El curso que viene se dejarán de ofertar nuestros másteres de literatura y cine y de traducción. Es una decisión triste para el Departamento de Filología Inglesa y Alemana de la Universidad de Zaragoza. El departamento también puede que no dure mucho como tal, en la anunciada reorganización departamental que planea el Rectorado.
Un día triste hoy para el Departamento de Filología Inglesa y Alemana (mientras dure) de la Universidad de Zaragoza. Los recortes por lento estrangulamiento van surtiendo efecto, e igual que en tiempos se suprimieron los cursos de doctorado, hoy les llega el turno a los másteres. Muerte anunciada, en cierto modo, desde que la Universidad misma decide no computar la docencia en Máster a efectos del Plan de Ordenación Docente (sólo cuentan los másteres 'superoficiales', o sea, los requeridos como habilitación para el ejercicio profesional—en nuestro caso seguimos participando en el Máster de Profesorado de Secundaria).
Una posibilidad había de mantener los másteres: y es que el profesorado los impartiese de gratis, como dicen ahora, por encima de su dedicación docente reconocida. Es cierto que se podría argüír que la dedicación docente es la mínima exigida, y que nada nos impide dar más clases sobre la mínima. A eso se podría contraargumentar que también el precio de las cosas en la tienda es el mínimo por el cual te las da el vendedor, y que nada te impide darle más dinero del que pone en la etiqueta. Con los camareros a veces lo hacemos, de hecho, les damos una propinilla. En fin, cosas quizá absurdas, pero que en la Universidad se llegan a plantear como factibles. No lo son, y ni aquí ni en ningún sitio trabaja la gente gratis (excepto en proyectos ilusionantes, y los hay, donde se ha creado un torbellino de fervor, emulación mutua y motivación altruista, en un sentido de que algo está yendo a más. Aquí no está yendo nada a más, y nuestras humanidades en nuestra Universidad están en contracción).
Así que, después de tantos años de batallitas que tuvimos que dar para que nuestros catedráticos y adláteres nos dejasen impartir docencia en el máster que precedió al Máster de literatura y cine (batallita que ganamos en los tribunales), unos años después el nuevo máster ha ido a menos, y a menos, hasta que deja de ofertarse para el año que viene. Lo mismo el Máster de Traducción. Lo que más siento es que por una parte, que quieras que no supone una devaluación retroactiva del título obtenido por tantos estudiantes—y del máster mismo, claro. Un título extinto no es lo mismo que uno en activo, o con continuidad, aunque sobre el papel lo sea.
Y por otra parte es toda una época la que muere. Los estudios de postgrado quedan gravemente mermados, y el programa de doctorado de Filología Inglesa se quedan en más que precario. Es todo un recorte para el departamento—quizá preludio del fin del departamento como tal, integrándose el área de Filología Inglesa en un departamento más amplio y misceláneo.
Es la época en la que he hecho mi carrera, y muchas horas he impartido en postgrado, en cursos de doctorado sobre todo, y en el viejo máster también algo. Pero ya vamos plegando bártulos, y el panorama familiar de tantos años se transforma, y vamos hacia la jubilación recorriendo un territorio menos familiar, donde las cosas que tanto significaban van perdiendo su sentido, y los estudios literarios mismos van quedando arrinconados en esta nueva era de traducciones automáticas y bibliotecas desiertas. Mis cursos de crítica y teoría literaria ya apenas pasaron del principio del milenio, y al fin fueron suprimidos por baja demanda. Siguen camino la historia de la lengua, la Filología, la literatura. Quedarán estas cosas para la no inmensa minoría. Pocos, y no muchos de ellos en Zaragoza. Hoy ha bajado el nivel un poquito más, y hemos recorrido un pasito más down Cemetery Road. Qué digo un pasito—para nuestra Filología Inglesa, son dos largos pasos hacia el poniente.
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