Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa
Primero los españoles importamos al árbol de navidad y a Santa Claus, que ahora se llama Papá Noel; ahora estamos en plena importación de Jálouin (que diría la Real Academia). Y en efecto, este último Halloween fabricamos en casa una calabaza o Lantern que encantó a los niños, y nos fuimos con los más pequeños a ver Monster House.
A Álvaro nos lo dejamos en casa, y lástima, por que es una película más para preadolescentes que para pequeñajos. No sólo porque está protagonizada por el trío de Harry Potter (aunque sin varitas) sino porque tiene que ver con ciertas ansiedades sobre la pubertad, y la sexualidad y la vida adulta así un tanto oscuramente intuídas, como conviene.
Por cierto que estos prepúberes no sólo no tienen varitas sino que no usan mayormente ni teléfonos móviles ni videojuegos ni televisión… bueno, haberlos haylos, pero no se llevan, y el énfasis de la película está más bien en un tipo de preadolescencia nostalgia americana, atemporal. Para eso está ambientada en una arquetípica calle residencial que anda, mira que irte a generar eso por ordenador, cuando lo tienes delante de la puerta, ya hace falta ganas de gastar píxeles.
En fin, de la animación no hay queja, es espectacular, tipo Polar Express, en ese sentido una obra de arte. Me encantó la secuencia inicial con las hojas de otoño volando, pero es un poco como matar moscas a cañonazos, no sé si me explico. Ay, Occidente…
La temática es ésta, una vieja pareja que vive una relación enfermiza y obsesiva; el viejo con su casa. Se casaron por amor, pero ya había historia detrás. Ella era una Mujer Gorda de circo, y de ahí la rescató el escuálido galán cuando era galán. El casado casa quiere, y se pusieron a construir la futura Monster House, llenos entonces de ilusión. Pero la Mujer Gorda odiaba a los niños que se reían de ella, y cuando murió por accidente cayendo al cemento de la casa…. quedó milagrosamente convertida en una casa viviente, una casa dominada por el espíritu ofendido y agresivo de la Mujer Gorda. Así la casa, aterroriza a los niños y se traga sus juguetes… medio defendida medio aislada por el marido, ahora convertido en un viejo Gollum con camiseta, que espanta a los niños para que la casa no los dañe. Una pareja absorbente y enfermiza, vamos, como para recomendarte eso de crecer, hacerte heterosexual y poner casa para recibir.
Pues estas ansiedades sobre la pareja y la mujer absorbente y la casa devoradora parecen más bien de niños un poco más creciditos que los protagonistas (igual más bien niños de la edad de los guionistas) pero aquí se conectan con el incipiente descubrimiento de la atracción sexual por parte del Harry Potter protagonista. Cuando llega la Hermione de turno y lo elige implícitamente por encima de los genes más inadecuados del gordito Ron, tendrá que ponerse las pilas e investigar hasta el final y rescatar a la chica de la malvada casa…
Están bien llevadas las referencias cinematográficas para mayores, como los paralelos con La Ventana Indiscreta. Esa era una película sobre otro niño grande que no quería compromisos ni ataduras y que temía verse con la pierna quebrada y en casa dominado por su señora... ahí conecta el tema, claro; y se hace deliberadamente no sólo con el espionaje por la ventana al vecino (esto es muy cinematográfico-reflexivo, lo del Peeping Tom, y nos pone al espectador en situación espontáneamente)—sino también con el contraataque del espiado, invadiendo el espacio sagrado del observador con una siniestra llamada telefónica.
Pero en fin, la malvada gorda es derrotada (hasta se reconcilia su espíritu con su marido al verse liberado) y se promete al viejo Gollum una jubilación en Florida y un ligue de la tercera edad... ¿quién dijo miedo? En fin, que se ventilan ansiedades ante la Esposa Succionadora, pero se nos promete que se superarán, y que los niños se socializarán adecuadamente sin temores primigenios a la Hembra Dominante.
Lo que no cogí de buenas a primeras fue la referencia a la "uvula" de la casa—el chiste de "eso que sólo tienen las chicas"—¡creía yo que estaban hablando del clítoris! Es que los mayores a veces no nos enteramos.
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