Bueno, es que no me lo creía, me lo he leído varias veces y aún me hacen los ojos chiribitas. No os perdáis el informe sobre la financiación de las universidades emanado de la Comisión de Financiación del Consejo de Coordinación Universitaria; está en Fírgoa, ese blog que debería estar el número uno de los favoritos en el navegador de todos los universitarios.
Aparte de reflexionar sobre la financiación, que era la tarea que tenía encomendada, la Comisión en cuestión decidió hacer una reflexión amplia, radical, sobre la Universidad. Radical pero radical. Progresiva, la llaman ellos. Progreso... a marcha de cangrejo, que diría Umberto Eco.
Empezamos con una evaluación del capital humano y el capital tecnológico (—El capital terminológico también es de no perdérselo, ojo al vocabulario). El modelo procurará adaptarse a las "tendencias internacionales recientes"—ya tiemblo; igual habría que hacer lo posible por cambiarlas más bien. Como siempre, el planteamiento de base de la responsabilidad social de la Universidad es que la Universidad debe responder a las demandas de la sociedad, entendiendo por tal no la sociedad, sino la Sociedad-menos-la-universidad: es decir, la filosofía de base es reducir la universidad a los intereses de la sociedad no universitaria (¿valdría decir: la eliminación de la universidad en cuanto tal?). La sociedad fuera de la universidad no demanda, que yo sepa, mayor conocimiento del Lineal B, o de la enfiteusis en la República Romana, o de la semiótica de la interacción textual. Así que fuera todas estas chorradas—(simplifico). La sociedad-menos-la-universidad quiere Formación Profesional, no quiere Universidad. Quiere rentabilidad social, entendida como eso, rentabilidad, no sé si me captan, las palabras son expresivas. Y Formación Profesional y rentabilidad, esto es lo que le quieren dar estos expertos comisionados... —¿universitarios?
Todo esto en el contexto de la Sociedad del Conocimiento, donde la componente tecnológica se vuelve primordial… etc etc. Pero alto, no voy a discutir más las ideas financiadoras, quizá otro día. A lo que voy es al auténtico concepto de Universidad Tecnocrática, o Universidad Digital, digital a dedo, que pretenden promover estos Expertos. Expertos en desactivación de opiniones y en desmontaje de procesos democráticos. La calidad, a su entender, no se lleva bien con el pensamiento crítico y el gobierno democrático, eso parece claro.
Hay que desregular para que las universidades se autoseleccionen en centros docentes, centros investigadores, etc. Pero esta desregulación debe acompañarse de una regulación complementaria, que desactive los órganos democráticos de las universidades y transforme a nuestra penosa universidad actual en la Universidad Digital del fin de la historia, gobernada por la sinergia entre su financiación y su implantación social, a modo de empresa floreciente y especializada en un nicho del mercado—y dirigida, como digo, con criterios netamente digitales, o digitocráticos. Abrevio, que es para leérselo en vivo:
Se propone aquí seguir el modelo de ciertas reformas "progresivas" que se han dado en Europa, pues a pesar de la nueva LOU vamos a la cola y con leyes atrasadas. Cito esas reformas "progresivas":
- Mayor autonomía institucional de las universidades para fijar objetivos y estrategias, y mayor capacidad ejecutiva para gestionarlas.
(No se menciona aquí la cara B de esta desregulación, claro, en cuanto a qué objetivos podrían considerarse inaceptables generalmente, o qué procedimientos de gestión podrían atentar contra principios garantizados por la función pública, o por legislación laboral de la cual quedarían quizá exentas estas autónomas universidades).
- Reducción del peso de los colectivos académicos en la elección de los responsables ejecutivos principales de la universidad.
(Sí, han leído bien. Si no eligen los colectivos académicos a sus responsables, alguien se los elegirá, claro... Dígito político – empresarial).
- Participación creciente de directivos externos a las universidades, con bajo perfil político, en los máximos órganos de dirección.
(Los famosos gestores—¿externos? ¿Deslocalizados quizá? (¿¿¿???)—leer A Corporatization Checklist, —algo que nos va a pasar cada vez más).
- Designación directa de los decanos y los directores de departamento por el rector, presidente, etc.
(RELEAN. Sí, esto es lo que recomiendan al parecer nuestros "democráticos" rectores del Consejo de Coordinación Universitaria. Pero bueno—¿en qué país vivimos? ¿Vamos a volver ahora a la universidad franquista, o peor? —¿¿¿¿¿PERO ESTOS TIPOS QUE SE HAN CREÍDO?!!!!! ¿ESTO VA A PASAR SIN COMENTARIO NI LLAMADAS A CAPÍTULO A LOS RECTORES??? — ¿¿¿¿Representan estas ideas o estos individuos a la Universidad????? ¡Menudo golpe de mano desde dentro!)
- Importancia creciente de los órganos consultivos académicos en la fase de formación de la toma de decisiones.
(Ah. Pero... visto lo visto, a estas alturas ya no sé si se refieren a una consultoría especializada en temas académicos, o en un órgano consultivo designado por el propio Pachá-Rector, sabios consejeros elegidos a dedo también, o qué).
- Profesionalización creciente de los directivos de la gestión universitaria.
(Más de lo que venimos viendo. Pero mucho más piden, creo).
- Importancia creciente de la rendición de cuentas y reducción sustancial de los controles ex – ante.
(Donde dice cuentas, léase cuentas. Donde dice reducción sustancial de controles, léase reducción sustancial de controles).
Otro día, más... Hoy quería llamar la atención sobre este preámbulo, que pretende, ni más ni menos, cargarse los sistemas de control democrático interno de la universidad, para convertirla en un instrumento más dócil a los dictados y decisiones que lleguen piramidalmente desde arriba, a modo de gran empresa eficaz donde El Jefe está subordinado únicamente a los avatares del Beneficio. Y esta propuesta, si nadie dice nada en contra, es lo que emana del propio Consejo de Universidades, descontento con una LOU y una LOMLOU que obviamente se han quedado cortas a su juicio: queremos más formación profesional, más business-school por todo; menos actividad específicamente universitaria, y menos democracia interna. La Universidad Digital a Dedo, y si es posible controlada por ordenador para mejor seguimiento automatizado de los criterios de calidad: que sea Doblemente Digital.
¿Vamos a aguantar como borregos que nos lleven por allí nuestros supuestos representantes?
Ya verán como sí.
—oOo—
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes: