jueves, 15 de abril de 2010
Filosofía de la verdad
He estado en una conferencia de G. E. R. Lloyd, reputado historiador del pensamiento, sobre el tema de "La historia al servicio de la filosofía de la ciencia". Y ha resultado ser una exposición de los problemas teóricos sobre las nociones de verdad, objetividad, realidad, racionalidad... que para Lloyd resultan ser intratables con una teoría general, por lo que propone atender a las circunstancias especiales del contexto intelectual en que se trate, la época, la disciplina y sus convenciones, etc. No hay una noción general de la verdad, objetividad, etc. que sea universalmente válida; la ciencia no tiene un programa general. Me gustaría haber resumido su ponencia con la frase de que no hay tribunales de última instancia para la cuestión de la verdad- aunque claro, puede haberlos en la práctica en un contexto determinado o para un fin determinado.
—Pero entonces usted SÍ que tiene una teoría general y global de la verdad, le he dicho. Bueno, se ha reído y lo ha negado, ha dicho que la suya era general sólo en el sentido de que es imposible generalizar. Le he propuesto caracterizar su posición como pragmática y constructivista— pragmática, pensaba yo, en el sentido de que me recordaba a la teoría de la verdad de William James, y al interaccionismo simbólico de G. H. Mead. Lo ha aceptado en parte, aunque matizando que hay muchas acepciones y variedades de pragmatismo. En cuanto a lo de constructivismo, tal como lo he entendido yo, podría considerársele constructivista en el sentido de que los criterios de relevancia (para la verdad o para cualquier otra función social) son locales y variables, aun si se asientan sobre una naturaleza humana general. Así, por ejemplo, podríamos definir la verdad como la generación de efectos de verdad, en el seno de una sociedad determinada, un discurso o disciplina determinada, o un grupo determinado. En mi intervención, he propuesto que hay allí verdad y objetividad donde no hay disensión, e incluso donde la hay, pues la disensión siempre se formula sobre la base de unas ciertas presuposiciones compartidas (por ejemplo, esto que he dicho será cierto o no, pero podemos estar de acuerdo al menos en que lo he dicho).
En fin, que en suma resulta que estoy bastante de acuerdo con el, al menos en la medida en que he entendido su posición. Esto debería alarmarme, visto que es un señor bastante mayor que yo, y no deberíamos compartir el mismo paradigma... Tendré que inventarme otro, para no echar musgo. Aquí hay algunas reflexiones previas sobre la cuestión de la verdad y la realidad, tal como la vemos los humanos:
- Alucinación consensuada (que es lo que es la realidad...). El consenso es esencial, no sólo el de los expertos, sino el de quien sea que haya de conseguir en cada contexto determinado. El consenso de los expertos sobre la realidad es también crucial y determinante, por supuesto, en ciertos contextos y situaciones influyentes.
- Goffman: la realidad como expectativa autocumplida. (En general no nos decepciona).
- Irrealidad de lo real. Especulaciones lacanianas. Con un "Epílogo sobre el 11-M y lo real".
- Un contexto un poco más particular, el gnosticismo: La Visión del Templo: Espiritualidad Antieclesiástica en el Evangelio de Judas y la Batalla por la Realidad. Y, volviendo a los evangelios canónicos,
- Qué es la verdad, pregunta de Poncio Pilato que debe responderse. (Ya se sabe la respuesta de Nietzsche: "un ejército móvil de metáforas.... cabalgando a lomos de un tigre". Así hallamos, nos dicen, las soluciones a nuestras preguntas).
- El realismo como idolatría—o, contra la ingenuidad de creer que las cosas son los signos que las representan, y no una reverberación de esas cosas, y de esos signos, en otras mentes.
- La caverna del cerebro: El lenguaje como realidad virtual. There is no getting out of the Cavern of language... el lenguaje genera una realidad virtual, caverna acogedora, o complejo nicho ecológico en el que habitamos. Somos símbolos y habitamos símbolos, como decía Emerson. Claro que se ubica ese nicho en un mundo real, y de ahí que no todo sea lenguaje...
En fin, que los humanos somos seres hipersociales y lo que es verdad para nosotros exige reconocimiento por parte de los demás, interacción continua, consensos locales o globales. Si no, acabamos por no reconocer esa verdad ni nosotros mismos.
La conferencia de Lloyd giraba, como muchos de sus libros, en torno al contraste entre Grecia y China, entre sus dos "racionalidades" tan distintas, que para Lloyd se remiten en última instancia a diversas organizaciones políticas. El logos griego surgió en el seno de la polis, en un debate público entre ciudadanos; la concepción china es más práctica, menos teórica y abstracta, busca resultados concretos y no la confrontación racional de posturas—y se gestó en un ambiente cortesano, donde la persuasión no se dirigía a un espacio público de ciudadanos sino hacia el Emperador o los poderosos.
Criticó los planteamientos tanto del realismo filosófico como del relativismo, diciendo que a la vez necesitamos los dos, según en qué contexto, y en última instancia ninguno. Y también criticó las teorías de la verdad como correspondencia, y de la verdad como consistencia interna de un sistema, ambas insuficientes: pues en la primera, no disponemos de ninguna manera de acceder al objeto "en sí" y comprobar la exactitud de la correspondencia de nuestras aserciones; en la segunda, parece claro que un sistema de creencias puede ser muy consistente en sí mismo pero completamente equivocado. Más me ha extrañado que no discuta Lloyd explícitamente las teorías de la verdad como un resultado generado por un proceso comunicativo: el resultado de la generación de un consenso, o de una traducibilidad entre distintas concepciones o perspectivas. En este sentido, la verdad es lo que se comparte, o la base sobre la que construimos no sólo nuestros acuerdos sino también nuestras disensiones. (No es extraño, en este sentido, que las cuestiones relativas a la experiencia física inmediata, la cualidad corporal de los humanos, la percepción, el dolor, los límites físicos... sean las verdades más generalmente compartidas, y que sea "más verdad" esa situación común a todos que cualquier teoría más consistente lógicamente pero más remotamente relacionada con esa inmediatez física de lo humano—la física cuántica, pongamos).
Se ha planteado en diversos momentos de la charla el problema de la inconmensurabilidad—de Grecia y China, o de diversas concepciones de la verdad (realista, relativista) o de sistemas científicos y paradigmas (ptolemaico, copernicano). Para Lloyd no hay inconmensurabilidad completa, y es crítico con teorías radicalmente constructivistas, con las nociones de las revoluciones científicas de Kuhn y Feyerabend, o con las nociones de la mente modular. Siempre podemos aprender algo de los otros, nos dice—y aun defiende la racionalidad parcial de las pseudociencias (que quién lo duda, también generan "efectos de verdad")....
Sobre esta cuestión de la conmensurabilidad parcial de las concepciones, creo que una noción que no se tiene en cuenta a veces es que al confrontar dos concepciones (ideológicas, etc.) siempre lo hacemos en el seno de una tercera concepción, la articulada por nuestro discurso, aunque a veces se halle en construcción o se haga pasar por una de las dos concepciones que confronta. En este sentido, el discurso crítico es un contexto propio, con sus propias prioridades y objetivos, y suele seleccionar alegremente las cuestiones que le interesa tratar y combinar de una y otra concepción. Con lo cual genera una imagen de la una, una imagen de la otra, y una imagen (generalmente más favorable) de sí mismo como una perspectiva dialécticamente superior, generadora de consensos y de verdades, allí donde no había sino incomprensión e inconmensurabilidad antes de la llegada de este discurso crítico. Que es iluminador, pero quizá también reductivo, y que desde luego tiene su propio proyecto, agenda o axe to grind, y busca satisfacer a su propio público y generar efectos de verdad no en los contextos de recepción de los discursos analizados, sino en su propio contexto discursivo y ante su propio público.
Un análisis del discurso hermenéutico-crítico en este sentido, como diálogo generador de verdades locales, puede encontrarse en mi artículo titulado "Tematización retroactiva, interacción e interpretación: La espiral hermenéutica de Schleiermacher a Goffman." Un día de estos cuelgo la versión española, espero que antes de que deje de ser verdadera esta teoría de la verdad... aquí está entre tanto la versión inglesa.
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