Lions for Lambs
Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa
Creo que la traducción de este título debería ser Leones para corderos, no Leones por corderos—
En una escena están comparando a los ineptos políticos republicanos y
sus estrategias de invasión de Irak of Afganistán con los clasistas e
indignos mandos del Ejército Británico en la primera guerra mundial,
malgastando las vidas de unos jóvenes muchos más valiosos que ellos
(leones, y no borregos). Y de eso va en parte la película: sobre las mal
encaminadas estrategias USA en sus invasiones, y el despilfarro de
vidas americanas a que eso conduce.
Vidas americanas,
digo—porque es una película americana americana, y no me refiero a
quién la filmó o quién la pagó. Comienza con un rosario del goteo de
víctimas americanas en Irak: muertos iraníes no entran en el
planteamiento, ni esos coches bomba diarios en los mercados o academias
de policía. Y de ahí pasamos a seguir angustiados el destino de dos
soldados americanos en un monte de Afganistán, rodeados de enemigos
invisibles, o inhumanos. La aviación va exterminando a esos aliens como
moscas, pero siguen llegando. ¿Alguien ha dicho que esta película es
antibélica, o anti-Bush?
Las muertes de esos dos muchachos, un
negro y un chicano, son modélicas, eligen morir de pie y peleando. El
director explica su actitud hacia ellos: no aprueba su decisión de ir
allí, dice, pero la comprende y la admira. El director es Robert
Redford, antiguo profesor de teoría política de los dos soldados. En
medio de una exposición en clase, revelan teatralmente su decisión de
alistarse. En la práctica, los motivos no son tan loables: antes que un
análisis sopesado de la actuación de su país en Oriente, lo que los
muchachos buscan es que el Ejército les pague la carrera, y un puesto de
trabajo. Esto no queda muy analizado. Esta pareja eran partidarios de
la lucha en el frente interior: contra la pobreza, la marginación, la
exclusión social, etc., dentro de USA. Pero el camino por alguna razón
pasaba por las montañas de Afganistán. Mala decisión, como dice su
profesor. Y sin embargo, admirados quedan.
Esta es una de las
tres historias simultáneas de la película. Los soldados han sido
abandonados por accidente en un monte, en una operación fallida de
despliegue militar. Pero el Ejército controla, y los vemos todo el rato
en una imagen por satélite, o por avión espía, con sus mandos que
procuran rescatarlos, a cualquier precio,
por supuesto masacrando a todo afgano que se ponga por en medio a base
de potencia de fuego. A esto llevan las cosas: aunque al espíritu de la película
o a su espectador implícito, no parece producirle vergüenza ajena el
desequilibrio de medios bélicos entre los norteamericanos y esos afganos
desharrapados que los tienen en jaque. La posible cualidad "leonina" de esos otros jóvenes equivocados no entra en el cómputo.
Otra historia entrelazada con esta es la del estratega que pretende
volver a ganar ahora la guerra de Afganistán, y de paso allanar su
camino a la presidencia. Es un senador republicano ("Jasper Irving")
interpretado muy adecuadamente por Tom Cruise, con toda la tensión y
crueldad y falsedad inherente que puede proyectar el personaje, que no
es poca. Esta estrategia puede que fracase. Y sin embargo, Cruisenador
expone con pasión y convencimiento la importancia de la Guerra contra el
Terror en los términos en que está planteada, y la amenaza del
integrismo, y de los talibanes, y de Irán armado nuclearmente.... Se
perfila en el horizonte que va a ganar la guerra también a cualquier precio, haciendo lo que sea necesario ("you
can quote me there"), entendiendo por ello el uso de armas nucleares
cuando llegue el momento para exterminar a las bestias (aunque eso se
guarda de decirlo explícitamente). Todo esto lo explica a la periodista
Meryl Streep, "Janine Roth", contando con ella para vender la idea al
público americano. Ella, la prensa demócrata, se resiste a ser
nuevamente manipulada como hizo con la invasión de Irak, cuando la
histeria de las torres gemelas... le horroriza la idea de la guerra
nuclear. Y sin embargo, presionada por su jefe, acabará escribiendo la
historia. Que de todos modos se pierde entre la telebasura. La historia
seguirá su curso mientras los americanos ven los programas del corazón
en la tele.
La tercera historia simultaneada ese mismo día ya
la he mencionado: es la de Robert Redford como profesor de ciencia
política ("Stephen Malley"), tratando los problemas de responsabilidad
social, motivación y sentido de la vida con un estudiante brillante al
que ve a punto de hundirse en el escepticismo y la molicie comodona. Le
recuerda a sus compañeros de clase (esta historia, como la central que
es estructuralmente hablando, es la única que soporta flashbacks), y le
anima no a alistarse precisamente, sino a seguir "la batalla interior"
por la justicia social. Pero el muchacho al parecer, rico y con el
futuro asegurado, prefiere la vida fácil. Como tantos americanos de su
generación, ha decidido que el mundo no tiene remedio y que más vale
dejar hacer a los políticos y maleantes, y disfrutar la propia vida. Sin
embargo, queda el final abierto: el muchacho se ha quedado pensando
tras la conversación con el profesor: puede optar por un notable sin dar
pique, y aceptar su bajeza moral, o trabajar en un proyecto y
jugársela. Final abierto, pero no seamos optimistas.
La
película va de decisiones graves por tomar, de la responsabilidad moral
de tomarlas como algo que nos define como personas. Está bien planteada
en ese sentido, aunque resultan un tanto confusas las decisiones tomadas
en todos los casos. La más errónea, la que llevará al ataque nuclear
contra Irán, es la más convincentemente argumentada por el falso Tom
Cruise. Visto lo mucho que hay en juego si se demuestra que los USA no
pueden poner orden en el mundo. Frente a esa determinación (sobre todo
por llegar a la Casa Blanca) las demás decisiones—la de la periodista,
si colaborar o no, la de los pobres parias, alistándose— parecen
confusas o torpes. Los gestos y las acciones efectivas (con la sonrisa
Cruise, con la cámara Redford) contradicen el discurso teórico
pronunciado. Y así (the best lack all conviction, while the worst are full of passionate intensity) la dinámica de la guerra seguirá su curso. Para dejarte pensando, y temblando por los iraníes que pillen por enmedio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes: