Sin embargo no la felicitaré, pues sin comerlo ni beberlo tengo en el historial un desencuentro accidentado con la ahora presidenta de AEDEAN. Hasta tal punto que tentado estoy de escribirle a la asociación para darme de baja ante su elección.
Resulta que en el año 2003 me presenté a unas oposiciones de cátedra, junto con otros candidatos. En el tribunal, presidido por la Dra. Onega, actuaba como vocal la Dra. Martínez Vázquez. La oposición fue desagradable, accidentada, llena de irregularidades, y finalmente se dejó la plaza desierta. Quizá para evitar el compromiso de dársela a ninguno de los cuatro aspirantes que nos presentábamos, nos suspendieron a todos en el primer ejercicio, por unanimidad del tribunal. Eso no impidió que, en circunstancias más auspiciosas, uno de los candidatos llegase más adelante a catedrático con cien puntos sobre cien, y con la misma presidenta de tribunal. Cosas veredes.
En la cátedra a la que me presenté, la consigna era otra. Nada de cien puntos. A suspender a todo cristo en el primer ejercicio, y cerramos pronto. Uno de los vocales, el Dr. Dietz, firmó su renuncia nada más firmar la constitución de la comisión, sin llegar a ver el primer ejercicio. Los restantes catedráticos (el secretario Dr. Garrudo, la Dr. Martínez Vázquez y el Dr. González Groba) no quisieron ver allí nada anómalo, y siguieron estrictamente la política marcada por la Casa—como sucede en las oposiciones "no problemáticas". Lo malo es que hubo tal cúmulo de irregularidades en las pruebas que yo (únicamente yo, por cierto) interpuse un recurso ante el Rector. Aparte de las muchas irregularidades de procedimiento que denuncié, dejé constancia del escándalo que me produjo el razonamiento "técnico" de la comisión, intocable para los recursos. Cito del escrito al Rector:
-
La Comisión evaluadora, con excepción de su presidenta, alabó la
excelencia de mi curriculum investigador, con su trayectoria en teoría
de la narración, hermenéutica, teoría de la interpretación,
estilística, etc., pero unánimemente señaló QUE TALES CUESTIONES NO
TIENEN RELACIÓN CON LA LINGÜÍSTICA y que por tanto la excelencia
(“excelencia” a juicio de la Comisión, no mío) de mis méritos
investigadores era irrelevante para el caso que nos ocupa. La
afirmación que he resaltado, principio básico de la valoración
académica de la Comisión en mi caso, contradice los presupuestos más
elementales de la Filología de finales del siglo XX y comienzos del
siglo XXI, y de por sí descalifica a la Comisión para valorar estas
materias con rigor académico, de la misma manera que su desconocimiento
deliberado de la ley la descalifica a nivel administrativo. Al ser ésta
una cuestión central para la justa resolución del recurso, sugiero que
V.E.M. recurra al asesoramiento de especialistas en el área de
conocimiento relevante para esta plaza (Filología Inglesa), en el caso
en que el dictamen que he citado no ofenda directamente el sentido
común de V.E.M. y se considere que es preciso más asesoramiento
experto. En todo momento, la Comisión actuó durante mi primer ejercicio
como si el perfil asignado a la plaza, “Lingüística inglesa”, fuese un
sinónimo de “Gramática inglesa”, negándose a entrar a considerar las
cuestiones académicas y filológicas elementales que sustentaban mi
razonamiento. Las bases de este razonamiento pueden consultarse en el
proyecto docente que presenté.
Por supuesto, en las clasificaciones de campos del saber usadas corrientemente por la Administración española, como son las de la UNESCO, "lingüística" no quiere decir "gramática" sino que incluye análisis del discurso, interpretación, semiología, filología, estilística, estudios de lengua y literatura, etc. Que junto con la gramática son otros aspectos de los estudios lingüísticos (ver aquí, apartado 57). Pero, por axioma imperativo, la Comisión tenía que actuar según otras presuposiciones. Vamos, que la Comisión incurrió deliberadamente en una falsa interpretación del perfil de la plaza. Es como si a un concurso perruno descalificasen a todos los que no presentasen un podenco, alegando que todo perro tiene que ser podenco por necesidad, que los demás no son perros. Así la comisión prevaricó pública y tranquilamente en el uso de su criterio 'experto', con la finalidad, en mi caso, de ponerme una puntuación de menos de dos puntos sobre 10—un "muy deficiente", digamos, y eso que tenía yo dos sexenios, premios extraordinarios de Doctorado y demás, libros en editoriales de prestigio, muchas publicaciones académicas, un máster en la Ivy League, el premio de investigación de la propia AEDEAN, participación en proyectos de investigación nacionales y demás... A los otros candidatos también los suspendieron, aunque ellos dieron su suspenso por bueno y no recurrieron.
Yo le envié una carta a cada miembro del tribunal haciéndole saber mi indignación por su actuación en esta prueba, y anunciándoles que interpondría recurso. De la Dra. Martínez Vázquez no recibí respuesta; supongo que lo consideraría parte de la marcha habitual del quehacer cotidiano, un marroncillo de esos que te tocan a veces.
El Rectorado de la Universidad de Zaragoza (Pétriz lo llevaba entonces) hizo lo posible por enterrar el asunto, con un simulacro de investigación—sin dar respuesta por escrito a mis recursos, mareando los tiempos, y tratando de impedir luego que se pudiera llevar el caso ante los tribunales. Sí lo conseguí llevar, sin embargo, aunque con poco éxito: perdí el juicio (sin por ello perder la razón ni el seso) tanto en los tribunales de lo contencioso-administrativo como en el Tribunal Superior de Justicia de Aragón.
Pero no crean que lo perdí por falta de argumentos a mi favor—aquí hay unos cuantos, en mi comentario detallado a la sentencia final del asunto. Lo perdí porque... ¿alguien sabe cómo acaba esta frase?—"la justicia en España es...."
Pues eso.
En fin, unos ladramos, y otros cabalgan, a la presidencia de la Asociación por ejemplo—que para mí les aseguro está más que verde, o yo para ella. Dicen las malas lenguas (decimos) que con mimbres como éstos se hacen a veces las carreras académicas—no basta con publicar mucho o bien, a veces ni es necesario: lo que sí es esencial, sobre todo, es no crearse conflictos inter pares, respetar el feudo ajeno, ayudar a quienes te pueden ayudar a subir, y aplicar mucha ceguera selectiva. Sólo puedo desear que la Dra. Martínez Vázquez no se haya visto en muchos casos como el de "mi" oposición, y que en la presidencia de AEDEAN actúe mejor de lo que lo hizo en esa otra comisión. No tengo más datos que me hagan suponer una cosa u otra.
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