Nos enteramos, gracias al cardenal Osoro y al Papa Francisco, de que la Iglesia Católica está ahora abiertamente contra la existencia de fronteras y de leyes de inmigración, por considerarlas anticristianas, y que abrazan abiertamente y como tal el buenismo idealista del globalismo que pide la supresión de las fronteras—de todo el mundo se supone, pero empezando por Occidente.
Bueno es saberlo y tenerlo claro.
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