Es La escafandra y la mariposa (2007) una película de
Julián Schnabel muy
premiada, inspirada en la historia y el libro de Jean-Dominique Bauby
del mismo título. Obtuvo mucho éxito de
crítica y
público cuando salió en 1997, pocos
días antes de
la muerte de Bauby. Bueno, de la segunda muerte, debería
decir,
porque el libro y la película van de una especie de muerte
en
vida. Bauby quedó paralizado tras un derrame cerebral,
inmovilizado dentro de su cuerpo aunque totalmente lúcido.
Sólo conservaba el movimiento de su ojo izquierdo, y
utilizó el párpado para comunicarse con las
personas que
lo atendían y con su familia: primero para contestar
Sí
(un parpadeo) o No (dos parpadeos), y enseguida para escribir las
memorias de su experiencia, dictando el libro letra a letra,
parpadeando para seleccionar la letra que debía escribir su
ayudante, que le iba recitando las letras en el orden de su frecuencia
de uso.
No se nos dice qué es lo que se ha embellecido o dramatizado
en
la película, pero en todo caso es dura, ya desde los
títulos de crédito muy llamativos, con
radiografías de fondo. Comienza la
película en
cámara subjetiva desde el punto de vista de
Bauby—una
secuencia que quizá sea la más lograda usando
esta
técnica que se haya hecho jamás. (Mucho
más apta la situación que en La dama
del lago,
por ejemplo). No se mantiene toda la
película en este régimen, supongo que
sería
inaguantable, pero sí abundan en la película
escenas que
usan esta técnica de modo eficaz e imaginativo:
vemos desde
dentro, por ejemplo, en escena casi insoportable, cuando le cosen los
párpados a Bauby para que no se le necrose el ojo. Las
primeras
escenas, totalmente en "ojo cámara", captan muy bien la
confusión e incomunicación del protagonista al
principio
de la película, y dan lugar luego de modo natural a
secuencias
externas, cuando ya se ha hecho en cierto modo a su
situación, y
su mundo está ordenado otra vez.
Por otra parte, hay muchas
secuencias de recuerdos y fantasías, algunas
también
filmadas subjetivamente pero otras más objetivas en lo que
se
refiere a su encuadre visual—aunque naturalmente son
subjetivas
en relación al mundo real de la película, el
mundo
externo que rodea al protagonista. Es interesante también
que de
las escenas en ojo cámara tampoco todas siguen las mismas
convenciones visuales—en realidad hay toda una gama de
transiciones entre el punto de vista estricto del ojo de Bauby y puntos
de vista virtuales próximos a él: en suma, el
cine
siempre da una impresión de uso de la mirada de los
personajes,
utilizándola para orientar la del espectador, pero nunca
sometiendo la cámara estrictamente a la perspectiva del
personaje. Y esta película, por llamativo que sea el uso de
la
cámara subjetiva al principio, no es una
excepción.
Aunque sí es extremadamente interesante la
situación ya
de por sí desde un punto de vista
cinematográfico,
pongamos que parte con más posibilidades que una
película
de tema parecido como My
left foot, o como Mar
adentro—aunque
con esta última tiene un aire de familia, y un impacto
emocional
comparable, si descontamos la militancia pro-eutanasia, pues
aquí no hay militancias evidentes. Hay que decir que los
cristianos con los que topa Bauby salen mejor parados que los de Mar
Adentro: las cristianas están muy buenas, y le ayudan con su
abnegación. Y si bien la Virgen de Lourdes permanece
enigmática y fluorescente, podríamos decir que
acaba bien
la película: Bauby triunfa como autor y se muere... dos
cosas
que deseaba.
Está muy bien llevada la transición del presente
inmediato y de la secuencia de pensamientos de Bauby, que dominan el
comienzo de la película, a la representación
más o
menos fragmentaria de su vida en flashbacks, algunos más o
menos
objetivos, otros basados en secuencias de recuerdos y
asociaciones
de ideas del personaje. En una de esas secuencias, una
excursión
en su coche nuevo con su hijo, termina
la película, con el colapso que sufre Bauby in mezzo del camin:
se le turba la percepción y el habla, y logra detener el
coche a
duras penas en la cuneta. Su hijo sale corriendo a pedir ayuda, y la
cámara enfoca sucesivamente los caminos del cruce de
carreteras
al que llegaban: caminos que ya no tomará Bauby.
Porque evidentemente el tema central es un repaso a la propia vida:
describe su arrepentimiento y vergüenza de no haber tratado
mejor
a su familia. La madre de sus hijos (nunca tiene propiamente "esposa")
lo acompaña y lo ayuda más que su actual pareja,
y eso
también lo confunde y amarga. Su novia no quiere ir a verlo,
deformado e inválido como está ahora: pero sus
hijos lo
aceptan y lo tratan a su manera; también su ex-posa.
Algún amigo lo va a ir a ver al hospital: pocos, y los
inesperados. Su padre, muy mayor, tampoco lo visita, pero se le excusa
aquí presentándolo como otro prisionero de su
cuerpo,
está casi inválido, no sale de su piso. Le
envía
una foto suya de niño, un tiempo que Bauby no recordaba con
agrado, pero ahora tiene mejor relación con su padre, y se
siente en el mismo barco. La secuencia subjetiva final es otra vez
confusa: tras la publicación de su libro, Bauby se entera
apenas
del éxito, vuelve la confusión a la pantalla, no
sabemos
si su novia por fin lo visita o si lo imagina él... pero
entretanto ha tenido tiempo de reflexionar y rememorar, y mira su vida
como quien mira una película que ya ha pasado.
"Zombi", "muerto viviente": es la experiencia única
en
cierto modo, pero universal a otro nivel, de este personaje. Un
conocido suyo, no amigo, que había estado secuestrado en un
zulo
durante años, se siente impelido a visitarlo y a decirle una
cosa: que tiene que seguir en contacto con lo que es humano en
sí mismo, agarrarse a ello, y salir así adelante
sin
enloquecer. Hay experiencias paralelas de impotencia y
enclaustramiento.
Probablemente (probablemente...) no acabemos nosotros paralizados y
recordando lo que fue nuestra vida, ni encerrados meditando en una
escafandra o en un zulo... pero en cierto modo esa es siempre
la relación que tenemos con nuestro pasado, "the days that
are
no more", que Tennyson decía eran de por sí una
especie
de muerte en vida cuando se recordaban.
La experiencia de esta
película subraya fuertemente esta dimensión de la
existencia. En ese margen entre la vida y la muerte en el que
se
encuentra el protagonista, nos encontramos en realidad siempre todos, a
poco que pensemos—o a poco que rememoremos lo que ha sido
nuestra
vida, todos también paralizados e impotentes para cambiar
nada
en el paisaje de la vida,
libres sólo de mover el ojo por ella, o de imaginar otras
escenas y variantes. Es además una experiencia altamente
cinematográfica, ésta de Jean-Dominique Bauby, y
el
director ha sabido extraer su potencial con mucho arte y habilidad.
Sí sobra alguna secuencia de dictado de letras, de las
cuales
debió oir Bauby más de las que quiso, y el
espectador
también. Pero por otra parte, queramos que no, nos vemos
arrastrados a la experiencia del personaje, inmersos en la escafandra:
el espectador tampoco puede cambiar nada de la película;
atrapado en su asiento en la oscuridad, es un
mero testigo de una vida que es y no es la suya.
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The Diving
Bell and the Butterfly. Dir. Julián Schnabel. Screenplay by Ronald Harwood, based on
Le Scaphandre et le papillon by
Jean-Dominique Bauby. Cast: Mathieu Amalric, Emmanuelle Seigner, Marie-Joséé
Croze, Anne Consigny, Patrick Chesnais, Niels Arestrup, Olatz López Garmendia,
Jean-Pierre Cassel, Marina Hands, Max von Sydow.
Line prod. François-Xavier Decraene. Music
Paul Cantelon. Ed. Juliette Welfling. Photog. Janusz Kaminski. Assoc. Prod.
Léonard Glowinski. Exec. prod. Pierre Grunstein and Jim Lemley. Prod. Kathleen
Kennedy and John Kilik. France: Pathé-Renn / France 3 Cinéma / Pas de Calais /
Canal + / Cine Cinéma / Kennedy-Marshall / John Kilik, 2007. British DVD: Pathé
/ 20th Century Fox, 2007. (Best Director, Cannes Festival; Best Director Golden
Globe; Bafta Best Adapted Screenplay).
2008
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