¿Esto se podría interpretar como xenofobia zoológica?https://t.co/JiwYGpZNWg— Luis del Pino (@ldpsincomplejos) 16 de febrero de 2019
Uno de los libros más importantes de mi infancia fue el álbum de cromos Mi visita al zoo de Barcelona, de Chocolates Hueso, donde aparecían no sólo leones o tigres con sus nombres en latín (Panthera leo, Panthera tigris) y el entonces pequeño Copito de Nieve (Gorilla gorilla), sino también animales más desconocidos o ignorados, como el gran kudú, el calamón (Porphyrio porphyrio), el marabú o el binturong. Y un pequeño mapa con su distribución geográfica. Me extrañaba ver entre ellos, entre tanto animal de otras tierras, el toro (Bos taurus)—aunque ahora lo entiendo.
Lo que no entiendo ahora es que un ayuntamiento pueda descender a estas profundidades del catetismo más insondable, cuando el animalismo se cruza con el localismo nacionalista y produce un especie tan necia y estéril como la alcaldesa y su corporación municipal.
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