Chavais, a photo by JoseAngelGarciaLanda on Flickr.
Ayer paseo súbito con los chavales, la parejita, siguiendo el camino del Huerva, después de un amago de crisis de ansiedad que le dio a uno por una discusión sobre si se abriga demasiado o no. Cosas de la adolescencia. Paseándolos por el sol, tampoco quería reconocer que hacía calor, e insistía en que se helaba de frío. Pasamos por el soto del Huerva, que produce montones de materiales vegetales generados mayormente... del aire, todo es aire que se va coagulando momentáneamente, según las estaciones. Estudiamos la bidonville de debajo del puente, con muchas mantas tendidas, y especulamos sobre la posibilidad de instituciones sociales espontáneas surgiendo entre los marginados. La orilla del Ebro estaba acotada por montones de plásticos indicadores, o prohibidores, no se sabe si por la riada o por el cross nocturno que estaban preparando. La gente paseaba tranquila, por la orilla, los grupos de chavales, las madres con sus hijas, los negritos y los blanquitos duchándose en las fuentes. Hice muchas fotos virtuales, de las que se hacen mentalmente, o en preparación de hacerlas otro día si pillas la misma luz (imposible)—con las prisas y las ansias había salido sin la cámara. Cruzamos una larga fila de hormigas, y hablamos de las batallas de hormigas, las royas y las negras, y las variedades dentro de una misma especie, la plasticidad que las hace cambiar de tamaño rápidamente si es necesario adaptarse al medio. Y viendo una hoja verde brillante al trasluz, observamos que parecía el plano de una ciudad, nombres de calles se podían haber puesto. El Ebro bajaba llenísimo, había arrancado el embarcadero, pero no se veía éste embarrancado en el azud como pensaba yo. Muchas abejas en las fotos virtuales con sol poniente de refilón, y muchas polillas africanas de esa plaga que nos visita estos días. Y procurando tranquilizar los temblores de Ivo y la tensión con que hablaba, con voz de garganta apretada. Les aleccioné sobre el peligro de encerrarse demasiado en un mundo pequeño, o mental, o virtual. Vimos un jardín que parecía imitar algún signo extraído de la cultura de Internet. Y parte del diagnóstico era que Ivo había estado jugando demasiado a MineCraft, un juego modificable, que puede introducir elementos de otros juegos. Peligrosamente como la vida, cuando la complejidad entra en estructuración recursiva. Volvimos a casa más tranquilos después de unos kilómetros de ver animalillos y hojas verdes, aparentemente no diseñadas, ya me entienden.
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