Es que en España hay leyes como la de 'apología del terrorismo' o de 'ofensa a los sentimientos religiosos' que permiten que un juez lo mismo te absuelva que te mande años a la cárcel, según le sople el viento. Pero ojo, que esas leyes llevan muchos años en vigor, y no las ha cambiado tampoco el PSOE cuando ha tenido mayoría absoluta. Algunas las ha puesto, de hecho. ¿Y por qué será? Pues porque la gente está muy a favor de ellas cuando le tocan 'lo suyo'. La ley del Embudo rige en este país a sus anchas. Y especialmente en la izquierda, por cierto, cuyo lema es 'No es fascismo cuando soy yo quien lo hace'. Pero qué prisa en pedir cárcel y censura y prohibición para quien les roza lo mínimo a lo suyo. Eso cuando no pasan a hacerle un escrache una jauría de activistas indignados y ofendidos a quien pretende exponer ideas contrarias a las suyas. Habría que oírlos si les aplicasen la misma medicina.
Lo mismo que se aplica a los chistes se aplica, distancias salvadas, al atentado mismo. En España no es fascista matar a un fascista —o a cualquiera a quien extendamos el cartel de fascista, en realidad— si lo hacen los de mi cuerda.
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