Un
post en un blog es una carta al aire, dirigida a todos y a nadie. No
hay certidumbre de que nadie lo vaya a leer. Bueno, yo tengo bastantes
visitas, pero no me consta que ninguna lea lo que escribo. Menos cuando
me ponen un comentario, que viene a ser una de cada dos mil visitas
(porcentaje despreciable). O sea que hace falta fe, o voluntad de
comunicarse con uno mismo, o con el aire, para escribir un post.
En
cuanto a un comentario. . . en la mayoría de los blogs que veo, los
autores no responden a los comentarios. Que esos sí que van en
principio dirigidos no sólo a todo el mundo, sino en concreto al autor.
Pero también son cartas al aire en muchos casos, por lo visto. Aunque
vayan a un sitio que normalmente tiene ciertas garantías de recepción.
Muchas plataformas de blogs (antes la mía, Blogia, también lo hacía,
hasta que se estropeó) avisan al autor por correo electrónico de que le
ha llegado un comentario. Con lo cual el comentario es quizá la
comunicación más fiable que hay en todo este asunto, y aun así no
suelen recibir respuesta. En todo caso de otros comentadores, más que
del autor (¡y normalmente desfavorable!)
En cuanto
la respuesta a un comentario, cuando la hay. . . un
tercer caso de carta convertida en avión de papel, o metida en una
botella. Ya sea del autor, o de un tercer contertulio. Se responde al
comentario, pero no hay garantías de que el comentador primero llegue a
saber de esa respuesta. Claro, hay sistemas, suscripciones, etc., pero
normalmente se requiere la memoria, delibación y paciencia de volver a
pasar por el sitio a ver si te han respondido. Oh, y muchas veces
sucede, hay habituales, etc. Y en los mejores blogs se montan
auténticos diálogos (a veces de sordos). Pero es excepcional. Cuántas
respuestas a comentarios se perderán en el vacío.
Al menos
los blogueros y comentaristas nos comunicamos con nosotros mismos. Less
gives a stone.
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