Hoy hemos tenido un maratoniano Consejo de
Departamento regido por la confusión, el hastío, la repetición y el
enfascamiento en normas administrativas mal entendidas o mal aplicadas.
. . una pesadilla sartreana, verse huis clos con tanta gente hablando
fuera de turno de palabra, examinando innumerables actas llenas de
procedimientos administrativos erróneos o contradictorios, cada cual
ciego con su tema particular, y todo el proceso bajo el manto de la
Confusión. . . buf.
Nuestro Director ha presentado un informe de
gestión que, sometido a votación secreta, ha sido aprobado por un
estrecho margen (muchos votos en contra, que junto con varios votos en
blanco sumaban más que los votos positivos). He solicitado yo la
votación secreta, como vengo haciendo con cierta frecuencia para
asuntos departamentales. A veces los resultados que se obtienen con
votación secreta sorprenden por sus espectaculares diferencias con
respecto a los que hubieran sido de esperar si cada persona hubiera
tenido que expresar su opinión abiertamente. Así va la Administración.
La decisión más importante que se ha tomado
ha sido la de establecer secciones departamentales. La ceremonia de la
confusión hasta que se ha llegado a la votación, y el resultado también
es curioso. El reglamento de la Universidad prevé que se establezcan
secciones atendiendo a tres razones: 1) la ubicación geográfica de los
centros (son las secciones que había hasta ahora, en Huesca y Teruel,
pero han quedado suprimidas), o bien por áreas de conocimiento, o bien
por organización de la docencia.
Pues áreas de conocimiento tenemos dos,
Filología Inglesa y Filología Alemana, pero se ha denegado a los de
Filología Alemana la posibilidad de constituirse en sección aparte.
También, como digo, se han suprimido los criterios geográficos (luego
veremos qué consecuencias tiene esto para repartir la docencia, que
Aragón es grande. . .)
Yo proponía, aparte de conservar las
secciones geográficas por su pertinencia evidente, establecer estas
secciones:
- Filología alemana
- Filología inglesa en la Facultad de
Filosofía y Letras
- Inglés para Educación (Facultad de
Educación)
- Inglés para fines
específicos (resto de los centros, cerca de 20).
Y en cambio se ha introducido el criterio de
las "subáreas": Lengua y Lingüística inglesa por un lado, Literatura y
Cultura por otro. . . y un tercer grupo, Lengua para fines específicos,
donde han ido a parar los de alemán y centros dispersos. O sea que se
ha institucionalizado la división "extraoficial" que se venía aplicando
para algunas cosas en el Departamento. . . para algunas cosas, pero no
precisamente para la organización de la docencia, porque esa la hacen
las dos supuestas "subáreas" conjuntamente. En fin, que no sé qué uso
se pretenderá hacer de esta división que ni parece operativa ni
justificada por la normativa.
Pero es lo que ha decidido la mayoría, con
oscuro criterio. . . así que a misa. Sí responde a una voluntad
bastante arraigada en nuestra la profesión de identificarse como
"lingüistas" o "literatos", pero en ningún caso como "filólogos".
Establecer una división interna en Filología Inglesa es prioritario con
respecto a cualquier otra consideración. A mí que no me pregunten por
qué. . . pero al ser una división imaginaria a nivel de la
reglamentación oficial, tiene la gran ventaja de que puede aplicarse
(ateniéndose a nuestras normas) o ignorarse (ateniéndose a normas
administrativas de categoría superior) según convenga en cada caso. Se
ha venido usando desde hace tiempo como un demonio de Maxwell que
permite orientar la circulación de partículas departamentales en las
direcciones deseadas por los estrategas. Por lo menos ahora lo tenemos
sobre el papel para verle la cara: hasta ahora funcionaba de modo
totalmente extraoficial.
Durante la reunión del Consejo he
intervenido en distintas ocasiones, pero dos merecen mención:
- Una. Se tenían que presentar alegaciones a
las nuevas titulaciones propuestas por el Ministerio, entre ellas, a la
titulación que se nos impone para suprimir nuestra titulación propia de
Filología Inglesa, la llamada "Lenguas y Literaturas Modernas". Existe
un consenso nacional, al cual se ha sumado nuestro departamento, para
rechazar esta titulación como sustituta de nuestra titulación propia de
inglés. Pues bien, esto no se iba ni siquiera a mencionar si atendemos
a las alegaciones que presentaba nuestra Comisión de Planes de Estudio;
alegaban que no nos pedían opinión sobre eso. . . ¡pues claro! - les he
dicho. Ese es precisamente el asunto, que jamás se nos va a pedir opinión al respecto. Se
va a suprimir nuestra titulación con nuestro visto bueno implícito, al
no existir ningún acto administrativo donde el Departamento pueda
expresar su disconformidad. Y tras muchas resistencias he conseguido
que el Departamento acceda a expresar en este momento, a la hora de
opinar sobre las nuevas carreras propuestas, su oposición a que se
suprima nuestra titulación específica de Filología Inglesa sin
sustituirla por otra nueva igualmente específica. Esto es surrealista,
pero es así: a la hora de opinar sobre la nueva carrera, el
Departamento ni siquiera iba a mencionar el "pequeño detalle" de que no
queremos que se suprima la carrera de inglés que imparte y que le es
propia por su área de conocimiento. Esta ceguera de los funcionarios
haciendo sus funciones delante del árbol y perdiendo de vista el bosque
no es local, sino sistemática. De hecho, a nivel nacional la profesión
no ha cerrado filas en torno a la defensa de su licenciatura de
Filología Inglesa, lejos de ello. . . sino que, aceptando la mayor, que
la Filología Inglesa era una antigualla a suprimir, proponían la
creación de una nueva carrera de "Estudios Ingleses". Bueno, algo es
algo. De hecho, la mayoría no se consideran filólogos. Pero partiendo
de ese nivel de autoconciencia, así nos está yendo.
También solicité, y se aceptó, que en las
alegaciones a las propuestas de títulos, donde diga "formación en una
segunda lengua no nacional de interés científico" o cosa semejante,
digamos (ya que somos el área de inglés), formación en inglés (u
otra lengua de interés científico).
Si hasta Zapatero habla de que va a subvencionar el aprendizaje de inglés hoy en el Debate sobre el Estado de la
Nación. Claro que más le valdría a Zapatero decirle a sus ministras que
no lo supriman como carrera universitaria, visto que es él quien
establece el mapa de las titulaciones de Filología.
- Dos. Con ocasión de la implantación del
nuevo máster para el año que viene, he querido recordar al Departamento
que el año pasado (y el anterior) se inhibió de afrontar coherentemente
la organización de su nuevo plan de estudios. Sin
tratar nunca el tema oficialmente y donde correspondía, en el Consejo o
en la Comisión de Planes de Estudio (que no se reunió en años,
prudentemente desconvocada), se dejó en manos de grupos de profesores y
de intereses específicos el diseño de propuestas de Máster. Y de esa
dejadez interesada ha salido el resultado que tenemos ahora: que cuando
nuestro primer ciclo de Filología Inglesa ya no será probablemente una
titulación propia, el segundo ciclo se ha convertido en un máster de
literatura y cultura inglesa, un máster que responde a los intereses de
algunos profesores influyentes, pero que no es el tipo de máster que
necesita ni Aragón, ni la Universidad, ni este Departamento para formar
coherentemente a los estudiantes. Ahora bien, si se deja que actúen las
fuerzas vivas, sin debate público, y a la hora de votar va todo el
mundo a piñón fijo. . . pues es lo que acaba pasando. Supongo que la
muchos estarán encantados, claro, esto es cuestión de opiniones; lo
triste es que la mayoría ni sabe ni contesta, ni opina, por si acaso, y
el debate sobre estos pequeños detalles de qué tipo de carrera de
inglés queremos enseñar, etc., brilla por su ausencia en el
Departamento. Salvo en petit comité, si es que el petit comité se lo
plantea en esos términos.
En fin, con esto de los másteres a la
americana en el contexto español, lo que estoy viendo es que está
desapareciendo o fosilizándose lo mejor del ámbito administrativo
público donde se supone que se debía decidir sobre la organización de
los estudios (el Consejo de Departamento, la Junta de Facultad) y que
se ha cedido este ámbito de diálogo de los especialistas sobre una base
de igualdad, para reforzar la influencia de las cátedras y sus
satélites, corrillos y círculos de contactos y relaciones endogámicas y
personales, a las camarillas que deciden quién está "in" y quién está
"out", por su mejor o peor inserción en el equipo, espíritu de
colaboración o armonía con los objetivos del grupo. Y las cosas, a
discutirlas en grupos de enteradillos, o de boca de druida a oido de
druida. De momento, muchos estarán así más contentos, no me cabe duda.
Pero no sé si esto entraba en los cálculos de los reformistas, si éstos
prevén que sea una fase transitoria o si ha de regirse así quedarse así
la universidad de calidad esa del futuro que nos anuncian, en plan survival
of the fittest interpretado en
clave del corralillo nacional.
Otra noticia que me llega por el correo,
también síntoma de los tiempos supongo:
El Rector de
la Universidad de Zaragoza ( . . . ) cambiará
cigarrillos por chupa-chups y piruletas de chocolate MAÑANA miércoles a
las 10,00 horas en el Campus de la Plaza San Francisco.
Es pintoresco, es americano, es el futuro.
Lástima que aquí nos pilla esto sin radical innocence.
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