Vamos, que Chantal ha recurrido la oposición— y aquí lo dice un papel del Rectorado —estimando la decisión del tribunal, supongo, como injusta o no acorde a derecho.
Qué quieren que les diga, que yo también tengo práctica en estas reclamaciones, y puedo asegurar poniendo la mano en el fuego, que la cosa terminará en nada. Ahora, que sea indicativa de un mal hacer del tribunal, eso lo considerará indicativo cada cual según sus simpatías y afiliaciones, o según la información que tenga, que yo no tengo ni mucha ni poca, estando bastante aislado de los pasillos y otras fuentes de cotilleo de mi departamento. Sí observé que en esta ocasión el tribunal se cortó de otorgar los cien puntos que se daban alegremente en otros casos al currículum ganador—así a ojímetro, igual que se han dado también a ojímetro veinte puntos, o cero, cuando ha soplado el viento por allí, y todos contentos, el Rector el primero. No digo que sea una decisión injusta, porque no me sé el currículum de mis colegas (aunque sí figuran ambas en mi bibliografía con algunas publicaciones). Lo que sí será la decisión, si ha sido como las anteriores cátedras en conflicto, es totalmente arbitraria, que no crean que hacen injusticias por sistema, no, la cosa sigue otras leyes más indiscernibles.
Si me preguntan por lo que tengo observado, el recurso no llegará a contencioso. Y en el ambiente local, la gente le suele dar la razón a quien gana la plaza, y al tribunal—por más argumentos que les eches, si haberlos haylos. Vae victis es la norma. Y más en un sitio con tanta práctica cogida como mi departamento, que se deshace en risitas simpáticas y buen rollito cuando abren la boca los catedráticos.
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