lunes, 26 de junio de 2017

Retropost #1675 (26 de junio de 2017): El asturiano, el gallego y el moro



Esta anécdota la cuenta el abuelo José Penas, de cuando estaba haciendo la mili en los regimientos del Marruecos español, allá por los tiempos de Abd el-Krim. Pasó un día en que estaba con un compañero suyo de mili, un asturiano bastante bruto pero muy buena gente, y estaba cayendo un aguacero tremendo, de los que por alguna razón no solemos asociar con el norte de África. Bueno, pues pilló por sorpresa a más de uno, porque paseando por fuera del campamento y sorprendidos por la tromba, vieron los dos soldadetes, el gallego y el asturiano, a un nativo que estaba desesperado en su huertecillo, contemplando la que estaba cayendo, pues se formaba tal riada que se le inundaban los surcos del huerto y el agua se le estaba llevando la tierra, amenazando con arruinarlo pero bien.

Y allí estaba el marroquí levantando los brazos al cielo, desesperado, implorando, "¡¡Alá!! ¡¡Alá!!"— y mirando impotente cómo el agua iba arrastrando su campo. Lo ve el asturiano, y empieza a decirle, "¡Pero hombre, moro!" —entonces se hablaban así, moros los llamaban directamente— "¡no te quedes ahí quieto! ¡Haz algo, salva tu campo! ¡Aparta el agua!" — "¡Alá, Alá es grande, Alá proveerá!" —

—"¡Pero qué.... Alá proveerá! Haz una zanja, hombre, que se vaya el agua por allí!" —"¡Alá sabe, Alá lo quiere!" —Y el asturiano, cabreado como una mona, le quita la azada al moro, se descalza, se remanga los pantalones y se mete en el campo, y empieza a hacer zanjas, canalizando el agua, y pequeños muros de contención, y ni corto ni perezoso le salva el campo mientras el otro rezaba bajo el diluvio. Y el gallego Penas, mientras, "Pero hombre, Asturiano, ¿tú le vas a arreglar el campo, y él allí haciendo reverencias a Mahoma? ¡Déjalo! Déjalo que se joda bien jodido el moro éste."
—Y el otro, que venía del pueblo directo, "—¿Y dejar que se eche a perder un huerto, hombre? ¡no! ¡Que es un crimen eso!" Y allí el asturiano a picar, mientras uno rezaba y el otro miraba, hasta que estuvo el campo bien canalizado.

—"¡Hala, moro, ahí tienes! ¡Eso es lo que tienes que hacer! ¡En lugar de tanto Alá-Alá, lo que hay que hacer es ponerse a trabajar, y emplear la cabeza, hombre, y salvar lo que es tuyo! ¡Pero como no lo hagas tú, ya puedes rezar, que Alá no proveerá!

Y le suelta el moro, "No, no, no es como tú dices. Alá proveerá. ¿Ves? Alá te ha enviado a ti para que salves mi campo."





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