Ah, y todo esto porque en mil años de jurisprudencia experta, aún no se han aclarado qué quieren decir cuando le ponen a un individuo una condena de tantos años, cuándo empiezan a contar.... Estos magistrados los cojones son como un mecánico que confunde las ruedas y el volante. El nivel es peor que bajo, es que además les da lo mismo meter cuatro que cuatro mil años de cárcel, todo va a voleo, y los cuentan con los dedos de los pies. Por qué habrá que aguantar a esta gentuza en puestos clave, qué condenación es ésta.
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Y ahora, las autoridades judiciales salen a justificar que la decisión de los magistrados estuvo perfectamente ajustada a derecho. ¿Cuál? Porque las dos son contradictorias. El poder judicial apesta, y lo peor es que encima tomen al público por imbécil (aunque quizá razón no les falte). La justicia se desacredita con estas actuaciones: estos individuos que están en los altos cargos, en las magistraturas, en el Tribunal Supremo, en el Constitucional, en la Audiencia Nacional, son más peligrosos con diferencia que los chorizos a los que juzgan. ¡Con qué caradura van a ir luego a intentar pasar sus patas de banco por criterios técnicos y basados en una jurisprudencia fina! Aquí hace falta un trabajo de base que es desenmascararlos y abuchearlos por la calle, y desacreditarlos como merecen, y echarlos a patadas de sus puestos en cuanto se pueda. El respeto a la justicia pasa por hacer primero lo más básico, que es no dejarse engañar por estos excelentísimos sinvergüenzas.
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