A este respecto, imaginábamos el otro día con los chavales una situación de pesadilla. Deseando refutar las falacias de Platón, nos veíamos transportados súbitamente a la Grecia antigua, encontrándonos vestidos a la moda del país y dialogando no con Platón, claro, sino con Sócrates. Y al ir a replicar con argumentos demoledores a los razonamientos socráticos, nuestra boca no podía articular sino: "Bien cierto es"; "Así parece, en efecto"; "Tal es así como lo has planteado"....
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