En Festina Lente nos dice José María Romera:
se ve que la distancia
prestigia. Que ya no eres nadie si tus llamadas no rebotan en un
satélite, si tus maletas no dan un par de vueltas por los aeropuertos
de medio uno antes de volver a tus manos, si no te compras la
‘moleskine’ a través de la internet. Cada vez que mandas un correo
electrónico a un colega que vive en tu barrio, el mensaje es lanzado a
miles de kilómetros para que regrese y venga a caer ahí al lado. Luego
piensas que podrías haberlo hecho con tam-tam o por silbos gomeros.
Pero en tal caso no tendríamos la sensación de estar en el tercer
milenio, que es de lo que se trata. Me cuentan que han inventado un
teléfono multiterminal con el cual podemos hablar vía satélite entre
habitaciones de la misma casa, o sea, con ese extranjero del cuarto de
al lado que dice ser tu hijo pero que gracias a la técnica vive a una
enorme distancia de donde tú te encuentras. Estar lejos: ésa es la
consigna de la época. (Lejanía).
A lo cual le añado un comentario:
Y para comunicarse consigo mismo... vía internet: los blogs.
(Je, ahora va a pensar alguien que sólo me entero de lo que hago cada día si lo escribo... Pero sí centran los blogs la atención de otra manera sobre lo que eliges poner en ellos. No por nada estamos hechos de repeticiones, reflexividades y autoimágenes).
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