Dentro de algunos años, in hindsight, les recordaré a mis colegas "intelectuales" que NI UNO me apoyó jamás, ni con un 'me gusta', en mis denuncias contra la mascarilla, el despotismo sanitario, y el borreguismo chinificador. Se chinificaron, en lugar de significarse.
Por cuenta propia tampoco ni uno ha escrito una sílaba (que yo sepa) ni ha apretado una tecla denunciando la manipulación, el control y el amedrentamiento institucional a que nos tienen sometidos. En cambio, loas a la vacunación y a la responsabilidad social y a la solidaridad en plan "de esta salimos juntos" y "todos en fila", de esas en la línea gubernamental, sí ha habido bastantes, en los medios oficiales.
Nada nuevo, por otra parte, para quien le suene aquello de la trahison des clercs—la querencia abyecta que tienen los intelectuales a los regímenes despóticos y totalitarios—nazis, fascistas, comunistas, Comités de Salud Pública, you name it—todos los tuercen a la siniestra.
Este silencio de los corderos es algo que me parece casi tan siniestro como la plandemia misma diseñada y pastoreada por Nuestros Guardianes.
La Plandemia, en su periódico de cabecera
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