Siempre esta nostalgia, esta inseparable
nostalgia que todo lo aleja y lo cambia.
Dímelo, tú, árbol.
Te miro. Me miras. Y ya no eres el mismo.
Ni es el mismo viento quien te está azotando.
Dímelo, tú, agua.
Te bebo. Me bebes. Y no eres la misma.
Ni es la misma tierra la de tu garganta.
Dímelo, tú, tierra.
Te tengo. Me tienes. Y no eres la misma.
Ni es el mismo sueño de amor quien te llena.
Dímelo, tú, sueño.
Te tomo. Me tomas. Y no eres ya el mismo.
Ni es la misma estrella quien te está durmiendo.
Dímelo, tú, estrella.
Te llamo. Me llamas. Y no eres la misma.
Ni es la misma noche clara quien te quema.
Dímelo, tú, noche.
(Rafael Alberti, de Poemas del destierro y de la espera)
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