Dos modalidades de la desilusión, una frente a otra...
—nuestra vida póstuma nos hace pasar tanto por la una como por la otra.
La desilusión de que una persona a la que querías de cerca ya no es ahora nadie para ti, te es totalmente indiferente y ajena, tanto así que sus intentos de aproximación a ti, o de recordarte quiénes fuisteis, son ridículos o repugnantes, y te preguntas qué podías haberle visto en aquellos tiempos, a este lamentable viejo amor.
... y, a la vez, o en otro momento, la desilusión de ver que una persona que te quería de cerca te da a entender que ya no eres nadie para ella, que le eres totalmente indiferente, tanto que tus intentos de aproximación a ella, o de recordarle quiénes fuisteis, son para ella (y para tí que a traves de ella te ves)... ridículos o repugnantes. Y casi prefieres no saber más de cómo te ve ahora el viejo amor a quien tanto le gustabas en aquellos tiempos, aquélla que de ti tanto quería.
Aquí leyendo Proust en una tarde fría, el final de Albertine disparue, esa novela lenta y súbita sobre la desilusión experimentada, vívidamente vivida. Y allí me encuentro con una reflexión parecida. Proust ya estuvo allí; quizá quien no haya estado es porque va a estar... a un lado, o al otro, del espejo de la desilusión.
Et en effet les femmes qu'on n'aime plus et qu'on rencontre après des années, n'y a-t-il pas entre elles et vous la mort, tout aussi bien que si elles n'étaient plus de ce monde, puisque le fait que notre amour n'existe plus fait de celles qu'elles étaient alors, ou de celui que nous étions, des morts?
—oOo—
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes: