Desde luego había una ética en el pensamiento de Hitler, y una creencia en el progreso de la humanidad. Aquí hay en New Books in History una entrevista (en inglés) con Richard Weikart sobre su libro Hitler's Ethics: The Nazi Pursuit of Evolutionary Progress.
Muy recomendable para quienes creen que Hitler era un conservador de derechas a la vieja usanza; nada más lejos de la realidad—era una persona moderna y de ideas progresistas y radicales, muy influido por el evolucionismo que tanto condenaban por entonces la Iglesia y los sectores conservadores y de ideas retrógradas en la sociedad.
Hoy que se le presenta tantas veces como un loco aislado, un fenómeno raro o un psicópata antisocial, hay que recordar lo mucho que estaba en sintonía con las ideas de muchas gentes de su tiempo, y que era queridísimo por la mayoría de la gente en Alemania. Sus votantes y fieles devotos compartían en gran medida sus ideas políticas—aunque no eran tan progresistas como él, en general, en cuestiones de ética personal—Un hombre, en suma, en sintonía con su sociedad y con su época, y perfectamente integrado en la política de su tiempo; un radical extremista, en efecto, pero uno que en su tiempo era no menos atractivo para la gente progre que el Che Guevara hoy. Polémico, revolucionario que disparaba sobre la historia con mano decidida—pero que supo, además, como dirigente, atraerse a la buena sociedad, para nada un loco pirado que iba a su bola, sino un líder carismático que convencía a sus seguidores, e incluso a millones que antes no lo eran, mucho más que los políticos de hoy.
Sí estaba
Hitler bastante preocupado por la ética y la moralidad, pero era un
reformista radical, todo un revolucionario en suma, que no temía romper
con
las maneras del pasado y con las tradiciones añejas (con algunas, al
menos—con
las buenas). Toda una lección y ejemplo para quienes aún creen en la
imposición
de la utopía a martillazos, en los sueños de revolución que desbarate
todo el sistema, y en la devoción a la causa que une como una piña al
grupito de los nuestros y de lo nuestro. Y en las virtudes e ideales de los radicalismos
nacionalistas y socialistas.
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