, y esto ha creado un miedo enorme.
M: Me parece que los contribuyentes ya querrían soltarlos a todos, sólo que quizá no se dan cuenta de cuáles podrían ser las consecuencias de eso...
S: Exactamente... Así que antes siquiera de pasar a un análisis de lo que propondría que debería pasar, vamos a dedicarnos un poco más a analizar lo que ya ha pasado. Mientras hablamos, el Senado está examinando el proyecto de ley que fue rechazado el lunes por el Congreso. ¿Por qué rechazó el Congreso este proyecto que según la Reserva Federal, el Departamento del Tesoro, la administración y los líderes del congreso, todos dijeron que era absolutamente necesario para el bienestar y continuidad de nuestra economía? ¿Por qué se negaron? Bien...
M: Probablemente tiene que ver con el hecho de que es un año electoral, y pensaron que sus votantes se enfadarían...
S: Los votantes están muy enfadados con esto, pero lo llamativo es que después de la votación... eso era antes de la votación, todo el mundo decía que estaba la cosa un 95% de gente en contra, y sólo 5% a favor, pero después de la votación resulta que las reacciones de los votantes a lo de los congresistas estaban más o menos al 50%. O sea que la gente reconoce que algo hay que hacer.
M: Bueno, ¡es que el mercado cayó en seguida setecientos puntos, y a la gente le llegó un mensaje con eso!
S: Seguro que algo tuvo que ver también. Esto me recuerda mucho uno de los procedimientos estándar que se emplean en un área llamada economía experimental, a veces lo llaman teoría del juego aplicada al comportamiento; hay un jueguecito que hacen que se llama "el juego del ultimátum", muy sencillo. Hay dos participantes en el juego del ultimátum; se les ofrece la ocasión de repartirse una cantidad de dinero, pongamos cien dólares; y los dos jugadores adoptan roles distintos. Un jugador es el que propone, y le ofrece al otro jugador una parte de la cantidad—treinta, cuarenta, cincuenta dólares, lo que quiera ofrecer. El otro es el respondedor, y sólo tiene una elección: o dice sí, en cuyo caso acepta la oferta y se divide el dinero según propuso el primero, o decir no, en cuyo caso ninguno de los dos se lleva nada de dinero. Bien, pues la teoría económica estándar dice—piénsalo desde el punto de vista del respondedor, el respondedor tiene la elección de, supongamos que el proponedor ofrece un dólar, de cien; el respondedor puede decir sí, en cuyo caso obtiene un dólar, o puede decir no, en cuyo caso no obtiene nada. Viene un economista y dice, es un problema muy sencillo, un dólar es mejor que nada, debería decir que sí y coger el dólar. El problema es que de hecho parece ser que los humanos no pensamos así...
M: Hep, acabas de admitir que los economistas no son humanos...
S: Los economistas... Je, hay un artículo que se plantea si estudiar economía vuelve a la gente más egoísta...
M: Sí, lo conozco.
S: Y la respuesta es que sí. Y quizá sea parte de la razón, aunque es un tipo de egoísmo interesante. Porque la gente rechaza esto; la razón por la que la gente rechaza las ofertas que considera injustas es que la gente le tiene aprecio a la justicia. Así que la gente está dispuesta a emprender una acción que les daña a ellos mismos, renunciar a un dólar gratis, sólo por perjudicar a alguien que consideran se está comportando de manera injusta.
M: Creo que ya veo por qué los contribuyentes se enfadan, no quieren que su dinero vaya a la gente que la cagó.
S: Exactamente, la gente ve esto como una situación muy injusta. Pues durante los noventa y a principios de los dos mil, estos banqueros inversionistas iban ganando cantidades enormes de dinero, y la gente en términos generales lo aceptaba porque consideraban que cumplían una función necesaria para el país. Ahora que han perdido mucho dinero, la gente dice, "a ver si lo he entendido, esta gente ha ganado diez, veinte millones de dólares, ¿y están arruinados? ¿Y ahora quieres que yo le dé de mi dinero a estos tíos que han estado ganando....? ¡Que no, coño!"—Así que aunque la gente reconoce que va a tener consecuencias para ellos, prefieren cargar con las consecuencias, sólo por castigar a la gente que se ha comportado de manera inadecuada.
M: Sí, se parece bastante al asunto ese de Robert Frank del Día del Juicio final que hablábamos, que la gente se entrega voluntariamente, bueno, quizá no voluntariamente, pero se entrega a estados emocionales que les pueden perjudicar sólo por tener una amenaza que sea creíble. Así que en cierto modo es racional que el contribuyente diga, "estoy dispuesto a sufrir yo mismo, con tal de que los que nos van a atracar no lo consigan otra vez".
S: Sí, es cierto, y creo que lo que puede sacarse en limpio de todo esto, y voy a dejar claros mis propios prejuicios, soy partidario de Obama, socialdemócrata, y lo que opino es que la gente va a extraer de todo esto que la regulación es esencial para el funcionamiento adecuado del mercado libre. Y un cierto tipo de rabia, encauzada adecuadamente, hará que el sistema político imponga el tipo de regulación que se hace necesaria para que esto no pase otra vez.
M: Aquí es donde yo dudo de la racionalidad de los votantes. Debería llevarles a eso, estoy de acuerdo con tu punto de vista político, en que la regulación es fundamental, y sin embargo, si miras a las encuestas, Obama sólo lleva una ligerísima ventaja, y si la gente se plantease esto en serio y pensase en las consecuencias, deberíamos ver un trasvase en masa a la izquierda, debería un montón de gente decir, hemos apoyado a la derecha, mira dónde nos ha llevado, deberíamos desplazarnos a la izquierda, introducir más regulación. Pero el efecto en el tamaño de las encuestas es muy pequeño, sí, hay un desplazamiento hacia Obama, pero del tres o cuatro por ciento, no del diez o del veinte.
S: Bueno, recuerda que estos acontecimientos han pasado en un periodo de tiempo muy breve, no está claro cómo van a resultar las cosas. Volviendo a este tema, es como las fases clásicas del dolor y la pena: la primera reacción de la gente es de rabia, de negación de lo que ha sucedido...
M: Y luego llegamos a la negociación.
S: Claro, ya hemos dicho que la gente está dispuesta a hacerse daño a sí mismos por perjudicar a quienes se han comportado mal, pero eso también tiene un límite, la gente no se va a pegar un tiro en la cabeza porque alguien ha hecho algo que no les gusta. Así que creo que la gente se está enfrentando por fin a la realidad de que algo hay que hacer con esto. Y yo sí que espero que el Congreso adopte alguna medida, porque habría miedo a las consecuencias de no tomar ninguna medida.
M: Creo que depende algo de cómo se comporte la bolsa, ya veremos. Cayó la bolsa, y todo el mundo se pone muy nervioso, luego sube un poco, y... —será interesante ver qué efecto tienen las oscilaciones del mercado bursátil, que son bastante extremas ahora mismo...
S: Es que es una de las cosas que me parecen más fascinantes. El plan del gobierno, si quieres entramos en los detalles del plan del gobierno, se basa fundamentalmente en esta idea: que hay un miedo psicológico ahí fuera, y que la consecuencia de este pánico es que los precios del mercado están desajustados, que los precios de estos bienes, estos bancos, estas hipotecas, estos derivados, estos derivados complicados basados en las hipotecas, no están adecuados a la realidad, porque la gente se ha lanzado a ponerles precios de rebajas. Y lo que es interesante es que esto es justo lo contrario de la teoría económica a la que se ha venido ateniendo esta administración, a saber, que los mercados son todo lo inteligentes que se puede ser a la hora de determinar el precio de los bienes. Así que aquí tenemos al Departamento del Tesoro, al frente del cual está el antiguo presidente de los CDO (Collateralized Debt Obligations), Goldman Sacks, la Reserva Federal, al frente de la cual está un economista académico muy destacado, y todos dicen, "bueeeno, es que los precios de mercado no son siempre necesariamente así de exactos..." Y lo que dices tú, y estoy de acuerdo contigo, es que a la vez la gente mira a la Bolsa, como un indicador de si las decisiones que ha tomado el gobierno son adecuadas o no... pues bien, aquí hay algo que no pega. O bien los precios de mercado son fiables, o no lo son. Y si no son fiables, que es en lo que se basan las medidas, pues entonces ¿para qué mirar a la bolsa para que nos diga qué tenemos que hacer? Estoy de acuerdo contigo en que la gente lo hace, sólo digo que es altamente incoherente que hagan esto.
M: Ya; yo creo que la gente que más o menos dirige el cotarro entiende que los precios día a día del mercado financiero no son el criterio relevante a tener en cuenta aquí, pero para el inviduo medio que no entiende los detalles de la economía, cuando la bolsa tiene un desplome que ha sido el mayor en no sé cuantos años, eso les impacta, si no entienden los detalles. Parte del asunto aquí es que los individuos no entienden lo que está pasando, es demasiado complicado con mucho, requiere formación especial.... Es un problema para la democracia, cuando no es razonable esperar que los votantes entiendan realmente lo que está en juego.
S: Es un asunto grande y complicado, estoy contigo. Insisto en que no tengo datos para apoyar lo que digo, pero la impresión que tengo es que ciertamente es un hecho que la mayoría de los estadounidenses tienen algún tipo de inversión en el mercado financiero, por vía de fondos de inversión o de un plan de pensiones, (IRA, individual retirement account), etc., pero el asunto es que la creciente desigualdad en la distribución de la riqueza de este país en los últimos veinte o veinticinco años supone que la mayor parte del mercado financiero la posee un fracción relativamente pequeña de la población, y la sensación que tengo es que las caídas de la bolsa para nada les parecen a los individuos tan amenazantes como parecería sugerir ese tipo de análisis. Vuelvo al juego del ultimátum; y me parece que mucha gente ve las caídas en el mercado de acciones, y dicen, ya está recibiendo palos Wall Street otra vez, bien— se lo merecen. Pero sabes, el problema es que no pensarán así cuando pierdan empleos. La gente sí tiene una gran preocupación por su empleo, y lo interesante es que hasta ahora todo ha sucedido a este nivel que es muy difícil de entender para la gente, que tiene que ver con aspectos del mercado financiero con los que la gente no está familiarizada, que no tienen experiencia directa de ellos, les parece muy irreal; y lo interesante es que ha habido esta crisis enorme, vamos, la gente ha ido corriendo por allí como pollos sin cabeza, pero el impacto efectivo, tangible, en la economía ha sido muy difícil de observar; quiero decir, sí se han perdido algunos empleos, pero para nada siquiera al nivel de una recesión normal, por no hablar de la Gran Depresión, cuando el 25% de la población se quedó en paro. Estoy de acuerdo en que la gente no piensa de maneras demasiado refinadas, pero no son idiotas, sí que entienden lo que son sus experiencias directas, y creo que la gente sí que empieza a reconocer que hay una amenaza real para sus empleos, y por eso es por lo que las encuestas de opinión van cambiando en la dirección de "sabes, creo que sí que hay que hacer algo aquí"... Y aunque la gente esté enfadada, piense que es injusto.... vamos, llámame optimista si quieres, algo que normalmente no me dicen, creo que pasaremos por estos problemas y que la gente se enfrentará a estas cuestiones de una manera que no se ha visto obligada a hacerlo antes.
M: En términos de regulación.
S: En términos de hacer que el mercado financiero se regule para servir a la función que se supone que tiene que servir, que es hacer que el capital llegue de manera eficaz a las empresas que lo necesitan.
M: Bien, ahora vamos a remontarnos un poquito en la historia. He nombrado antes la cosa de los tulipanes; quizá podrías explicarles a nuestros oyentes lo que pasó entonces; también podríamos hablar del crack de 1929, ¿ves estas cosas parecidas, son parecidos los mecanismos psicológicos, o...?
S: Vale. Yo investigo sobre todo burbujas, burbujas financieras. Lo interesante de estas burbujas, y todo el mundo tiene una idea general de lo que es una burbuja—resulta que la definición técnica es un tanto difícil de hacer, pero, en sustancia, podemos decir que hay una burbuja cuando el precio de mercado de un bien está muy por encima de su valor real subyacente. Lo fascinante es que se vienen detectando estas burbujas desde que comenzaron de hecho los mercados financieros, en la Holanda del siglo XVII; los holandeses fueron en realidad los creadores de los mercados financieros—y resulta que los tulipanes eran una de las cosas con las que se comerciaba en Holanda a principios del siglo XVII. Y los precios de los tulipanes—lo que pasa con los tulipanes es que son apreciados los tulipanes por las variedades de colores que tienen, que son producidas por un virus, el virus del mosaico. Y este virus del mosaico no es un componente genético, y... por una conjunción de acontecimientos complicada, resulta que los tulipanes pueden diferir mucho en cuanto al color. Lo que pasó es que algunos tipos de colores se volvieron muy apreciados. Llegó al punto en que algunos tulipanes se vendían por el precio de una casa cara en Amsterdam, o por el precio de un barco. No hace falta decir que esto no era una situación muy sostenible, y en poco tiempo, menos de un par de años, los precios de los tulipanes cayeron de forma dramática.
M: ¿Sabes si hubo escépticos que dijeron, oye, mira, que esto es sólo un tulipán...?
S: En cada una de las burbujas que ha habido, ha habido escépticos, que han dicho, "esto es ridículo"... Lo que pasa es que conforme va pasando el tiempo quedan desbordados cuando se observa que se han equivocado. Y esto lo puedo decir por experiencia propia: como te he dicho, yo era socio de un banco que se especializaba en empresas de tecnología, y una de las cosas por las que aspiraría yo a ser famoso es por un correo electrónico que le envié a mis socios en diciembre de 1999, prediciendo que el fin estaba cerca, que la cosa iba a ser una catástrofe... claro, esa predicción resultó ser exacta, pero fue ignorada por mis socios. Y por ser sincero, una de las razones por las que la ignoraron es porque yo ya había hecho esa predicción antes, probablemente la había hecho en el 98, el 99, quizá incluso ya en el 97. Y como pasa con el pastorcillo mentiroso, cuando los precios continúan subiendo, todo el mundo que ha dicho que van a parar de subir resulta que no tenía razón. Y básicamente el fin está cerca cuando todo el mundo está de acuerdo en que los precios no van a bajar. Ahí es cuando te equivocas.
M: Esto a lo que me recuerda es a esa escena al final de Annie Hall cuando el tipo está hablando con un psiquiatra y le dice que necesita ayuda para su hermano, que cree que es una gallina, y le pregunta, ¿por qué no lo traen a psicoterapia? —y contesta, "Es que necesitamos los huevos". Es un poco eso lo que pasa con el mercado; yo tuve esa sensación en el 2000, con la burbuja de las puntocom. Yo siempre pensé que eso estaba sobrevalorado, me parecía una ridiculez, esas compañías no tenían gran cosa en cuestión de infraestructuras reales, y demás, pero al final pensaba, oye, igual me debería meter yo también a coger huevos, todo el mundo está cogiendo huevos, igual debería hacerlo yo también... y tenía una sensación de tensión todo el rato.
S: Claro, y eso tiene relación con mi punto de vista sobre lo que has dicho antes sobre la importancia de los valores relativos. Es absolutamente cierto: la gente compara sus circunstancias, compra precios, con otras cosas; todo es relativo. Una de las cosas más importantes que son relativas es la comparación entre nosotros mismos y otras personas, los procesos de comparación social. Y creo que esa es la gasolina de reactor que hace que las burbujas se hagan grandes de verdad. Es que, no sé quién lo decía, pero no hay nada más deprimente que ver cómo se hace rico tu cuñado. Y el hecho de que tus vecinos estén hablando todo el rato del dinero que han ganado con tal o cual, o cuánto dinero han ganado comprando la casa, tiene en la gente un efecto psicológico verdaderamente importante. Y creo que los economistas subestiman lo importante que es este impacto.
M: Mi perspectiva sobre eso es que una de las kluges que hay en la mente, una de las torpezas de la evolución de nuestra mente, es que hemos nacido básicamente para pirrarnos por los timos tipo pirámide—la locura de los tulipanes, la burbuja puntocom, todos parecen básicamente variantes del timo de la pirámide, y precisamente por la razón que has señalado, que no hay nada más doloroso que ver que tu cuñado gana más dinero, así que ves que tu cuñado se ha metido, y te quieres meter en lo mismo. Y es genial para los primeros cien, o mil, que lo hacen, pero al fin los recursos se acaban... es una estrategia que no puede seguir todo el mundo. Si todo el mundo lo hace es porque lo hace el cuñado y no está ligado de modo realista al valor de los bienes, y al final, se rompe la pirámide.
S: Cierto. Pero como en todas estas cuestiones, tienes que mirar los dos lados de la cuestión. Lo que yo he observado es la importancia de la imitación. Los humanos somos animales muy imitativos, y esto se remonta a la Antigüedad, Aristóteles hizo la observación de que el ser humano es imitativo, que para los humanos no hay nada más fundamental que imitar...
M: Y la literatura psicológica de los dos últimos años, comparando a los humanos con chimpancés, lo confirma de verdad; los humanos se unen mucho más que los chimpancés.
S: Sí, y hay pruebas neurológicas de que el cerebro está diseñado para ayudarnos con esto de la imitación a un nivel muy fundamental. Así que—vaya, según lo veo yo, esto que hacen los humanos es una cosa muy adaptativa; y lo puedes entender con una metáfora muy sencilla, que es, vas por la jungla, andando por un camino, y de repente viene uno de frente corriendo y gritando de terror—pues parece una cosa muy racional darse la vuelta y correr que te cagas. No tienes ni idea de lo que ha visto ese tipo, pero la imitación en este caso parece bastante racional. El problema es que tienes que reconocer las circunstancias en las cuales no sería irracional. Y los mercados financieros son exactamente el tipo de situación en la que tenemos una fuerte tendencia a imitar lo que hacen otras personas, en concreto a las personas que parece que tienen una idea de lo que están haciendo, es una cosa básica que hacemos, seguir al experto se llama, es una regla práctica heurística que emplea la gente para decidir cómo comportarse. Y sí que es una idea que tiene cierta plausibilidad exteriormente. Hacer lo que hace Warren Buffett, que es el inversor con más éxito de todos los tiempos, parece ser algo que tiene mucho sentido. El problema es la manera en que funcionan los mercados financieros. Esto sólo tiene sentido si puedes hacerlo exactamente a la vez que lo está haciendo la otra persona, y la realidad es que no se puede. Así que creo que es esta tendencia a la imitación, que en muchas situaciones es perfectamente funcional, pero que en el caso particular del mercado financiero crea todo tipo de problemas. Y ya ves, ahí está la tensión, ¿es racional, es irracional? Lo que es racional en algunas circunstancias es irracional en otras. El problema es decidir dónde está la raya...
M: Es como ese viejo dicho de que "para el que tiene un martillo, todo le parecen clavos". Tenemos este mecanismo que nos hace ser muy imitativos, pero no se nos da muy bien entrenarnos para cuándo usarlo y cuándo no. ¿Tenemos que hablar de una regulación del gobierno, que nos marque algún tipo de límites, o de maneras de educar a la gente, para que se den cuenta de que están haciendo esto y a lo que se arriesgan? La alternativa me parece a mí que es, aunque esta estrategia es racional parte del tiempo, pero nos va metiendo continuamente en estos estas burbujas, estos timos piramidales y demás— esto también se relaciona con lo que hemos hablado otras veces, lo que llamamos el efecto de "mejor que la media": que la gente piensa, "a otros los van a timar, pero a mí no, yo sé lo que estoy haciendo"... y así muchos piensan que no los van a timar viendo esto.
S: Sí, bien, y tampoco perdamos de vista una cosa que muchos economistas sí que han perdido de vista, y que es—la incertidumbre de base que subyace a toda decisión económica. John Maynard Keynes decía algunas cosas interesantes sobre esto. Y de hecho señala que es una de las razones por las que tiene muchísimo sentido que la gente se imite; decía en sustancia, mira, nadie sabe lo que va a valer tal o cual producto financiero en un periodo de tiempo largo, es absolutamente imposible de predecir, y en estas circunstancias tiene perfecto sentido que la gente mire alrededor y diga, oye, igual alguien tiene más idea que yo de lo que está pasando aquí, y que les diga lo que está haciendo. Tomar decisiones que son abstractas y racionales sobre la manera en que alguien debería comportarse en situaciones económicas futuras... es extraordinariamente difícil.
M: Tengo una pregunta, Eric. Ya sé que los economistas, o la gente del mundo financiero, tendéis a desacreditar el funcionamiento de algo en el pasado como una manera de predecir su funcionamiento futuro, pero viendo el pasado de la especie, vemos que la gente tiende a caer en estos timos piramidales una y otra vez....
S: Sí, eso es cierto.
M: ... y parece ser propio de la especie. Podríamos discutir si en conjunto los mecanismos subyacentes que llevan a eso son buenos globalmente para la especie, pero no hay duda de que estas cosas son recurrentes, vamos, han pasado dos veces en los últimos cinco o seis años, y varias veces en los últimos cien años. Y no es sólo estas cosas, sino también los timos piramidales en sentido literal, cuando la gente compra Tupperware o lo que sea, vamos que es un rasgo recurrente en la especie humana. Ya sabes que se dice que una gente que no conoce su historia está destinada a repetirla. Y sí, conocemos la historia, y el pasado no es una garantía del comportamiento futuro, pero yo me atrevo a predecir y no es que sea muy arriesgado, que cuando se disipe el polvo de todo esto, habrá otro timo piramidal o una cosa de este estilo que pasará antes de que pasen diez años. Habrá algo que vaya subiendo en la subasta, quizá la biotecnología, u otra cosa, y luego caerá abruptamente. Así pues, ¿qué hacemos con esto? Visto desde la perspectiva del gobierno, la regulación es, claro, parte de la cuestión. ¿Quieres hablar más sobre la regulación, y luego si sugieres otra cosa?
S: Antes de pasar a los del gobierno, déjame que lo hable desde el punto de vista de un particular. Yo soy, era, sabes, banquero inversionista, mucha gente me pedía asesoramiento financiero, y mi asesoramiento de hecho es muy sencillo. El americano medio debería ahorrar todo lo que pueda, y debería hacerlo en una cartera variada que combine acciones y bonos, un índice...
M: Estas semanas en concreto eso sería bastante para ponerte de los nervios. No entraré mucho en mi caso, de mi situación financiera particular, pero me he apoyado bastante en bonos garantizados (FDIC), porque parece tan grande el riesgo, la volatilidad del mercado tan alta...
S: Bueno, por eso es tan difícil dar este tipo de consejo, porque depende de factores colaterales, como... bueno, de esto no hemos hablado, pero te aconsejaré, ¿eres profesor titular, no?
M: Aha.
S: ...o sea que no te tienes que preocupar mucho por la posibilidad de perder tu trabajo, algo que no es el caso del americano medio; dado eso, y también el caso de que a los profesores en general nos gusta lo que hacemos, no tenemos mucho miedo de trabajar más tiempo, así que la jubilación no es un problema tan grande para nosotros, pero el americano medio se tiene que preocupar por su trabajo, y por su jubilación... por una parte esto podría tomarse como argumento para coger una opción más segura, pero esto se relaciona con lo que he comentado de ahorrar lo más posible, y sabes, un problema básico al que se enfrentan los americanos es que no estamos ahorrando bastante, en este país, y eso también ha sido una consecuencia de la burbuja. Porque la gente pensaba que estaba ahorrando dinero, pensaba que lo estaba ahorrando en forma del valor que tenían sus casas... y claro, esos precios de la vivienda no se están manteniendo. Y lo que pensaban que estaban ahorrando resulta ahora ser una ilusión.
M: Pero como nación, digo, tampoco tenemos los datos, pero como nación tampoco es que estuviésemos tanto por la estrategia del ahorro incluso antes de la burbuja, siempre hemos sido una nación que ha vivido un poco de la mano a la boca...
S: No, históricamente no; los Estados Unidos eran ahorradores muy buenos, tampoco llegando a las tasas de ahorro que se han visto en algunos países asiáticos por ejemplo, pero vamos, con valores bastante altos. Es sólo en los últimos quince años o así cuando han caído los índices de ahorro de modo tan dramático. De hecho, más recientemente han caído hasta cifras negativas; la gente estaba ahorrando menos, desahorrando, estaban gastando más de lo que ganaban. Yo personalmente, y vamos, parte de esto será sólo por mi naturaleza, yo sí que soy ahorrador por costumbre, y no es para nada una idea nueva, Dickens desde luego escribió sobre esto y seguro que hay referencias más antiguas que podría traer a colación, pero vamos, la receta para la felicidad es gastar menos de lo que ganas, y lo sorprendente es que parece que eso a la gente se le ha olvidado, y francamente....
M: Las tarjetas de crédito son algo que se alimenta de una cuestión primordial que la gente parece que no capta, tienen que ver con un descuento futuro, que es una frase célebre en teoría económica, la gente usa las tarjetas y se vuelven chiflados, creo que decían que la deuda media de cada tarjeta es de 10.000 dólares por persona, en América....
S: Una cosa tremenda. Y mira, una observación básica: las empresas han sido mucho más avanzadas, saben más sobre los mecanismos psicológicos que llevan a los individuos a tomar decisiones, más que los propios individuos. Las empresas tienen fuertes incentivos para animar a la gente a adoptar decisiones que van a favorecer a las empresas, pero no necesariamente a esos individuos, y esto es una verdad de cajón en la industria financiera. Hay dos ingredientes en el consejo que doy: uno es cuánto deberías ahorrar, todo lo que puedas, cosa que no hace la mayoría de la gente, y por cierto observaré que cuanto más ahorres, o sea cuanto menos gastes, menos expuesto estás a las fluctuaciones de precios por situaciones cambiantes del mercado. Si estás ahorrando mucho dinero, gastando mucho menos de lo que ganas, no importa tanto si el precio baja temporalmente o no...
M: El precio de la propiedad inmobiliaria.
S: El precio de la propiedad inmobiliaria, de las acciones... de lo que sea. Mucha gente ha señalado ya que, para la mayoría de la gente que ahorra para la jubilación, aunque tengas mi edad, cuarenta y seis, yo no me voy a jubilar hasta dentro de veinte años, oye, eso es mucho tiempo en términos financieros. Y los datos hacen pensar muy mucho que, pase lo que pase en el mercado hoy, grandes fluctuaciones, lo que sea, no significa mucho en términos de un lapso de tiempo de veinte años. Mucha gente tiene esta tendencia al... llamémoslé pánico, o a reaccionar intensamente a circunstancias como estas, y es un error. En términos financieros, la gente estará mucho mejor si no hace nada.
M: ¿Piensas que esa tendencia a mirar a corto plazo y no a largo plazo es algo que les está sucediendo a la Tesorería, o a Wall Street, o a Washington? ¿Crees que se equivocan cuando...? —el problema es que están tratando este tema básicamente a corto plazo pero obviamente piensan que va a tener consecuencias a largo plazo si no se corrige, pero, ¿crees que hay algún riesgo allí de que la gente esté reaccionando a cuestiones como transitorias, mientras que sería mejor que respirasen hondo y pensasen si esto se va a quedar más equilibrado a largo plazo?
S: De modo casi invariable, pienso, sucede eso. Sabes, una de las cosas que tiene la democracia, vamos, que es bueno y malo en la democracia, es que los gobiernos democráticos son altamente sensibles a los deseos de los votantes. Y el problema es que el votante medio piensa a corto plazo, y es muy natural por tanto que el gobierno también se centre en las cosas a corto plazo. Además hay lo que se llama un problema de agentividad; un político, que va a tener una carrera de diez o quince años, no se va a preocupar mucho de lo que pase después de que se haya ido.
M: Quería preguntarte, tienes razón en que los votantes siendo seres humanos mortales se van a centrar más en cuestiones a corto plazo y demás, y entonces Paulson y Bernanke podríamos decir que se están dejando fuera algún aspecto del panorama completo?
S: Bueno, aquí hay un toma y daca, claro que pienso que la gente se está centrando demasiado en lo que pasa a corto plazo, déjame que te ponga un ejemplo, esta expresión tan de moda estos días, "riesgo moral"—¿qué es el riesgo moral? Es la observación de que si alguien tiene razones para creer que si la cosa se pone muy fea, alguien va a saltar al ruedo y ayudarles, entonces es más probable que asuman riesgos mayores, dicen "bueno, qué es lo peor que puede pasar, que si todo va mal va a venir uno y me ayudará"—o sea, el gobierno. Así que se ha hablado mucho de este problema del riesgo moral, y es un problema real, de hecho podría decirse que el riesgo moral ha llevado en cierta medida a la situación que vivimos hoy, pero al mismo tiempo, todo el mundo—Bernanke dijo al parecer que en una crisis financiera no hay ideólogos—creo que podríamos interpretar esas palabras como decir, en una crisis financiera nadie se va a preocupar por el riesgo moral, que es una cuestión a largo plazo; nos vamos a ocupar de lo inmediato hoy.
M: De eso van a tomar buena nota quienes quieran arriesgarse en el futuro, que hay una oportunidad de que el gobierno acuda al rescate...
S: Claro, claro, es que ese debate se ha terminado, el debate sólo funciona en la medida en que la gente de hecho no aprenda del pasado. Porque está tan claro que lo que pasará es que el gobierno desde luego intervendrá cuando la gente fracase, que esa lección la van a aprender. Quiero volver a una cuestión anterior, que es una parte esencial de mi argumento de por qué los mercados financieros funcionan de la manera que funcionan. Dije que tenía sentido imitar lo que hacen otras personas y bueno, que en los mercados financieros eso quizá no sea tan cierto: fíjate en lo que pasa en los mercados financieros: si tú como individuo particular pierdes dinero, por haber tomado alguna decisión tonta, pues has perdido dinero y nadie te ayudará a salir. Pero si pierdes dinero haciendo lo que han hecho montones de gente, por ejemplo cogiendo una hipoteca más grande de lo que te puedes permitir en realidad, pues mira: viene el gobierno y te va a ayudar. Y esto es una razón adicional por la que tiene es perfectamente racional, desde una perspectiva individual, hacer lo que está haciendo todo el mundo, aunque parezca que están haciendo una tontería.
M: Otro ejemplo de eso creo es la gente que vive cerca del agua y no se abre un seguro contra inundaciones o contra huracanes.
S: Sí, un buen ejemplo.
M: Es otro caso en el que el gobierno acude al rescate, porque le sucede a un montón de personas.
S: Por supuesto. ¿Y qué puede hacer el gobierno al respecto? Pues es una pregunta muy difícil. Yo pienso que... a ver, por identificar los elementos realmente nocivos que hay aquí. Estoy debatiendo estos días con unos amigos—vivo en una comunidad de renta muy alta, así que tengo bastantes amigos republicanos, conservadores—y lo que piensa la gente en general en este ambiente es que se puede culpar del problema a Fannie Mae, Freddie Mac, y demás, a las empresas patrocinadas por el gobierno (GSEs). Y creen esto básicamente porque las GSEs relajan sus instrumentos de control para los préstamos. Esta argumentación la encuentro curiosa, pero sí diré que el concepto mismo de las empresas patrocinadas por el gobierno tenía un fallo de entrada; son unas instituciones semipúblicas, semiprivadas, y cuando le das a un individuo una serie de instrucciones sobre objetivos a alcanzar, y los objetivos son contradictorios entre sí, te van a surgir todo tipo de problemas. Yo creo que... Yo soy capitalista, y pienso que el mercado en general funciona mejor cuanto más le dejas hacer por su cuenta; parte de la razón para estas empresas patrocinadas por el gobierno es que el gobierno quería aumentar el índice de propietarios de viviendas, y eso es una buena idea, pero me parece que hubiera sido mucho mejor que el gobierno se encargase de eso directamente... punto uno. Punto dos: particularmente creo que la razón profunda, el auténtico problema por el que nos encontramos en tan mala situación ahora, es que el gobierno, explícitamente y deliberadamente, renunció a regular estos derivados, en un momento en el que todavía eran una parte muy pequeña del mercado...
M: ¿Le puedes recordar a nuestros oyentes en qué época se tomaron ese tipo de decisiones? ¿Cuándo se discutió la posibilidad de regular los derivados, y... ?
S: Bien... la tendencia natural de los mercados financieros es a innovar. A la gente se le ocurren ideas, maneras distintas de proporcionar capital a otra gente, y venden estas innovaciones. Así que el problema con la regulación es que es muy difícil seguirle el paso al dinamismo de creación de ideas que hay en el mercado libre. Un ejemplo es la idea esta de las Transferencias de Riesgo Crediticio. No sé exactamente cuando apareció la idea, lo que sí se es que hace veinte años no existían, y hace como unos diez años alguien tuvo la idea de desarrollar esto... no sé si quieres que entre en qué tipo de cosa es exactamente, estaban pensadas como una especie de seguro. Pero el problema es que hace tiempo nos dimos cuenta en este país de que los seguros necesitaban una regulación muy estricta, porque los seguros se basan en una promesa de lo que va a pasar en el futuro, y es muy fácil hacer promesas, pero no tan fácil cumplirlas. Así que lo que hicimos es que toda la industria del seguro está extremadamente reglamentada, sobre todo a nivel de los estados. Esto era un tipo de seguro que puesto que se consideraba se establecía entre dos contratantes muy entendidos en la cuestión, un banco y un banco de inversión, un fondo de cobertura y un banco, por eso la teoría era que, bueno, estos tíos deben saber lo que hacen...
M: Los tiempos en los que los Republicanos dejaban a los adultos hacer lo que quisieran por consentimiento mutuo....
S: Je, je... exactamente... Así que hacia sería más o menos diciembre de 2000, se aprobó un proyecto de ley, llamada ley de Intercambio del Futuro de los Bienes de 2000 o algo así, y esa ley explícitamente decía, no vamos a regular estas cosas. Creo que fue un error espantoso sin más, un error espantoso, y tenemos que volver atrás y cambiar eso; no podemos permitir esta clase de sistema, precisamente porque, como he dicho, la consecuencia fue que todas estas instituciones se interconectaron tan estrechamente que ya no puedes permitirte que ninguno quiebre, por las consecuencias que tendría para el sistema en su conjunto. Bien, pues la cuestión más de fondo de cómo nos aseguramos de que no se den estas burbujas en un futuro, es en realidad lo que estoy intentando determinar ahora mismo; opino lo mismo que tú, opino que son una característica invariable... no un fallo puntual, de los mercados financieros.
M: —Y de la gente...
S: Y de la gente. Los dos tenemos estudios de informática, así que... Esto no es un bug, que es como los economistas lo conciben, en la medida en que aceptan que ocurre siquiera; es una característica. Es realmente la forma en que funciona el mercado.
M: Yo le daría la vuelta, y diría, es un bug de la mente que lo convierte en una característica del mercado. Es un fallo de la mente el hecho de que podamos chiflarnos por estas cosas, y eso es lo que hace que se convierta en una propiedad inevitable del mercado.
S: Sí, sólo que, este es el aviso que hay que tener en cuenta sobre eso, es un fallo de sistema desde una perspectiva individual... se puede sostener que las decisiones son racionales; las decisiones que llevan a las burbujas son perfectamente racionales...
M: Porque todos necesitan los huevos.
S: ... el problema es que desde el punto de vista colectivo no son racionales. Y como todos somos parte de la colectividad, pues a fin de cuentas resulta no ser racional, globalmente. Ese es el problema al que tenemos que enfrentarnos, y creo que es representativo de un tipo más amplio de problemas que los economistas, aunque hace tiempo que son conscientes de ellos, tienden a pasar de puntillas sobre ellos un tanto alegremente. Se llaman problemas de acción colectiva, o dilemas sociales. Y todos se basan en esta idea de que, sabes, tenemos todo tipo de modelos para situaciones en los que comportamientos que individualmente son racionales, no son racionales colectivamente.
M: La tragedia de los pastos comunes, supongo que es....
S: La tragedia de los pastos comunes, es el libro famoso sobre este tema, sí, es un libro que tiene cuarenta años; creo que el problema es que los fundamentalistas del libre mercado en este país, que creen que el mercado siempre tiene razón, en realidad han evitado deliberadamente enfrentarse a esta cuestión de los dilemas de los bienes sociales comunes. Por supuesto no son los mercados el único ejemplo: las cuestiones del medio ambiente son otro ejemplo que es muy importante hoy; para mí, como individuo, es perfectamente razonable soltar todas las emisiones de dióxido de carbono que pueda, pero colectivamente se crea un auténtico problema. Así que ¿cómo tratamos estas cuestiones? Bien, pues la única manera de enfrentarse a los dilemas de la acción colectiva es precisamente a través de la acción colectiva, y el instrumento de la acción colectiva es el gobierno. Y me parece que el gobierno debería involucrarse de modo más activo en diversas áreas; la regulación es una de ellas, y aunque no he oído que la gente esté hablando de esto, esto es una de las razones por las que defiendo la necesidad de un sistema de impuestos progresivo. Mira, volviendo al juego del ultimátum: parte del problema que tenemos hoy es que la gente tiene la impresión de que Wall Street se aprovechó del sistema, y que ahora está intentando de modo injusto volver otra vez y pedir más. Y esto hace que la gente esté muy descontenta. La idea del sistema fiscal progresivo es que cuando teníamos a esta gente haciendo estos incontables millones de dólares, al menos habrían estado dando fondos al gobierno con un porcentaje significativo de eso. Ya que el problema hoy es básicamente doble—uno, la confianza: la disposición de los bancos a fiarse de que recuperarán su dinero, y segundo, la cuestión de la justicia, la voluntad que tenga el contribuyente de financiar una situación que considera fundamentalmente injusta. Y creo que estas dos cuestiones pueden tratarse con una actitud más progresista que diga, mira, la justicia requiere que los que ganaron mucho dinero, que puede que estuviesen haciendo o no algo socialmente productivo, deberían contribuir al común con lo que han sacado del sistema, y eso también hará subir el nivel de confianza, porque cuando la gente tiene la impresión de que el sistema es justo, están mucho más dispuestos a depositar su confianza en él.
M: Por supuesto. Hem... quizá tengamos tiempo para un último tema, que es una cuestión mucho más amplia, que tiene que ver con la elaboración de modelos y con la comprensión de la economía. Cuando la gente estaba sacando estos derivados y demás, pensaban que tenían el riesgo controlado, pensaban que podían, vamos, hacer previsiones muy fiables sobre cuál es la probabilidad de que tal inversión vaya a bajar. Hemos visto que la gente comete errores sobre este capital a largo plazo, que es otro caso de no hace mucho tiempo, ya sabes, gente que ha ganado el Premio Nobel parece que la caga en sus cálculos sobre riesgo relativo, y quebró toda la empresa. ¿Crees que los economistas conseguirán jamás resolver, vamos, hacerse con lo que pasa con el comportamiento humano, o es una cosa totalmente falta de realismo creer que puedan hacerlo alguna vez? ¿Será el problema que hay como una fricción entre estas idealizaciones que hacen los economistas y algo que tiene que ver con la naturaleza de la mente humana...? ¿O crees que si tenemos una comprensión adecuada de lo que motiva a la gente, cómo funcionan y demás, al final darán con una teoría económica en la que la gente haga mejores predicciones de riesgo? ¿Cómo lo ves?
S: La sensación que tengo es que el futuro es básicamente incognoscible. Puede que cualquier año choque un asteroide contra la Tierra...
M: Y entonces a nadie la va valer la pena sacar el balance de sus ecuaciones...
S: Correcto, y eso es lo que considero parte de mi punto de vista político un tanto peculiar, bueno, tampoco lo quiero llevar demasiado hacia el lado de la política, pero, sabes, yo sí que me veo a mí mismo como un conservador, y no creo que el actual gobierno sea conservador en ningún sentido...
M: Bueno, ciertamente la ironía es que se han dedicado a socializar todas estas cosas...
S: Bien, cierto, y eso es una cierta medida del conservadurismo, pero por definir lo que sería el conservadurismo en el contexto de tu pregunta, el conservadurismo precisamente es aceptar la dificultad de comprender lo que está pasando, y eso quiere decir ser muy cautos en todo tipo de acción política, además de en la toma de decisiones individuales: prudencia ante la duda, me parece que es bastante racional como...
M: Eso es muy diferente del conservadurismo que se ha llevado en Washington durante los últimos veinte años, en concreto la idea misma de regulaciones es muy consistente con lo que tú has descrito como conservadurismo, pero no es precisamente lo que han venido haciendo los que se autodenominan conservadores...
S: Cierto, y podríamos hablarlo, ya sabes que tú estás mucho más metido en cosas del lenguaje y en el efecto que tiene el lenguaje en el pensamiento de la gente, pero es cierto, la gente ha utilizado estos términos de diversas maneras sin pensar de hecho en las cuestiones subyacentes. Pero por volver a la pregunta, mi respuesta es que nunca vamos a saber las cosas sobre seguro, siempre va a haber una dosis importante de incertidumbre, y que hay mucha diferencia entre el aspecto que adquiere el riesgo a nivel individual y el que adquiere a nivel colectivo. Y que la única institución que está capacitada para tomar en consideración el riesgo a nivel colectivo es, de hecho, el gobierno.
M: La verdad... Mira, en mecánica cuántica puedes decir, no sé lo que va a hacer cada quark por su cuenta, pero puedo hacer previsiones estadísticas, porque las probabilidades vienen a anularse unas a otras. Puedes adivinar lo que va a pasar con bastante fiabilidad, si tienes en cuenta la acción de muchas moléculas individuales, o partículas subatómicas o lo que quieras. Parece como si en economía no funcionase eso; vamos, en economía hay una fuente de incertidumbre que son los asteroides, los terremotos, esa clase de cosas que obviamente no se pueden predecir muy bien. Pero parece que incluso al nivel de los individuos, haciendo abstracción de ese tipo de cosas, al menos por el momento no estamos consiguiendo mucho a la hora de calcular por ejemplo cómo reaccionarán las masas a fluctuaciones de orden menor. A veces te encuentras en un parón del crédito, caen las hipotecas, otras veces no parece tener ningún efecto en absoluto. Lo que nos gustaría que hiciesen esos supervisores prudentes es que tuviesen los mejores modelos que puedan, y me pregunto si esos podrían mejorarse añadiendo más conocimientos psicológicos, o si eso en realidad no es plausible...
S: Bueno, mira, yo no estaría haciendo lo que hago a menos que creyes que podemos mejorarlo. Es la idea básica del trabajo académico, que desarrollamos teorías, las sometemos a prueba, y la desechamos la teoría cuando ya no funciona. Así que creo que sí que podemos mejorar mucho en esto. Lo que veo es que el problema ha sido, francamente, de falta de humildad, sobre todo por parte de los economistas. Y hasta en eso hay una diferencia entre los economistas que se consideran a sí mismos académicos, y los economistas con los que interactúa la mayoría de la gente, que son en realidad asesores y activistas políticos. Sabes, el problema ha sido una falta de humildad por parte de estos asesores y activistas políticos, sosteniendo que sabemos, por ejemplo, que impuestos más bajos llevan a mayor crecimiento economico... De hecho, lo cierto es que no lo sabemos, no tenemos ni idea, el tipo de investigación que hacemos está tan lejos de poder decidir estas cuestiones, y de hecho quizá no se pueda resolver a esa cuestión así en general. Lo que quizá podemos hacer no es saber cuáles son las mejores políticas, pero sí tener una noción bastante buena sobre qué políticas no van a funcionar. Y muy a menudo, saber qué es lo que no va a funcionar es un paso importante hacia...
M: No sé si puedes ver por encima de mi hombro, pero tengo detrás un libro que se llama La Enciclopedia de la Ignorancia, que es un gran libro de los setenta que habla de lo que no sabemos. Por encima del otro hombro tengo mi propio libro que trata sobre lo que como seres humanos puede que no sepamos... Quizá tengamos que volver a eso, quizá tengamos que pasar tanto tiempo fijándonos en cuáles son los límites de nuestros modelos como viendo las cosas que pueden predecir bien... y creo que tienes razon, que una pequeña dosis de humildad nos podría ahorrar ciertos problemas.
S: Sí, es una idea que va asociada a Karl Popper, un filósofo bien conocido por los comentarios que hizo sobre el propio proceso de la ciencia, y básicamente sostenía que la ciencia nunca puede probar que algo es cierto, lo que hace la ciencia en realidad es demostrar que las cosas son falsas.
M: Los días que hace bueno eso es cierto. Pero en la práctica del trabajo científico, como sabemos tú y yo, cada científico está más precupado por demostrar que su propia teoría es correcta, más que en seguir necesariamente el ideal de Popper de fijarse...
S: Muy cierto, pero es que la ciencia es una empresa colectiva, tiene reglas estrictas sobre lo que se va a aceptar como parte del canon y de la razón por la otra cosa no, aunque desde un punto de vista individual, como los dos sabemos intentar publicar artículos puede ser a veces bastante frustrante, lo cierto del asunto es que es absolutamente esencial estar entrenado, y es no es la manera en que funciona por ejemplo la política, ya sabes, para bien o para mal, no es así la naturaleza del mundo. Pero en lo referente a tu pregunta, yo sí que creo que añadir principios psicológicos a las teorías económicas hará a esas teorías económicas mucho más útiles, mucho más capaces de predecir lo que va a pasar dadas ciertas circunstancias. No creo que logremos dar con un sistema perfecto, que consiga predecir para cada medida política qué va a ser lo que resulte de ella, es que hay demasiadas incertidumbres asociadas, tanto endógenas como exógenas al sistema...
M: Así que tenemos que ser más realistas, y quizá sea esta la cuestión de base que tratamos hoy, tenemos que ser más realistas respecto de las cosas que no conocemos, tenemos que incluir la incertidumbre como parte del propio sistema, reconocer que existen estas cosas que no sabemos, y dejar un margen para ellas....
S: Totalmente de acuerdo. Y otra cosa más, que nos podría embarcar en otra larga conversación que les podemos dejar a otros, es, ¿qué deberíamos intentar conseguir, con la acción política? Creo que parte de la razón por la que estas burbujas se han vuelto tan perniciosas en los últimos diez, quince años, es por esta creencia que a mí francamente me parece que no está basado en datos reales, de que lo que tendríamos que hacer es hacer crecer la economía todo lo rápido que se pueda. No creo que esto tenga nada que ver con lo que en realidad hace a la gente más feliz; no es lo rápido que crezca la economía: un cambio lento y continuado es lo que resulta mejor para el mayor número de personas. Y esa es una dirección muy distinta hacia la que intentar llevar las políticas económicas, y creo que sí que tiene consecuencias importantes a la hora de determinar qué regulaciones hay que introducir. Pero en conjunto, un acuerdo sobre lo que tenemos que hacer... a eso nunca llegaremos.
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