Más sobre S. J. Ong y su libro "Orality and Literacy". Es admirable la manera en que razona las implicaciones y efectos colaterales de la "interiorización" de la escritura, relacionándola con multitud de fenómenos literarios, semióticos, filosóficos y culturales. Me ha gustado la manera en que rechaza la definición de la comunicación humana como transmisión de información de un oyente a un receptor a través de un medio comunicativo (lo que él llama "the medium model"). El párrafo no puede ser más conciso y elegante en su manera de presentar la teoría de la comunicación como interacción hermenéutica:
Human communication, verbal and other, differs from the ’medium’ model
most basically in that it demands anticipated feedback in order to take
place at all. In the medium model, the message is moved from
sender-position to receiver-position. In real human communication, the
sender has to be not only in the sender position but also in the
receiver position before he or she can send anything. (2002: 173)
Traduciendo:
La comunicación humana, verbal y de otros tipos, se diferencia del
modelo "medial", al nivel más básico, en el hecho de que para poder
tener lugar requiere una retroalimentación anticipada. En el modelo
medial, se desplaza el mensaje desde la posición del emisor a la
posición del receptor. En la comunicación humana auténtica, el emisor/a
tiene que situarse no sólo en la posición de emisor sino también en la
posición del receptor antes de poder emitir nada. (Fin de la cita).
Es decir, el hablante ajusta su mensaje a la circunstancia y al oyente; en el caso de la escritura, como recuerda el título de un artículo de Ong, "el interlocutor del escritor es siempre una ficción". El escritor manipula géneros, convenciones, alusiones y presuposiciones para construir la figura de un receptor ideal (lo que otros llaman el lector implícito).
Esta es la paradoja de la escritura: comunicamos información a un oyente construido para la ocasión, que tiene la virtud de poder recibirla, y la capacidad ideal de hacerlo, pero que sin embargo "necesita" de esa transmisión (otra ficción, quizá, esa necesidad). Pero transmisión sí que hay, a pesar de las limitaciones del "medium model" o el "modelo del conducto" como se le llama a veces también. Transmitimos el mensaje, pero también otros mensajes superpuestos. Por ejemplo, transmitimos nuestra noción de quién es el receptor - y de qué sabe. Y de quién somos nosotros. Y de qué podemos informarle. Y ecos de otras cosas: por ejemplo: de quién cree el receptor que somos nosotros, de cuál es nuestra relación interpersonal, de cuál queremos que sea, o en qué sentido queremos modificarla, de qué resistencias esperamos a esta propuesta.... Mucho transmitir, ciertamente; demasiado peso para poner en unas palabras. Por tanto algunos de estos ecos sólo se amplifican o se vuelven audibles con la interacción (en el caso de la comunicación cara a cara) o con la interpretación (en el caso de la comunicación escrita). Cosas que no son tan distintas, claro: toda interacción o respuesta es a la vez una interpretación y un comentario sobre lo dicho - una contraofensiva, a veces. Y toda interpretación es a la vez una interacción, deseada o no, buscada o no por el emisor; con el emisor o con otros intérpretes. Porque si la retroalimentación anticipada es crucial, también son cruciales las retroalimentaciones no anticipadas: es decir, que si el monólogo es dialógico, el diálogo aún es más dialógico. Aunque a veces lo más anticipable sea un entrecruzamiento de monólogos.
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