domingo, 31 de enero de 2010

Replicantes: Imitation of Life


En Tercera cultura le pongo un comentario al artículo "Replicadores y metabolismos", sobre el origen de la vida. Sostiene un científico de la UAB, Mauro Santos, que los primeros organismos no podrían, informacionalmente hablando, replicarse eficazmente de modo que pudiesen sustentar una evolución darwiniana, hasta la aparición de las cadenas de ARN y luego ADN. La teoría del "metabolismo primero" es insostenible, pues no logran las cadenas químicas replicarse de modo que haga posible una evolución continuada y una selección natural:
"Uno de los problemas básicos es que cuando se replica una molécula como el ARN o el ADN, tenemos enzimas que son muy sofisticados, tienen propiedades correctoras, y pueden reconocer que hay un error, repararlo, y entonces la tasa de error es muy baja. Esto es hoy en día. Pero en los replicadores originales no había esta maquinaria enzimática; esto es un resultado de la evolución. Entonces, por medios no-enzimáticos, se estima que la tasa de error, cuando se iba a copiar un mensaje, era muy elevada. Esto impone un límite a la máxima cantidad de información que se puede llevar."
Es una cuestión, pues, de transmisión de información. El origen de la transmisión fiable, del ARN y del ADN, y por tanto de la vida en este sentido, sigue siendo un misterio. Comento esto:


Una cuestión tan fascinante como ésta de “¿cómo surgió la vida por vez primera?” es la otra cuestión intrigante: “¿por qué no está surgiendo constantemente?”, es decir, por qué es un caso al parecer único de un fenómeno que es único. Seguramente las dos preguntas se responderán a la vez, pues deben de ser en realidad (aunque aún no sabemos en qué sentido) la misma pregunta. Una cuestión a tener en cuenta es si es la propia existencia de la vida la que impide el surgimiento continuado de la vida, por el hecho de alterar radicalmente el entorno en que la vida surgió. Pero ¿TODO el entorno? ¿Puede la vida borrar sus propias huellas de manera tan radical?
Quizá haya hablado demasiado pronto de "fenómeno único". Pues hay otro "fenómeno único", de origen evolutivo igualmente misterioso, y que también tiene que ver con la codificación eficaz y replicable de información: el lenguaje. Ese virus, que diría Chomsky. Un virus informacional que ha posibilitado la generación de un mundo simbólico de replicantes e Ideas, un mundo de información superpuesto al mundo material. El lenguaje también surgió, posiblemente, una sola vez—y sin embargo sigue surgiendo constantemente en cada niño que nace. Y el fenómeno éste de "retirar la escalera una vez se ha subido", el borrado de huellas causado por el éxito fulminante del propio fenómeno, parece darse tanto en el lenguaje como en la vida. Aunque siempre quedan huellas de protolenguaje incorporadas al propio lenguaje, como quedan huellas de elementos primigenios incorporadas a la propia vida (mitocondrias, etc.). Quizá haya aquí una analogía interesante para su exploración.


sábado, 30 de enero de 2010

viernes, 29 de enero de 2010

Acción, Relato, Discurso - en Google Books


Este libro sobre teoría de la narración, Acción, Relato, Discurso: Estructura de la ficción narrativa me llevó muchísimo trabajo, desde que empecé a trabajarlo como introducción teórica a mi tesis doctoral, hasta que salió cuando ya llevaba diez años de doctor y muchas revisiones de por medio. Creo que me quedé vacunado contra la idea de volver a escribir ningún Tratado Colosal sobre nada. Pasó por distintas editoriales, donde todas me dijeron que era muy interesante pero comercialmente inviable, así que con él me quedaba. Al final me lo aceptaron en "la editorial más antigua de España", Ediciones de la Universidad de Salamanca, en 1998. Como dice Nabokov sobre su Bend Sinister, "I was deeply immersed in other labors but nonetheless managed to discern the dull thud it made". Aún se sigue vendiendo gota a gota, nonetheless; y ha tenido un cierto eco o equillo entre los narratólogos alemanes. Para difundirlo más empecé a hacer una edición en red el año pasado. Y ahora aparece en Google Books, casi enterito, comiéndosele dos o tres páginas de cuando en cuando por eso del copyright. Debería traducirlo al inglés, pero es superior a mis fuerzas. Que lo traduzca Google. Lo inserto aquí en forma de ventana.





jueves, 28 de enero de 2010

Ligamenta salmanticensia


Me enlazan la bibliografía en la página de recursos web para Filología Clásica de la Universidad de Salamanca. Albriciae. Estos enlaces son mejor que un anuncio, aunque últimamente tengo pocas visitas. Con unos euros de promoción que me ha mandado Google, he comprado unos anuncios tal que así:



—a ver qué tal funcionan gastándome un euro al día en autopublicidad. Más yuros pierdo en autoanunciarme aquí, que parece que no haga otra cosa, y el tiempo es euro.

Por cierto, pronto cuelgo la próxima edición de mi bibliografía, o sea, la revisión y ampliación anual. Quince años tiene—en la web. En mi ordenador ya ha cumplido los veinte. Mucho dinero perdido.


Cita en Nueva York

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PS, 2020. Desapareció el portal clasicas.usal.es, pero actualizo el enlace al portal clasicasusal.es, que mantiene este enlace que me pusieron hace 10 años o más.
http://www.clasicasusal.es/portal_recursos/index.php/literatura/teoria/338-a-bibliography-of-literary-theory-criticism-and-philology

Como todo cambia, les envío aviso de actualizar la bibliografía a la nueva ubicación:
http://personal.unizar.es/garciala/bibliography.html

La Universidad de Zaragoza ha tenido, en efecto, el desacierto de eliminar el servidor donde llevaba alojada mi bibliografía veinte años, y cambiarlo a una dirección nueva. He puesto redirección, pero a ver cuánto dura eso.  No se hacen idea quienes toman estas decisiones del caos que crean en el trabajo de la gente. 

miércoles, 27 de enero de 2010

Rancios pero rancios


Se está tramitando en la Universidad de Zaragoza una propuesta de doctorado Honoris Causa para José Antonio Labordeta. A mí me parecería un honor para la Universidad que Labordeta accediera a ponerse la muceta y las vestiduras talares éstas ridículas de los académicos, para aceptar ser nombrado Doctor Honoris Causa, y desde luego me parece muy bien la idea, que ójala salga adelante. Aunque puede que sea políticamente controvertida la propuesta, por su militancia política y su visibilidad pública, creo que la figura de Labordeta trasciende para muchos las propuestas políticas específicas de su partido: yo no soy sospechoso de ser de la Chunta, pero me parecería muy bien que se le nombrara, que aceptase, y que largase en el pregón lo que le pareciera oportuno. Si todos tarareamos sus canciones, bien podrá él largar el discurso que se le antoje, en la Universidad, y seguro que sería educativo.

Espero que no se dé el caso de que la Universidad sea tan rácana y estrecha de miras como para no aceptar la propuesta. Todo podría ser, siendo una figura no académica y con resonancia política y popular, por significativa que haya podido ser su aportación a la cultura y la identidad de Aragón. De momento, nuestra Facultad, la facultad donde estudió él, ya se ha lucido, negándose a apoyar la propuesta, como se deja ver en esta noticia de El Periódico. Por supuesto sí hay profesores que han promovido esta candidatura en la Facultad, pero no ha tenido bastante apoyo ni en una Junta pasada, cuando se rechazó, ni en la que hubo el otro día, donde al parecer ni se llegó a someter a votación, entiendo que porque los tanteos previos mostraban que no saldría adelante la propuesta. De hecho era tan vergonzante y con boca pequeña la propuesta discutida por nuestra facultad que creo que ni siquiera iba firmada ni presentada explícitamente por nadie. Algunos miembros de esa Junta rancios pero rancios han buscado razones en contra: que si Labordeta no es una gran figura de la investigación académica (cosa que no es una exigencia según los estatutos), que si es inadecuado nombrar a alguien que estudió en el propio centro (...!!!!...). Supongo que habrá trasfondo político detrás de estas objeciones. Pero sobre todo ranciedumbre. Y envidieta de la que nunca falta en Aragón y en España.

Me parece un episodio que retrata bastante, por desgracia, a nuestra Facultad. Encastillada en no se sabe qué, y bastante nula a la hora de relacionarse de manera inteligente con su entorno. Yo que Labordeta les decía que se podían guardar la muceta donde les cupiese, ya que los especialistas le hacen el feo. Pero me supongo que será más educado ("en tardes de pavor") y de mejor trato que ellos. Que nosotros, digo.

¡Rancia institución de oscuros funcionarios! Ahora, que rigor no nos falta—rigor mortis.


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PS: Hablando más con gente de la Junta de Facultad de Filosofía, me llega otra perspectiva un tanto distinta de lo arriba dicho. Por lo que se ve he subestimado la voluntad muy clara que parecen tener muchos en Filosofía y Letras de que los Honoris Causa tienen que ser exclusivamente por méritos académicos—sea cual sea el color político de la propuesta. Lo cierto es que yo daba por hecho que la figura del doctor honoris causa, después algunos de los que hemos visto desfilar, del Rey abajo, estaba ya totalmente desvinculada de las exigencias estrictamente académicas. Y de hecho lo está (pues la Comisión de Doctorado de la Universidad ha sido unánime dando el visto bueno a la propuesta de Labordeta). Pero hay otras opiniones al respecto, y muy respetables por cierto, en la Facultad de Filosofía y Letras. Por otra parte, también pesó bastante, en la manera como salieron las cosas, la manera en que se presentó la propuesta por parte de quienes la apoyaban (?) en la Junta de Facultad: poco cuidada, sin firmar ni contar con el apoyo de ningún departamento, sin justificar mínimamente, basada más bien en presuponer que sería aprobada por aclamación.... cuando con un mínimo de información se habría visto que no era ese el caso, ni mucho menos. Y demostrado queda que los doctorados honoris causa no se regalan sin más, y son motivo de contencioso y pasiones y murmullos, en los oscuros pasillos de la Institución.

Diseño de Destrezas


He estado en un cursillo del ICE de estos de preparación y adaptación a los nuevos grados, al Espacio Europeo de Educación Superior, y el cambio de metodología que se supone va a acarrear.

En este caso, iba sobre "programación y diseño de competencias" en la planificación de los contenidos de la enseñanza. La idea básica es que hasta ahora los profesores impartían "contenidos" en clases magistrales y que a partir de ahora se diseñarán procedimientos para el desarrollo de competencias o destrezas profesionales específicas. Aquí hay un sitio web asociado donde se explica la teoría pedagógica del diseño de competencias: http://www.proyectoforcom.org

Tal como se nos ha presentado, el nuevo modelo de la Universidad es la Formación Profesional–y todo el diseño de las enseñanzas debería ir encaminado al desarrollo de esas competencias prácticas aplicables en el ejercicio de una profesión. Lo malo es cuando (como sucede con nuestro Grado de Estudios Ingleses) no sólo es ya que no esté diseñado el grado para el ejercicio de una profesión concreta—profesor de inglés, pongamos—sino que se ha vuelto más vaporoso incluso que la Licenciatura; que antes se atenía a una disciplina (pongamos), la Filología, pero ahora son "estudios"... una cosa más vaga. De creer a los diseñadores del Grado de Estudios Ingleses, forma éste a los estudiantes para muchas profesiones, lo cual quizá sea lo mismo que decir que no forma específicamente para ninguna. Y el nuestro sigue siendo (mimetizado al nuevo sistema) un grado básicamente académico, con lo cual la adaptación al sistema de las competencias viene a limitarse a aprender el Newspeak, y donde decía "conocer las etapas y autores de la literatura inglesa" habrá que especificar ahora una destreza como "desarrollo de la capacidad de elaborar un texto donde el alumno demuestre su familiaridad con las etapas y autores de la literatura inglesa en un contexto académico".

Y a la vez hay menos vaguedad y más estandarización (i.e. "Calidad"), porque los programas y contenidos de las asignaturas ahora van mucho más especificados en la memoria del Grado que en los antiguos descriptores de las titulaciones anteriores. Será labor del profesor, supongo, especificar tareas, procedimientos... Desde luego se nos ha insistido mucho en evitar cuestiones abstractas y generales, e ir mucho a la tarea concreta, específica, y a los deliverables: especificar bien qué se va a exigir, qué se va a evaluar, y cómo. Más estandarización y más orden (más papeleo también) y me temo que quizá vaya con todo ésto menos ambición en los objetivos: como guardarse las espaldas diciendo lo que vas a hacer, una cosita así determinada y controlable, explicando luego que la estás haciendo, y luego informar de que la has hecho. Es la Calidad Contrastable.

Pero me quedo yo con la sospecha de que quien no arriesga nada no gana nada. Una cosa que he comentado es que valorar cuestiones como la "inteligencia crítica" o la "originalidad" así a bulto no tiene mucha cabida aquí: y en efecto, me han dicho que eso es imposible de evaluar de modo objetivable—así que más bien valorarás cómo hace de bien el estudiante una tarea preasignada y muy determinada.

Que nada, que es la FP, que hay que cambiar el chip. A mí esto ya me pilla con cierto aire escéptico de pre-prejubilado.

domingo, 24 de enero de 2010

Versiones de la realidad


Nuestras acciones y palabras van encaminadas (al margen de otros objetivos) a definir la realidad de una manera dada, y a comunicar esa definición de la realidad a las personas con quienes interactuamos.

La realidad real, quién la definirá... Pero cada cual aportamos nuestra contribución, nuestra versión de la realidad que intentamos sea la aceptada por los demás. Esto requiere negociación, y a veces confrontación. No hay visión panorámica global de la realidad, sólo propuestas de realidad en conflicto e interacción mutuos.

En La presentación del yo en la vida cotidiana, Goffman señala esta característica de la acción del sujeto: no sólo actúa, sino que subraya su actuación, o la representa—la comunica a los demás y la deja clara (u oscura, según convenga). Por otra parte, los sujetos actúan en equipos, que representan numeritos o funciones preestablecidas, según los roles sociales, profesiones, relaciones personales de los miembros de cada equipo. Normalmente un equipo actúa, y otro es el público, aunque en muchos encuentros sociales hay rápidos intercambios de papeles. Un equipo nos vende su propia definición de la situación, y parte de sus esfuerzos va dirigida a identificar ese juego dramático con la realidad de las cosas tal como quiere ese equipo presentarla a su público. Esto no sólo lo hacen los políticos, o los vendedores: todos somos políticos y vendedores de imagen.

Pues bien, sobre la definición de la realidad, y sus versiones, así cierra Goffman su cuarto capítulo sobre comunicarse saliéndose del personaje ("communication out of character"):

"En este capítulo se han examinado cuatro tipos de comunicación saliéndose del personaje: el tratamiento de los ausentes, el discurso sobre la representación, la colusión entre equipos, y las acciones de realineamiento. Todos estos tipos de conducta atraen nuestra atención al mismo punto: la representación ofrecida por un equipo no es una respuesta espontánea e inmediata a la situación, que absorba todas las energías del equipo y que constituya su única realidad social; la representación es algo con respecto a lo cual los miembros del equipo pueden tomar distancias, suficiente distancia como para imaginarse o para representar simultáneamente otros tipos de representaciones o funciones referidas a otras realidades. Ya sea o no el caso que los actores sientan que el espectáculo que ofrecen oficialmente sea "la realidad más real", expresarán subrepticiamente múltiples versiones de la realidad, cada una de las cuales tiende a ser incompatible con las otras". (207)

Es decir, no sólo puede haber múltiples realidades en conflicto, propuestas por los diversos sujetos o equipos (que por otra parte bien pueden colaborar también, en la escenificación de una misma realidad)—sino que además las múltiples realidades dividen al interior del sujeto, o la acción de cada equipo (cada equipo es un sujeto colectivo), de modo que los sujetos están definiendo a la vez diversas versiones de la realidad, unas de modo más prominente que otras... y con esta paradójica característica, que tanto la versión oficial como la versión que se escurre por las esquinas compiten, con diversos tipos de autoridad, para aspirar al papel de la realidad más real.

Siendo éste el caso, cómo va a haber tribunales de última instancia sobre la realidad de las cosas. Pero eso no nos hará desistir de intentar promover nuestra versión, o nuestro juego de versiones, de la realidad. De la multiplicidad de aspectos de una situación, seleccionamos los que preferimos subrayar, y les damos forma con nuestra atención, nuestra actuación y nuestras llamadas a la colaboración de los demás—a que vean lo mismo que nosotros, y pasen por alto e ignoren olímpicamente lo mismo que nosotros, aunque haya que señalarles qué es lo que deben ignorar. Y al resultado de esta negociación colectiva lo llamamos la realidad.




sábado, 23 de enero de 2010

La cinta blanca


Cinta en blanco y negro, de Michael Haneke, muy premiada, pero que a mí me ha decepcionado bastante (Das Weisse Band: Eine deutsche kindergeschichte). Aquí hay una reseña de Roger Ebert, siempre equilibrada como las suyas, y que expresa lo que seguramente viene siendo el consenso de la crítica, y la intención del director de la película. Algunos aspectos favorables de la película nos recuerdan a la logradísima Caché, del mismo director: el misterio cuidadosamente irresoluble, la expresión de tensiones psicológicas destructivas bajo una superficie de normalidad. Para mí no va tanto sobre "el origen del nazismo" como se dice por allí, como de la vida asfixiante en una pequeña comunidad donde todos conocen demasiado bien su puesto. Pero igual lo veo así porque soy de pueblo. Como dice Roger Ebert, si este ambiente sofocante de puritanismo hubiese de interpretarse como la antesala del nazismo, todos seríamos nazis. Y bueno, en toda pequeña comunidad cuidadosamente examinada se cuecen habas: tanto más en un pueblo como el de la película, tan dominado por la figura feudal del barón y los próceres locales. Es como si nos presentase el director la otra cara de la moneda de Ordet, de Dreyer, a la que recuerdan sus imágenes y ritmo muchas veces: hay aquí la misma presión religiosa y vida ordenada en la pequeña comunidad, pero vemos también el coste efectivo en opresión y violencia—de tanta pureza y simplicidad. La presión excesiva ha de salirse por las costuras. La violencia cazurra de los niños pasa aquí sin transición a los abusos ocultos de los mayores. Por otra parte, observando los niños de este pueblo, entre la normalidad y los Midwich Cuckoos, podemos ser víctimas—el maestro que percibe y narra la historia, el director Haneke, y nosotros mismos—de la falacia del hindsight bias, impactados por la experiencia del nazismo (esto parece que ha sido determinante en la carrera de triunfos de la película, un tanto errónea creo). Es decir: como luego prendió el nazismo en Alemania, en este pueblo han fumao. Y estas intrepretaciones causa efecto con retrospectivas... pueden ser también muy engañosas. Defectos de la película: demasiado larga. Lenta. Escenas demasiado detenidas. Cine europeo de los años setenta al cuadrado. Me recuerda a las de Wajda. Ironía del director al mostrarnos personajes irritantes o apocados, aplastados por su situación, o atrapados masoquistamente en ellas, sin darnos una salida emocional satisfactoria—lo cual sí expresa la tensión interior de los personajes, o la recrea miméticamente en el espectador, pero no es una experiencia agradable en el cine. Es molesto también el cruce de los puzzles irresolubles de Haneke con lo que debería ser o parece ser una historia contada al modo realista. Para que los autores de los crímenes sean misteriosos, o indeterminables (no parece haber uno sólo, sino una serie de actos diversos que se juntan en una atmósfera opresiva, en la mente del maestro)—para que se produzca eso, digo, hay personajes que no actúan coherentemente. Queda sin explicar que los niños no sepan quién los agredió, o más bien queda raro que no se explique por qué no lo saben, o que no lo explican. Más inexplicable es la desaparición de la comadrona, tras decir que había descubierto al culpable—pues tal como quedan las cosas se vuelve ella misma altamente sospechosa para el espectador. La reacción del maestro, a la vez sospechando de los niños del pueblo, y sin investigar suficientemente la desaparición de médico y comadrona, no parece muy razonable, y resulta más que nada desorientadora para el espectador que se deje llevar por la narración de este personaje. Para estar tan interesado en el tema, parece inconsistente que no informe mejor sobre qué sucedió después con la comadrona y su hijo, si realmente eran una clave. Y así se crea una sensación de investigación cerrada de mala manera. En suma, que quizá tengamos una narración a través de un testigo limitado, demasiado limitado, y que limita de hecho nuestra comprensión de lo que en realidad sucede, y el aprovechamiento e ilustración que se pudiera sacar de ello. La responsabilidad de interpretar se le pasa así al espectador... pero oiga, que nosotros no vivimos en ese pueblo, y nos faltan materiales. Ya tenemos el nuestro, donde tampoco todas las cosas son comprensibles.



Caché

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Double Talk


El capítulo 5 de The Presentation of Self in Everyday Life, de Erving Goffman, se titula "Communication Out of Character." En la comunicación, los sujetos proyectan un concepto del yo y del otro adecuados al intercambio comunicativo. Es lo que podríamos llamar la modalidad principal de la interacción comunicativa, pero también hay otras modalidades de comunicación alternativas o superpuestas a ésta, y sobre esta comunicación "saliéndose del personaje" versa el capítulo.

Resumiré primero algunos aspectos de este tipo de comunicación, para luego centrarme en la noción de "double talk".

Los sujetos comunicativos actúan en tanto que miembros de equipos que entablan un ritual social organizado:

"cada equipo tiende a suprimir su visión sincera de sí mismo y del otro equipo, proyectando una noción de sí y una noción del otro que sea relativamente aceptable para el otro" (167).

Los equipos colaboran no sólo en el acto social en sí que se esté llevando a cabo (una venta, una conferencia, etc.) sino también ayudándose mutuamente a mantener esta versión de sí que uno y otro quieren proyectar. Goffman escribió más sobre esto en su artículo "On Face-work" en Interaction Ritual.

Pero a la vez los individuos quieren comunicar que no se agotan en el personaje—suelen lanzar señales, a ciertos destinatarios, de que su visión de la situación o de los sujetos comunicativos, de sí mismo o del otro, es distinta de la oficialmente proyectada por la situación. Así que se abre un segundo canal de comunicaciones. Éstas, dice Goffman, no suponen un reflejo más auténtico de la "realidad"—pues la realidad es el conjunto de la situación. En cualquier caso, si se proyectan informaciones contradictorias, se requiere una gestión de impresiones, de públicos y de canales comunicativos para evitar interferencias indeseadas con el rol oficial y público del sujeto. Cuatro tipos distingue: el tratamiento de los ausentes, el discurso sobre la escenificación (staging talk), la colusión entre equipos, y las acciones de realineamiento.

Tratamiento de los ausentes.
Cuando un equipo se retira de la vista del público, a las traseras del escenario, muy sistemáticamente se produce un tratamiento derogatorio del público, inconsistente con el tratamiento que se les da cara a cara. (Podríamos hablar de una hipocresía sistemática de la interacción social—una "profanación ritual" del público y de la escena oficial, dice Goffman). Esto sirve para mantener la cohesión del equipo. Así, en un negocio, con frecuencia se satiriza o parodia el comportamiento "oficial" destinado a los clientes, o el comportamiento de éstos, con drama burlesco o apelativos grotescos para referirse a los clientes. A la gente se la tiende a tratar bien cuando están presentes, y mal cuando están ausentes: es "una de las generalizaciones básicas que se pueden hacer sobre la interacción" (175).

Discurso sobre la escenificación (Staging Talk):
Es el discurso interno del equipo sobre la escenificación y presentación de su show ante el público. "Lo que dicen los cómicos y los académicos son cosas muy diferentes, pero lo que dicen sobre lo que dicen es bastante parecido" (176)—lo que atrae la atención del público, las condiciones del local, cuestiones de organización del espectáculo, etc.


Colusión entre equipos. Goffman llama "colusión entre equipos" a cualquier tipo de comunicación colusiva que se transmite cuidadosamente de modo que no ponga en peligro la ilusión que se está presentando al público. Conlleva pues la creación de distinciones entre el público en general y algún sector del mismo que forma un grupo aparte y que sí ve esa doble comunicación.


"Cuando un participante transmite algo durante la interacción, esperamos que se comunique únicamente a través de los labios del personaje que ha elegido proyectar, dirigiendo abiertamente todas sus intervenciones al conjunto de la situación interactiva, de modo que todas las personas presentes se les da la misma categoría como receptores de la comunicación" (176)

—pero eso es una convención estructural, que permite precisamente su socavamiento. Por ejemplo, observa Goffman que los escuchetes están feos en público, pero que normalmente los participantes en una conversación privada ante otras personas hacen como si las demás personas pudiesen oír lo que están diciendo, aunque no sea el caso. En suma, que hay colusión entre equipos porque puede subvertirse esa definición única y pública de la comunicación: el actor puede comunicarse también saliéndose del personaje, pero haciéndolo de tal manera que sólo una parte del público vea que está sucediendo algo fuera de tono con la definición de la situación que se está transmitiendo. Aquí ya nos vamos acercando más a la cuestión del double talk. A veces se logra esa doble transmisión con un sistema de señales secretas: por ejemplo las palabras clave de los vendedores de grandes almacenes para transmitirse información a la vez frente al cliente y a sus espaldas, con objeto de facilitar la venta, librarse del cliente, etc. O las señales musicales que envía un pianista acompañante a un cantante, para hacerle volver al tono requerido. Cuanto más inconscientemente y espontáneamente se usen señales semejantes, tanto más desapercibido pasará para los interactores en colusión que de hecho ellos forman un equipo aparte: "un equipo puede ser una sociedad secreta, incluso para sus propios miembros" (184). La doble comunicación colusiva, surgida ante el público, puede perpetuarse aun en su ausencia, cuando no tiene sentido práctico inmediato—los actores pueden haber desarrollado una afición a esta manera de llevar a cabo su número.

Acciones de realineamiento. Hay posiblemente una diferencia sólo de grado entre la colusión entre equipos y las acciones de realineamiento que tratamos ahora. Hablábamos allí de tres equipos: los actores, el público en general, y los destinatarios de la comunicación secreta. En este otro caso basta con dos equipos, y un mismo público receptor de las dos líneas de comunicación ("oficial" y "extraoficial"). Cada equipo o sujeto dirige al otro una línea extraoficial de comunicación, en canales subordinados (insinuaciones, tono expresivo, ambigüedad, etc.), de tal modo que el comunicador pueda siempre negar que el mensaje ha sido enviado, si es que el receptor lo rechaza expresamente.


"Quizá la tendencia más corriente de la comunicación subterránea consiste en que cada equipo se pone a sí mismo de modo sutil en una luz favorable, y sutilmente pone al otro bajo luz desfavorable, a resguardo de cortesías verbales y halagos que señalan en la otra dirección" (191)

Otras veces esta comunicación subterránea va encaminada a modificar la distancia y formalidad o naturaleza de la interacción: se "sacan antenas" para ver si el otro o la otra responde, de manera quizá igualmente resguardada en principio, y poco a poco se reorienta el trato entre los dos interactores, y se puede pasar a poner la relación en otra categoría, de modo explícito. (Ligues y seducciones son un caso claro aquí). También cuestiones como orientaciones ideológicas, religiosas o políticas, se desvelan poco a poco y de manera ambigua, sin comprometer mucho al sujeto, y dándole opción de retirarse tácticamente si la respuesta no es la esperada. Es interesante la observación de Goffman sobre los homosexuales:


"Los protocolos para revelarse de manera protegida en el mundo homosexual tienen una doble función: revelar la pertenencia a una sociedad secreta, y realizar avances para una relación entre miembros particulares de esa sociedad" (193)

—y remite al relato de Gore Vidal "Three Stratagems" como ejemplo de estas negociaciones entre líneas.

Realmente parece que a todas estas comunicaciones por sobreentendidos, una vez se estabiliza una diferencia entre canal oficial y canal subordinado, sería aplicable el término double talk, o "doble discurso", que Goffman define así:


"Mediante esta técnica de comunicación dos individuos pueden transmitirse entre sí información de una manera que sea inconsistente con su relación oficial, o sobre un asunto inconsistente con su relación oficial. El doble discurso conlleva el tipo de sobreentendido que pueden transmitir ambas partes y mantenerlo durante un período considerable. Es un tipo de comunicación colusiva diferente de otros tipos de colusión en el hecho de que los personajes contra quienes se efectúa la colusión son proyectados precisamente por las personas que entran en colusión." (194)

—un bonito caso de cómo el sujeto es múltiple, un juego o gestión de sujetos presentados a diferentes públicos (entre ellos, posibles observadores, el interlocutor inmediato, y el propio sujeto si fuese lo que aparenta ser). A veces se comunican de esta manera, dice Goffman, un superior y un subordinado cuando el subordinado es quien conoce mejor las cuestiones del trabajo: mantienen su papel, pero por debajo es el subordinado quien da las instrucciones. También se da cuando los sujetos están pactando un acuerdo ilícito, pero les interesa mantener una fachada de legalidad y no dejar caer todas las máscaras ante el otro. Así se pueden cerrar tratos efectivos sin entablar un trato de solidaridad mutua entre los sujetos "oficiales".


"Y de manera más importante, quizá, el discurso doble se da de manera sistemática en situaciones íntimas domésticas y del trabajo, somo una manera segura de transmitir o rechazar peticiones u órdenes cuando esto no se podría hacer abiertamente sin alterar la relación" (195)

Un par de observaciones importantes más sobre el papel de los equipos y sus realineamientos hay en este capítulo.

Uno: Los equipos dividen a veces funciones entre sus miembros, lo cual lleva a una simetría a veces entre equipos rivales. Y entonces puede formarse un equipo "extraoficial" entre los técnicos de diversos equipos que desempeñan la misma función. Por ejemplo, entre los abogados de partes contrarias enfrentados en un juicio, o entre personas del otro equipo que (según captamos) entienden la situación de la misma manera que nosotros. Puede haber maniobras de complicidad, miradas, guiños, etc. que deben ser cuidadosamente gestionados para no entorpecer la labor del equipo. El papel de la mirada en el momento clave es aquí esencial para establecer estas valoraciones de la situación y alianzas extraoficiales.

Dos. En la conversación habitual, y especialmente en tono de broma, se forma un complejo juego de alianzas y traiciones, formaciones de equipos evanescentes, cambios de bando y realineamientos, de modo que este tipo de interacción es casi lo más característico de las escenas (rituales) de confraternización. Los sujetos son tan pronto aliados del equipo como público al que va dirigida la actuación, y en una sucesión de interacciones se pueden asumir papeles más o menos sostenidos de aliados, de asistentes y espectadores.

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La noción de double talk de Goffman funciona a un nivel distinto de los conceptos de inferencia, implicatura, sobreentendido, etc. que se analizan en pragmática. En efecto, el foco de esta noción no es lingüístico o lógico sino sociológico e interaccional. Así, los recursos lingüísticos mencionados pueden utilizarse para articular un double talk, pero no lo definen como tal. Lo que es determinante aquí es la presencia y reconocimiento de dos canales de comunicación, uno explícito y otro entre líneas—unidos a dos tipos de relaciones sociales diferentes entre los sujetos, relaciones que son negociadas o redefinidas mediante el uso de este doble discurso.

Me interesa la conexión de este fenómeno con cuestiones de pragmática literaria como los narradores no fiables, las modalidades de la ironía.... y también con la teoría del sujeto como socialmente constituido. Contenemos multitudes, decía Whitman, y los análisis de Goffman parecen convenir en ello: one is a crowd. Así que de todos los sujetos potenciales que contiene la persona con quien nos comunicamos, seleccionamos uno, o dos, y enviamos un tipo de mensaje que hace a esa persona reconocerse como tal sujeto, o como tal sujeto estratificado y dividido.

Los escritores que juegan con estos múltiples sujetos superpuestos, y nos ofrecen por ejemplo el discurso de un narrador no fiable, como canal de comunicación explícito, a la vez que mediante sutiles juegos de presuposiciones, de valoraciones aceptadas, de atentados al sentido común, etc., superponen a ese discurso otro discurso subterráneo—que paradójicamente es el discurso de la obra como tal–del drama (en el que los personajes suelen dividirse ente fiables y no fiables) o de la novela. A veces, por debajo de una obra en la que no hay ningún personaje ni discurso fiable puede correr sin embargo un canal de comunicación fiable cláramente discernible.

Otras veces, algunos escritores—más taimados, o más enredadores— juegan precisamente a emborronar la diferencia entre uno y otro canal de comunicación.

Muchas otras cuestiones interesantes de pragmática y hermenéutica surgen con esta consideración de los dobles discursos. El lenguaje no dice lo que dice, o más bien no hace lo que dice. El doble discurso tiene lugar entre los sujetos, que a veces han de ser extraídos o invocados de las profundidades del interlocutor, como si de demonios se tratara (Soy Legión....). A veces una larga secuencia discursiva tiene perfecto sentido lingüístico, pero su sentido interactivo va por otro lado, y consiste en una redefinición de la relación entre hablante y oyente—o una propuesta de ello; de modo que la acción del discurso sucede entre las palabras, o entre los sujetos, y ningún análisis textual del mismo nos desentrañaría ese sentido, si no acudimos a considerar el contexto global de comunicación.

Otras veces creemos detectar esas corrientes subterráneas que cruzan un discurso, pero puede ser un problema de sobreinterpretación, algún tipo de apofenia. Y otra cuestión más se plantea, y otra más allá detrás de esa, pues el sentido prolifera. Puede suceder que los mismos sujetos que están interactuando, o comunicándose a un nivel determinado, no sean plenamente conscientes de ese discurso subterráneo: o que éste sea evidente para uno de ellos, pero no para el otro, o que sea sólo un analista, o un tercero (o un narrador o lector, en el caso de la ficción) el que es capaz de detectar esos dobles mensajes que contienen las palabras. O mejor dicho, que contienen cuando las dice la persona adecuada en la situación adecuada—como una fórmula mágica que no funciona sin esas condiciones de felicidad.




viernes, 22 de enero de 2010

Autoridad maquiavélica pura


Para quien no entienda, como no entiendo yo, la pseudopolítica de pseudopartidos y grupos en la Universidad, recomiendo mucho leer el artículo de José Carlos Bermejo Barrera sobre la pequeña política académica, "¿Quién debe gobernar las Universidades? Ensayo sobre la legitimidad académica". Repasa diversas modalidades y avatares del poder, autoridad y "gobernanza" universitaria. Y no me puedo resistir a reproducir aquí su última sección, "Autoridad maquiavélica pura", que versa sobre los grupillos y liderazgos en la actual universidad española. ¿Por qué? Pues porque el autor nos tiene cachaos, como si nos hubiese estado mirando por el agujero de la cerradura. Observen, observen—e ilústrense:



Autoridad maquiavélica pura

Ese tipo de autoridad se basa en la mera búsqueda del poder por el poder mismo, a lo que Nicolò Maquiavélico llamó virtú. Según él, todo el mundo desea el poder y quien tiene el poder desea conservarlo e incrementarlo. A su vez, siguiendo un criterio establecido por Thomas Hobbes, podemos decir que en la universidad española “tener el poder es tener el crédito de que se tiene el poder”. O lo que es lo mismo, eres poderoso si consigues hacer creer a los demás que eres poderoso.

Como en la universidad española el prestigio académico, nunca plenamente medible, e incluso muchas veces intangible, nunca llegó a cuajar plenamente, muchos profesores han llegado a la conclusión de que hacer creer a los demás que se tiene poder es lo único importante, porque así también pasarán a creer que tenemos prestigio. Y esto es cierto porque no es el prestigio el que otorga el poder, sino el poder el que otorga el prestigio.

Es pues necesario conseguir el poder, que podrá ser:

a)- político, pasando continuamente de la universidad a la política y vicecersa;

b)- económico, controlando los recursos económicos de los demás profesores y de las universidades, gracias a los sistemas de concesión de proyectos, puestos, cargos, o complementos salariales, tanto en el ámbito académico como en el político, en sus cuatro niveles: local, provincial, autonómico y estatal,

c)- académico, ocupando cargos como resultado de procesos electorales que imitan los procesos políticos. Una vez que se consigue este último poder no sólo se consiguen controlar los recursos materiales de las universidades y a las personas que trabajan en ellas, sino también establecer el dominio del lenguaje y sobre todo, el control de los sistemas de producción de normas y procesos de evaluación.

Ahora bien, ¿cómo se desarrolla el juego electoral? Básicamente mediante un sistema de simulaciones superpuestas.

La primera de ellas es una simulación política. A la muerte de Franco todos los partidos políticos clandestinos estaban dotados lógicamente de una gran legitimidad política. Muchos profesores antifranquistas se agruparon para intentar pasar a gobernar las universidades todavía en manos de algunos herederos del franquismo. Esos grupos fueron muy minoritarios, en principio, y además nunca se pudo ver de modo nítido su afiliación política, puesto que los partidos políticos y los sindicatos no los apoyaban explícitamente, aunque todo el mundo sabía quién era quién en la universidad española.

En esos grupos políticos opacos no había ni carnets ni criterios de afiliación. Se trató de grupos fluidos y en los que se apelaba básicamente, como es lógico en la universidad, a la racionalidad y al prestigio académicos, que se pretendían introducir ahora por primera vez en la misma universidad. Fue la apelación a los valores académicos y el carácter difuso de esos mismos grupos lo que favoreció que, una vez que lograron democráticamente el control de muchas universidades españolas, se viesen incrementados en su supuesta afiliación por muchos otros profesores de todas clases de coloraciones políticas que vieron en ellos la nueva forma de promocionarse académicamente.

Surgieron así grupos de presión, o meras camarillas académicas, nunca apoyadas claramente por partidos y sindicatos, cuyos miembros en muchos casos ni siquieran se dieron a conocer públicamente, pero que actuaron, no como lo que eran (grupos de intereses académicos, y a veces incluso de amigos o parientes, como ocurría en algunas de las universidades de la Edad Moderna de las que habla W. Clark), sino como portavoces simulados de ideologías y partidos políticos: nacionales, regionales o estatales.

En segundo lugar tenemos una simulación académica. En ella un profesor o un grupo de profesores pasan a hablar, ya no como “políticos sui generis”, sino como científicos de prestigio. Un prestigio que, tengan o no, ellos mismos se encargan de exhibir continuamente, no con el fin de continuar incrementándolo con su trabajo científico, sino con el fin de gobernar a los otros profesores a partir de ese supuesto prestigio, que los demás profesores no serán capaces de valorar, ya que no son especialistas en el campo especifico de quien exhibe su autoridad intelectual, pero con el que se pretende intimidarlos, intentando convencerlos de que, si reconocen ese supuesto prestigio, podrán beneficiarse de algún modo de todos los privilegios que puede conceder la autoridad académica.

Se puede utilizar esta simulación cuando no sirve la simulación política, dando así algunos profesores la impresión de que poseen lo que antes se llamaba una personalidad múltiple, y que ahora en el DSM IV norteamericano se llama simplemente personalidad intestable.

A la simulación política y académica se puede añadir la simulación económica. Cuando profesores que son básicamente funcionarios pasan a hablar e intentan actuar como si fuesen empresarios, ya sea estableciendo contactos con empresas existentes o intentando crear sus propias empresas (blindadas de los vaivenes del mercado gracias al amparo que las universidades y los fondos públicos pueden proporcionar hoy en día a empresarios de todo tipo, siempre dispuestos a parasitar el presupuesto del estado y los fondos de las universidades), caen en una profunda contradicción, que les llevará a oscilar, en su comportamiento y en sus expresiones verbales, entre estos dos polos opuestos: la renta pública y el mercado, lo público y lo privado, pasando de un lado al otro de modo oportunista según lo requieran las circunstancias de cada momento, o las personas con las que se esté hablando. De modo que se podría hablar de un cambio de personalidad a demanda del usuario.

La misma utilización oportunista de palabras y argumentos puede darse también en otro tipo de simulación, la simulación de la defensa de causas justas.

Estas causas, que transcienden a veces el ámbito de las ideologías estrictamente partidistas, causas como el feminismo, el ecologismo, o cualquier otra, también han sido utilizadas de un modo oportunista por parte de las autoridades académicas o de aspirantes a serlo, en el campo de la vida académica ordinaria y en las confrontaciones de los procesos electorales, cuando en ellos se da una confrontación verbal y no una mera captación, sin más, de votos.

Las causas justas, como la paridad en los cargos, se utilizan muchas veces no porque se crea en ellas, sino porque pueden ser rentables electoralmente, de modo que, por ejemplo, una profesora puede postularse como una buena candidata a un determinado cargo académico porque es una mujer - eso es evidente si es una profesora - cuando conviene decir que se es mujer, y pedir una cuota de poder; como política, cuando interesa reivindicar su militancia, o como científica eminente, cuando éste sea el criterio más rentable. Con lo cual se consigue manipular del mismo modo a demanda la causa feminista.

Del mismo modo, en el caso de las nacionalidades históricas con lenguas propias, se puede utilizar la reivindicación de las lenguas nacionales, cuando convenga y no sea mejor proclamarse internacionalista y hablar inglés (como buen científico).

Es curioso comprobar sin embargo que, al contrario de lo que ya ocurrió en los los EE.UU., los criterios contra la discriminación por opciones sexuales de gays y lesbianas y el consiguiente establecimiento de cuotas aun no han sido aplicados en el caso de la universidad española, sencillamente porque aún es muy puritana. Cuando deje de serlo tendremos una nueva causa a utilizar por los candidatos y otra causa justa a manipular a demanda por parte de las autoridades académicas, hasta ahora pudibundas, que estarán dispuestas a buscar su legitimidad en cualquier parte.

Hemos podido observar en España el paso de una legitimidad académica tradicional lastrada por la historia a otra carismática, alterada por criterios políticos de partido, de ésta a la autoridad burocrática pura, a la autoridad burocrática ejercida por el mero placer de la burocracia, y de esta última a la exaltación de los criterios de mercado para no cumplirlos nunca.

Todos los criterios sirven, todos los lenguajes se pueden utilizar porque, en el fondo, quienes hablan en el campo de la autoridad y la legitimidad académica están convencidos de que en la universidad española las palabras no significan nada, porque todos los discursos son igualmente banales y se pueden utilizar paralela y simultáneamente, a pesar de que parezcan contradecirse entre sí. Y porque sólo hay una cosa segura, porque sólo existe un lugar en el que reside la verdad, que es el del puro ejercicio del poder.

Un poder cuyo ejercicio ha conseguido que España haya aportado una gran novedad en el campo académico: la creación de un nuevo tipo de profesor europeo, el profesor maquiavélico puro, maestro en el uso de todo tipo de argumentos, capaz de negociarlo todo, de pactar con quien sea necesario con el fin de conseguir el objeto más deseado: el puro placer de gobernar a muy pequeña escala. Y de este modo poder seguir hablando sin parar una nueva lengua que consigue convertir en realidad los deseos de quienes la hablan, a costa de hacer desaparecer la realidad misma.

(Esto es lo que en otras ocasiones hemos llamado, en su aplicación a nuestro contexto inmediato, la Matrix Departamental. Pues nuestro departamento de Filología Inglesa y Alemana es un caso muy atacado de estos síndromes pintorescos, donde el rancio feudo converge con la Convergencia Europea...).



Walk the Line


En efectivo, la canción de Johnny Cash. O más bien a version thereof:




jueves, 21 de enero de 2010

Pibo Na'vi


Mis esfuerzos por aficionar a los pequeños al inglés o al francés no dan muchos resultados. Pero en cambio Pibo ha desarrollado una afición súbita al idioma Na'vi, que ya tiene varios sitios web en la red. Este de Learn Na'vi le queda un poco grande, así que le acabo de imprimir la entrada sobre Na'vi en la Wikipedia. Ya va saludando por ahí diciendo "Eywa ngahu". Cualquier día nos aparece pintado de azul. Por cierto, que se parecen un montón estos Na'vi al Rondador Nocturno, por no decir a los Pitufos.


Avatar


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miércoles, 20 de enero de 2010

Noah's Compass

 
La brújula de Noé; ésta es la última novela, por ahora, de Ann Tyler; no va de nadie llamado Noé, pero en casi todas las novelas con títulos simbólicos hay un pasaje en el que se explica el título. Yo los marco con subrayados verticales en el margen, suponiendo que las rayas verticales sean subrayados, y pongo "TÍTULO". Suelen ser pasajes éstos muy indicativos sobre cómo concibe el autor, autora, el sentido e intención de su novela. En este caso, el protagonista es un prejubilado llamado Liam, que intenta encontrar un sentido a una vida que se le ha quedado de repente vacía y desocupada. Y aquí viene el pasaje "TÍTULO". Un nietillo que le han dejado para que lo cuide—Liam no le tiene ningún apego, y es mutuo. El niño tiene una madre cristiana militante; está estudiando la Biblia, y le pregunta a su abuelo por el Arca de Noé, si iba a gasolina. No, no iba a gasolina...

—"¿Entonces era un velero?"
—"Pues sí, supongo que sí," dijo Liam. Aunque nunca había visto velas en las ilustraciones, ahora que lo pensaba. "En realidad," dijo, "supongo que tampoco necesitaba velas, porque no iba a ninguna parte."
—"¡Que no iba a ninguna parte!"
—"Es que no había ninguna parte a donde ir. Solo intentaba seguir a flote. Sólo iba subiendo y bajando un poquito, así que no necesitaba ni brújula, ni timón, ni sextante..."
—"¿Qué es un sextante?"
—"Creo que es algo que averigua las direcciones por las estrellas. Pero Noé no necesitaba averiguar las direcciones, porque todo el mundo estaba sumergido así que daba igual." (219-20)

Bien, pues así está el personaje Liam más o menos, flotando sobre lo que se sumergió. Sólo que no lleva a nadie en su arca; ni a una pareja de monos siquiera. Se da cuenta de que su trabajo al que se ha venido dedicando le ha ido aportando cada vez menos, y que ha culminado su carrera como un prejubilado ignorado por todos, y desinteresado en realidad de la enseñanza y de la filosofía que antes le interesó. Había intentado sin éxito doctorarse, e interrumpió la carrera académica para criar niños cuando se casó. Pero es que su vida familiar tampoco ha sido un éxito. Su primera esposa murió tras una depresión postparto que les amargó el matrimonio. Su segunda esposa Barbara se divorció de él, no por nada en concreto, sino por aburrimiento, o porque no se comunicaba con él, lo consideraba un tanto encerrado en sí mismo o ausente. Y así va pasando Liam por la vida, y se enfrenta tras su jubilación al pisito en el que prevé pasar la etapa final de su vida, sin grandes expectativas.

Un par de cosas sí le ocurren. Se despierta un día en un hospital con la cabeza rota. Al parecer un ladrón le ha dado un golpe, y tiene amnesia local, no se acuerda de ese día. Liam cree que le va en algo recuperar la memoria, y consulta a un neurólogo—y por casualidad se fija en una persona que estaba en la sala de espera. Es una mujer, una acompañante que ayuda a un señor mayor a manejarse y a recordar cosas. Liam se obsesiona un tanto con ella, y busca una excusa para conocerla. Quizá ella le ayude a recordar, o tenga alguna clave para orientarlo en la vida. Y en efecto traban amistad, y hasta se enamoran un poco, dentro de sus límites y precauciones. Esto choca un poco a la familia de Liam, un poco más pendientes de él ahora que le habían dado un golpe; lo van visitando y les choca ver aparecer por allí día sí día también a la gordita Eunice.

... pero todo acaba en nada. Descubre que su enamorada, Eunice, es una persona que también va por la vida flotando, sin criterio—y que está casada, todo un chasco. No quiere a su marido Eunice, y propone dejarlo. Pero Liam se ha llevado una decepción, y es un hombre de moral matrimonial severa. Le pide a Eunice que se marche y no lo llame más. Visita algo más a su familia. A su padre, que aún vive—a buenas horas se entera de que el viejo se había sentido dolido, porque sus hijos se distanciaron de él al divorciarse de la madre de Liam, echándole la culpa de lo que no salió bien. Vuelve estos tiempos a pensar Liam en su divorcio, en su vida, en la orientación poco satisfactoria que le ha dado.... en cierto sentido, piensa, Eunice si que ha resultado ser su "recordadora". Se da cuenta de que ha pasado por la vida sin implicarse realmente en ella, "es como si nunca hubiera estado presente por completo en mi propia vida" (263). El hueco en su memoria ligado a la agresión que sufrió le hace darse cuenta de que el hueco es aún mayor: en realidad ha ido olvidando, siempre, toda su vida: "¿Dónde está el resto? ¿Dónde está todo lo demás que he olvidado: mi niñez y mi juventud, mi primer matrimonio y mi segundo matrimonio y cuando crecían mis hijas?" (241). Al lector le llegan informaciones fragmentarias sobre todo esto, igual que al propio protagonista. Y es cierto: el pasado podemos recuperarlo un poquito a veces, pero es lo que hemos olvidado, o al menos no lo tenemos presente.

Tiene Liam un sentimiento de bienestar al entrar un momento en la cocina de su ex, Barbara—pero al fin nada lleva a nada. Su familia o exfamilia (todo parece lo mismo) son tan poco afectivos como él—a pesar del nombre céltico, parecen todos ingleses en el peor sentido, desapegados, indiferentes, fríos como marmolillos. En la novela no hay iluminación ni epifanía, ni arco iris, ni baja el nivel de las aguas. Liam no reconstruye su vida espectacularmente, pero sigue a flote. Busca un trabajillo de asistente en un colegio. No vuelve a ver a Eunice, último vislumbre del amor, ni busca otra pareja. No estrecha relaciones con su familia. Le echaron. No les guarda resentimiento, pero no les tiene cariño, ni tiene gustos ni intereses en común con ellos, ni los necesita. No tiene gustos ni deseos ni afectos ni intereses, realmente—ha ido empobreciendo y limitando su vida. El final del libro se limita a constatar lo que queda al final del día, y apenas hay ironía en su valoración del personaje. La vida, realmente, no da para mucho más a fin de cuentas, una vez ha pasado uno por ella— y mejor saberlo:

"Sócrates dijo... ¿Qué es lo que dijo? Algo sobre que cuantas menos necesidades tenía, más cerca estaba de los dioses. Y en realidad Liam no necesitaba nada. Tenía un sitio pasable donde vivir, un trabajo suficientemente bueno. Un libro para leer. Un pollo en el horno. Era solvente, si no rico, y tenía buena salud. Bastante buena salud, de hecho: sin dolores de espalda, sin artritis, sin prótesis de caderas ni de rodilla. La brecha del cuero cabelludo se había curado de modo que apenas notaba una ligerísima línea en relieve, apenas más ancha que un hilo. Le había crecido el pelo otra vez para ocultarla completamente a la vista. Y la cicatriz de la palma de su mano se había encogido de modo que era sólo una especie de mella.
Casi podía convencerse a sí mismo de que nunca le habían herido". (277)

Igual es que es difícil de herir... La novela, para ir sobre un personaje sin interés, se lee con interés notable. Va de lo más interesante: del presente y de cómo va pasando, del pasado y lo que queda de él, de la vida cotidiana... Y si hay decepción al ver que para en nada, es una decepción buscada, significativa, y amortiguada por la inercia del propio personaje con quien nos hemos identificado. Uno se sospecha que quizá sea una desilusión, o falta de capacidad de ilusión, que nos aceche a todos, más o menos, en el presente o en el presentible. No todos somos tan carentes de rumbo como este personaje. Pero igual a fin de cuentas la única dirección no engañosa es la pura flotación en la vida, watching the wheels.

martes, 19 de enero de 2010

¿Viraje laicista en la Universidad?


Según El Periódico, la Universidad de Zaragoza ha determinado, por boca del vicerrector de política académica, que no procede promover actos religiosos asociados a la Universidad. Aquí está la noticia—a resultas de una petición hecha por un profesor de Derecho, protestando por una misa al patrono de su Facultad. Supongo que esto se hace en estricto cumplimiento de la no confesionalidad del Estado y de la Administración a la que pertenece la universidad. Hay que aclarar que sí se deja margen a que estos actos de homenaje a los Santos Patronos se organicen "por iniciativa individual".

Ahora bien, persiste un pequeño problema. El calendario académico de la Universidad de este año, y de todos, incluye explícitamente las fiestas de los diversos patronos de cada centro, días festivos que se celebran en ellos. Lo único prohibido será la misa, supongo que no la fiesta. Una comida o un concierto... pues no lo sé, ya podría interpretarse como un acto de homenaje al patrono. Lo de no trabajar, como no es un acto, sino una carencia de acto, pues debe ser que no cuenta.

No sólo está San Raimundo de Peñafort, origen de la controversia, sino que también figuran en el calendario académico oficial San Lucas, San Alberto Magno, Santa Isabel de Hungría, San José de Calasanz, San Francisco Javier, San José, San Vicente Ferrer, San Isidoro, San Francisco de Asís, y el Obispo Tajón, que no sé si llegó a santo, pero a patrono sí. Y San Braulio de patrono general. En algún centro está como fiesta el Sermón de las Tortillas, que también me suena a cosa de misas y romerías. Aparte, la Universidad guarda un montón de fiestas autonómicas o nacionales todas llenas de santos—desde las Navidades hasta las siguientes Navidades. Supongo que el profesor de Derecho también habrá protestado al colegio de Abogados, para que quiten a San Ivo de su nómina. Y que el Rectorado estará ya repensando un nuevo calendario académico, con fiestas de Fructidor, Germinal, Floreal y demás.

Para hacerlo bien bien, igual habría que refundar la Universidad, institución de origen eclesiástico—o al menos empezar por suprimir la figura de San Pedro del escudo de la Universidad. Claro que para eso habrá que cambiar los estatutos, que los cito en su Anexo sobre "Emblemática":

D) El Sello. El Sello de la Universidad de Zaragoza es
circular y posee dos funciones básicas: la de validación
documental y la de emblema logotípico.
1. Validación documental. De 40 mm de diámetro, realizado
a línea de sable, se figura en el centro del campo a
San Pedro tocado de tiara, portando cruz de seis brazos alzada,
en su mano izquierda y dos llaves dispuestas en aspa
con los paletones arriba y hacia el exterior, en la derecha,
sedente en cátedra, con terraza de baldosas; acompañado, a
derecha, del Escudo de Aragón (con los cuarteles ordenados
asistemáticamente, según la práctica de 1588: Cruz de Íñigo
Arista, Cruz de San Jorge cantonada de cabezas de moro,
Árbol de Sobrarbe y Señal Real de Aragón) y, a izquierda,
del Escudo de Zaragoza; debajo del primero, una ‘S’
(=Sanctus) y, debajo del segundo, una ‘P’ (=Petrus).
(Cruz de Íñigo Arista) STVDIVM (Cruz de San Jorge
cantonada de cabezas de moro) GENERALE (Árbol de Sobrarbe)
CIVITATIS (Señal Real de Aragón) CAESARAVGVSTANAE.
2. Emblema logotípico. Se representa de tres modos:
a) A línea, de sable, para membretes documentales.
b) Para la bandera de exteriores y publicidad en general.
En campo de plata, imagen de San Pedro con indumentaria
blanca, tocado de tiara, de oro, con halo, de oro, cruz latina,
de oro, pendiente del cuello, y portando cruz de seis
brazos alzada, de oro, en su mano izquierda, y dos llaves
dispuestas en aspa con los paletones arriba y hacia el exterior,
en la derecha (de oro la del reino de los Cielos y de plata
la del reino de la Tierra), sedente en cátedra, con terraza
de baldosas, de azur y plata; acompañado, a derecha, del Escudo
de Aragón (con los cuarteles ordenados asistemáticamente,
según la práctica de 1588: Cruz de Íñigo Arista, Cruz
de San Jorge cantonada de cabezas de moro, Árbol de Sobrarbe
y Señal Real de Aragón) y, a izquierda, del Escudo
de Zaragoza; debajo del primero, una ‘S’ (=Sanctus), de sable
y, debajo del segundo, una ‘P’ (=Petrus), de sable.
Todo ello, circundado de bordura de oro, con la denominación
de la Universidad, en letras de sable, intercalando en
ella los cuarteles del Escudo de Aragón, en sus respectivos
esmaltes:
(Cruz de Íñigo Arista) STVDIVM (Cruz de San Jorge
cantonada de cabezas de moro) GENERALE (Árbol de Sobrarbe)
CIVITATIS (Señal Real de Aragón) CAESARAVGVSTANAE.
c) Para los diplomas de los títulos oficiales que expide
la Universidad como certificación de estudios cursados en la
misma, en los cuales se muestra en simetría con el Escudo
de España.
En campo de plata, imagen de San Pedro con indumentaria
blanca, tocado de tiara, con halo de oro, cruz latina, de
oro, pendiente del cuello, y portando cruz de seis brazos alzada,
de oro, en su mano izquierda, y dos llaves dispuestas
en aspa con los paletones arriba y hacia el exterior, en la derecha
(de oro la del reino de los Cielos y de plata la del reino
de la Tierra), sedente en cátedra, con terraza de baldosas;
acompañado, a derecha, del Escudo de Aragón (con los
cuarteles ordenados asistemáticamente, según la práctica de
1588: Cruz de Íñigo Arista, Cruz de San Jorge cantonada de
cabezas de moro, Árbol de Sobrarbe y Señal Real de Aragón)
y, a izquierda, del Escudo de Zaragoza; debajo del primero,
una ‘S’ (=Sanctus), de oro, fileteada de sable y, debajo
del segundo, una ‘P’ (=Petrus), de oro, fileteada de sable.
Todo ello circundado de bordura de azul cobalto, con la
denominación de la universidad, en letras de oro, intercalando
en la misma los cuarteles del Escudo de Aragón, en sus
respectivos esmaltes:
(Cruz de Íñigo Arista) STVDIVM (Cruz de San Jorge
cantonada de cabezas de moro) GENERALE (Árbol de Sobrarbe)
CIVITATIS (Señal Real de Aragón) CAESARAVGVSTANAE.
En los diplomas de licenciado se incluye en la parte inferior
de la orla el emblema distintivo de las correspondientes
enseñanzas; en los de doctor, se representa la divisa del protector
Pedro Cerbuna: un ciervo, de oro.



Esto está muy bien redactado, pero seguro que hay que cambiarlo ahora que cambian los Estatutos. Si es que hasta el ciervo es sospechoso. ¿Abrimos un concurso de Nuevos Patronos (laicos) y Nuevos Logotipos? Y habrá que revalidar los documentos validados con una emblemática inconstitucional.

Uf, esto se va complicando más cuanto más lo piensas... Aquí va a haber que rediseñar muchas cosas—también el escudo de Aragón. Al Sobrarbe, podarle la cruz, en puridad aconfesional. Y las cabezas de moro, psché, eso va en gustos; no es, estrictamente hablando, muy católico.

__________

PS: Los estudiantes de EDU proponen, en efecto, la retirada de todos estos símbolos. Hombre, también podían poner de patrono a Ramón y Cajal, que tienen su estatua en el Paraninfo, aunque no le dejaron llegar a catedrático en esta Universidad.

Epidemia tribal

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lunes, 18 de enero de 2010

El nuevo paradigma


El nuevo paradigma en teoría crítica, literaria y artística lo define a su manera Norman Holland en un mensaje a la lista PsyArt.
Hi, gang,


This Q and A is from the NYTimes' interviewer Deborah Solomon and Terry Castle, professor of 18th century literature at Stanford, best known for The Literature of Lesbianism:

What are the latest trends in academia? Is poststructuralist theory dead yet?

Well, it carries on in its zombielike, jargon-ridden way here and there. But it's on the wane. The smartest literary scholars right now are interested in evolutionary psychology and brain science -- how we may be hard-wired for fiction-making, aesthetic appreciation and the like.

'Nuff said,

Norm

Básicamente: se reacciona contra el constructivismo cultual y el postestructuralismo (la tesis de que 'nada se nace, todo se hace' y se da un bandazo al lado opuesto. De hecho los manifiestos a favor de este giro datan ya de hace quince años. Pueden leerse en el sitio web de Joseph Carroll los artículos "Evolution and Literary Theory" y "Poststructuralism, Cultural Constructivism, and Evolutionary Biology", luego incluidos en Literary Darwinism. Son una defensa elocuente y un tanto radical de esta nueva orientación. Más reciente es "Literary Study and Evolutionary Psychology: The Once and Future Discipline" del mismo autor. Y otra intervención igualmente reciente en esta línea, e impresionante por su panorámica y documentación, es el libro de Brian Boyd On the Origin of Stories.

A mí me encanta el evolucionismo y la teoría cultural evolucionista (así que supongo que en parte soy uno de esos "smartest literary scholars" a los que se refiere Holland)—y sin embargo desconfío de los paradigmas y sus movimientos a bandazos, y su tendencia a tirar el bebé con el agua del baño, como dicen por allí. Me gusta más encontrar puntos de encuentro y aprovechar los insights de cada paradigma. Así que me apunto al nuevo paradigma, pero con precaución: me interesan tanto los descubrimientos sobre tendencias innatas y generales, como la manera en que esas tendencias encuentran vías en un contexto social determinado, y adoptan formas culturalmente guiadas y condicionadas por un entorno, digamos una "ecología cultural", concreta e históricamente específica. Para una crítica (desde una perspectiva humanista) a los excesos del nuevo paradigma, puede verse a Raymond Tallis, "On Evolutionary Reductionism".

domingo, 17 de enero de 2010

Beowulf retocado digitalmente


Me veo otra película de animación con captura de movimiento, Beowulf—también de Robert Zemeckis, después de Cuento de Navidad (y de Polar Express). Esta técnica de animación hiperrealista se presta a jugar con las imágenes de los actores, dándole una vuelta de tuerca más al star system. Tras la permanencia de la cara de las estrellas en sus múltiples papeles, y tras las metamorfosis de la cara de la estrella, interpretando personajes muy distintos a ellos, con caracterizaciones extravagantes (o monstruosas, a lo Sigourney Weaver), llega esta nueva fase estelar: representaciones flexibles y maleables de la cara de las estrellas, más o menos próximas o más o menos distorsionadas, mediante la tecnología digital. Y así vemos ahora a Sigourney Weaver en versión Na'vi en Avatar, o (como sucede aquí) a Anthony Hopkins o Angelina Jolie recreados adorativamente por los diseñadores gráficos. Algunos decían que la recreación era tan perfecta que era gratuita, que era absurdo poner un dibujo animado hiperrealista donde se podía poner el original. Pero la imagen vive de sus recreaciones y repeticiones con variación (ver Worth1000), así que esto es perfectamente consonate con el star system, todo imagen él. Aparte de que se posibilitan así unos efectos especiales espectaculares y fluidos. Falla un poco a veces el movimiento, en detalles como el galope de los caballos: la impresión del espectador pasa de ver unos dibujos animados bien hechos, a ver la cosa misma, y este margen de diversidad a mí no me parece un defecto sino una experiencia particular de este tipo de tratamiento de la imagen. En fin, que desde el punto de vista de la imaginación visual, el color, la ambientación, la fotografía, es tan espectacular como todas la de Zemeckis, y muy recomendable de ver; una adición de primera categoría a la estela intertextual y a la nube de versiones y alusiones que va dejando el poema anglosajón en el arte posterior.

En cuanto a la historia que se nos cuenta, viene a ser un serio retoque de Beowulf, metiendo los dígitos en el viejo asunto de dragones y monstruos, para darle más consistencia narrativa, y en realidad ofrecer una perspectiva que transforma completamente la historia. En resumen, adaptar es interpretar, o reinterpretar; si no construir una historia nueva con materiales antiguos. Aquí la historia de Beowulf se reinterpreta, para darle una inyección de argumento, de narratividad, de causa y efecto, y de elección moral. Son por tanto cuestiones que el adaptador echaba de menos en la vieja saga del inglés antiguo, y viene a remediarlo con una cierta dosis de leyenda artúrica y de Joseph Campbell—si no de Freud, pues Grendel vuelve a Heorot como el retorno de lo reprimido.

Me ha traído a la mente, esta voluntad de narrativizar Beowulf, los comentarios de Tolkien en su interpretación del poema, "Los monstruos y los críticos." Allí defendía al poeta anglosajón, y la coherencia estética e histórica de su obra, frente a las críticas de otros medievalistas que la veían, precisamente, carente de estructura, desequilibrada en su interés por los monstruos, desproporcionada en la insignificancia ética de la lucha del héroe, e inconsistente en términos religiosos (¿es pagana? ¿cristiana?).

Para Chambers,


"Nada podría poner mejor de manifiesto la desproporción de Beowulf, que 'coloca las irrelevancias en el centro y desplaza los asuntos serios a la periferia', que esta alusión a la historia de Ingeld [tratada como un mero comentario al pasar en el poema]. Porque en este conflicto entre la palabra empeñada y el deber de la revancha, tenemos una situación que los viejos poetas heroicos amaron, y que no habrían cambiado por una desolación de dragones" (cit. por Tolkien, 20).

Citaba Chambers a Ker. Pues para Ker, Beowulf es un matador de monstruos demasiados simplista: no tiene interés ético su vida, y la grandeza literaria del poema está en su tono y atmósfera:


"Beowulf no tiene nada más que hacer una vez ha matado a Grendel y a su madre en Dinamarca: se marcha a casa, a su Gautlandia, hasta que el paso de los años trae al Dragón de fuego y su última aventura. Así de simple. (...). Pero la gran belleza, el auténtico valor de Beowulf, reside en la dignidad de su estilo. Es curioso, pero su estructura resulta ridículamente endeble. Porque mientras que la historia principal es la simplicidad personificada, el más llano de los lugares comunes de la leyenda heroica, las constantes alusiones históricas que la rodean remiten a un mundo de tragedia, a una temática de procedencia muy distinta a la de Beowulf, más próxima a la tragedia islandesa." (19)

Para Tolkien, la cosa es distinta. Los monstruos tienen su justificación, pues viniendo de la tradición pagana, han adquirido un aura un tanto alegórica de figuras del mal cristiano (Grendel como descendiente de Caín), sin perder el aura ominosa de la vieja tradición pagana; aunque esta se va desvaneciendo ante la llegada del cristianismo, "la sombra de su desesperación aun a modo de simple talante, como una intensa emoción de pesar, todavía está presente" (34); es el momento histórico del poema el que le da a estos símbolos su peculiar efectividad. En cuanto al pequeño problema de la inconsistencia estructural, de desconexión episódica entre los episodios de los monstruos y el del dragón, con nada menos que cincuenta años enmedio, en que perdemos de vista al héroe, pues tampoco eso es objeción para Tolkien:


"El poema 'adolece de falta de continuidad': de este modo encabeza Klaeber una sección crítica de su edición. Pero el poema no fue pensado para que su desarrollo tuviera una continuidad. Se trata en esencia de un equilibrio, una oposición entre finales e inicios. En sus términos más simples es una descripción contrastada de dos momentos de una gran vida, el encumbramiento y el ocaso; una elaboración del antiguo e intensamente conmovedor contraste entre la juventud y la vejez, el primer logro y la muerte inexorable." (40).

Así pues, una estructura admirable y lograda en los términos elegíacos que buscaba el propio poema. Este juicio de Tolkien es ampliamente aceptado hoy.

¿Pero qué hace la película con este poema y esta estructura? Bien, más vale que la estructura sea buena, porque el lenguaje y el estilo desaparecen en la adaptación—y la voz narrativa, gran protagonista invisible de Beowulf— con lo cual nos podíamos quedar con una historia que se disuelve como un azucarillo. Tebeos de monstruos hay muchos, empezando por La Guerra de las Galaxias, y es inevitable una nivelación general de Beowulf a este género de sword and sorcery. Las imágenes, ciertamente, por lograda que estén, no transmiten el sentimiento de gravedad, tormento y dignidad del original, a no ser de modo muy tenue y pasado por el peaje del género... así que este caso de transposición intermedial habría que ponerlo con señales de peligro para los amantes de la Alta Seriedad.

Una cosa que sí hace decididamente la adaptación dirigida por Zemeckis es hacer más complicada y trabada la trama del original—y convertirla en una historia de culpa, de secretos y de pecado del héroe, totalmente ajena al feliz simplismo psicológico del poema anglosajón. Con lo cual Beowulf se nos va perdiendo en la bruma, y nos queda una variante que rememora más las historias artúricas del estilo de Lanzarote, de Chrétien de Troyes o de Sir Gawain and the Green Knight (también comentada por Tolkien, ésta)— Si no directamente en la línea de El Señor de los Anillos, o de Excalibur mitologizada à la Boorman. Consolémonos pues (si es consuelo) con que lo que se pierde del original se gana en relación intertextual con esta tradición épica posterior que nada tenía que ver con la anglosajona de Beowulf.

En efecto, aquí el rey Hrothgar es un Rey Pecador (el artúrico roi pêcheur). Ha cometido una falta, como vamos descubriendo, y es esa falta la que causa los males del reino: las visitas destructivas del monstruoso Grendel, y la falta de descendencia real. Como en Excalibur, el rey es aquí el responsable de la Waste Land. Y Beowulf, que hereda su trono, hereda también la falta, pues cae en la misma tentación que el rey. (Por cierto que Beowulf es aquí por tanto rey de los daneses, otro pequeño atentado al original).

Grendel y el dragón no son aquí dos episodios aislados, sino que tienen una conexión argumental—no sólo temática o atmosférica, sino de causa y efecto. Beowulf derrota a Grendel, hijo del pecado de Hrothgar; pero comete a su vez el mismo pecado y se ve atormentado, años más tarde (aunque no cincuenta años) por su propio hijo, una furia en forma de dragón. Claro que estas metamorfosis necesitan una magia superior... el hijo de Beowulf también aparece bajo forma de hombre dorado o estatuilla de oscar (que me temo escapó a las aspiraciones del director) una vez Beowulf da muerte al dragón, con el truco que le había dicho Hrothgar—pero sacrificando su propio brazo para poder alcanzar el corazón del dragón. Como digo, aquí hay magia potente, que viene de una fuente enigmática: la madre de Grendel (Angelina Jolie en algunos de sus avatares, con tacones de aguja hasta cuando va descalza). Es esta madre una especie de demonio o súcubo mucho más poderoso que el simple monstruo femenino o Reina Alien del poema—pues aquí la madre de Grendel es a la vez monstruosa y seductora, y hace peligrar al reino desde dentro, tentando al rey e inyectándole un secreto que guardar. Nunca se vio ese monstruo del pantano tan favorecido en la pantalla, pero claro, hay que hacer caja—y también darle a Beowulf una razón creíble para vender su honor.

Así pues el secreto es múltiple: Por una parte, se reescribe la historia recibida en el poema, que ahora aparece como una "versión oficial" o canto de propaganda: es lo que Beowulf quería que se supiese de él, pero sólo es parte de la verdad. Hay acciones secretas que le daban una coherencia argumental más comprometedora para el héroe. Aquí éste aparece desde el principio como un tanto dado a idealizar sus hazañas: ya que hago algo, hacer también la propaganda. Y el poema de Beowulf, al que se alude, es privado así de su autoridad—será el observador secreto del cine, y no el poeta, quien conozca los secretos que guarda el héroe, aunque se permita pasar a la historia una versión censurada. (Podíamos pensar que es el colmo de la insolencia hacia el original, este gesto de la película al desautorizarlo y ponerse a sí misma como la auténtica revelación de lo sucedido cuando nadie miraba). Beowulf vuelve diciendo que ha matado a la monstruosa madre, pero en realidad se ha dejado seducir por ella y ha pactado en secreto, comprometiendo su credibilidad heroica.


Es pecado, y secreto al cuadrado, el hecho mismo de guardar un secreto, pero hay además una infidelidad sexual (en el caso de Beowulf, curiosamente, es cometida antes de casarse con la viuda de Hrothgar ni poder aspirar siquiera a ella)—y a esta traición, y a la mentira sobe la hazaña, se suma una especie de pacto diabólico que hace depender al rey de las mismas fuerzas que amenazan el reino. También, cómo no, hay ecos de la tradición de "el rey debe morir" según la expuso Frazer en La Rama Dorada: la prosperidad del reino, y la seguridad de sus gentes, dependen de la salud física y moral del rey: y un rey que flojea ha de ser sustituido por un sucesor que lo sacrifica ceremonialmente o en combate. El pretendiente, sin embargo, es aquí un peligro demoníaco, un sucesor envenenado, à la Mordred: vuelve no con promesas de renovación sino como el Retorno de lo Reprimido, el hijo secreto que viene a avergonzar al rey—pero también un peligro de muerte para todos: y el héroe debe probar una vez más su valía derrotándolo. A la vez debe sacrificarse a sí mismo para purgar su culpa, el pecado de haber yacido con el súcubo femenino ese—que no se sabe qué quiere exactamente, como abismo femenino insondable y freudiano que es. (Con abundante simbolismo gráfico, la guarida de la madre de Grendel simboliza un gigantesco coño húmedo. La laguna y la batalla subacuática del original le han traído ideas húmedas a la mente al guionista...).

El heredero del reino, el viejo compañero de aventuras de Beowulf, no parece muy prometedor, como sustentador de las esencias. Para ser el nuevo rey, es tan viejo como Beowulf viejo; nos recuerda (en versión más austera, sí) al viejo rey Hrothgar del inicio. Y una vez tiene en sus manos el cuerno dorado, que simboliza a la vez el poder y la tentación, mira al mar y ve allí a la jolie súcuba, que le sostiene la mirada con aire enigmático. La escena recuerda otra historia de brujas, el Macbeth de Polanski: tras la batalla final, la expulsión del monstruo y la coronación del rey Malcolm, su hermano Donaldbain va a visitar a las brujas que habían tentado a Macbeth al principio. Que por cierto tenían menos encanto que la viscosa bruja ésta del pantano.

Así que parece ser que el reino del nuevo patriarca tampoco se va a librar del Eterno Femenino, siempre aflojándole al héroe la firmeza de sus resoluciones, y cogiéndole desprevenido, él que confiaba tanto en su espada.


Twisted

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