sábado, 17 de diciembre de 2016

Retropost #1267 (17 de diciembre de 2006): Deja vu


Deja vu

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

Es un título éste que se presta a crueles comentarios, pues ya se sabe que toda película de Hollywood (y no sólo ésta, y  no sólo las de Hollywood) produce sensaciones de déjà vu en cuanto a que participa de convenciones genéricas, maneras de filmar, y la presencia con aura de las estrellas que reverberan desde otras películas. Así que sí, déjà vu, pero se puede volver a ver. 
Las películas de viaje en el tiempo, es cierto, son inherentemente tramposas, porque nadie viaja en el tiempo, excepto mentalmente; y sin embargo se pueden hacer interesantes, y curiosas, porque todos viajamos en el tiempo, mentalmente. Y el cine es una máquina del tiempo, la más acabada existente, para volver a revivir y recrear lo que pasó, o lo que podía haber pasado, o las dos cosas juntas, por qué no: y eso es lo que hace esta película, como tantas otras. Así que no seamos duros con ella cuando intenta justificar con parlance tecnológica su truco para mandar a Denzel Washington al pasado, a salvar a la chica. Por lo menos, me gusta el científico loco, es de nueva generación, tipo becario del MIT contratado por Google.
 Deja vu
Bueno, la historia, a ver si nos aclaramos. Nueva Orleans, tras el Katrina. Unos agentes del FBI están experimentando con un sistema basado en la teoría cuántica que permite observar el pasado (cuatro días antes sólo, una especie de plegamiento del tiempo), y pueden enfocar su aparato como si fuese Google Maps a cualquier punto del planeta, y ver imágenes de alta calidad de las chicas mientras se duchan. (Se sienten observadas sin embargo, es su sexto sentido). El sistema es bonito, una pantalla de ordenador gigantesca con múltiples ventanas, y tratamientos de imagen, que da mucho juego para metavisualidad, imágenes en diversos planos, algo que a mí me priva. Mientras, Jim Caviezel, que al parecer se sigue creyendo Jesucristo, pero en plan cristiano musculoso, piensa redimir al país en plan unabombazo, y volar un ferry con quinientos marines a bordo. (Je, igual es que está contra la guerra de Irak y Bush y todo, vete a saber cuál es la idea...). El caso es que para plantar un coche bomba en el ferry secuestra a la dueña (la chica guapa, Paula Patton) y tiene toda la intención de quemarla viva y tirarla al mar para que se mezcle con las víctimas del ferry cuando lo haga volar. Primero le va a cortar los dedos, porque le acaba de arañar la cara, por si el ADN. Y en este ambiente de relativa normalidad, de repente se materializa Denzel Washington en una camilla de hospital, plas, con el mensaje "Resucitadme". Llamémoslo Denzel 2. Esto poco lo sospecha otro Denzel Washington (Denzel 1), que ajeno a todas estas cuestiones está en sus cosas, investigando sobre tabacos y explosivos en otra parte de la ciudad. (No sabe que a su colega de la oficina lo acaba de matar el Unabomber Caviezel, porque intentó detenerlo tras leer una nota, avisando del atentado, que se había materializado en su oficina). Ajeno a todo esto Denzel 1, quien actúa es Denzel 2. Apenas lo resucitan, roba una ambulancia y sale zumbando a donde sabe (gracias a que viene del futuro) dónde está el asesino terrorista. Llega justo a tiempo de impedir el corte de dedos y la quema, y salva a la chica, aunque Caviezel hace volar el chiringuito por los aires y los da por muertos. Hace migas Denzel 2 con la chica, y le cuenta parte de la historia de cómo sabe todo lo que sabe (porque vamos, viene con un hindsight bias que parece un delirium tremens, y la chica no se fiaba). Entre los dos corren a impedir el bombazo del ferry, que para Denzel 2 se había producido efectivamente en el pasado correspondiente al futuro del cual viene...  pero Denzel 2 tiene gran fe en que no hay nada escrito y todo se puede cambiar. (Es un poco la base de otras películas sobre paradojas temporales como Terminator). En efecto, entre los dos, Denzel 2 y la chica, matan al bombero y se tiran con el coche-bomba al agua en el último segundo... y allí ella logra escaparse, mientras que Denzel 2 muere en la explosión (esta vez como única víctima; el ferry se salva). Una bicoca que muera Denzel 2, porque así no deja sin novia a Denzel 1, que aparece a investigar la explosión y es reconocido por la chica—a la que no reconoce, claro, porque para él todo esto es ciencia-ficción. Se ahorra así Denzel 1 el tener que investigar una explosión mucho más gorda, y el ser reclutado por Val Kilmer para el grupo del FBI que investigaba con el telescopio del tiempo, y se ahorra el sugerirles que utilicen el telescopio como máquina del tiempo, y se ahorra el meterse él mismo en la máquina para volver cuatro días atrás... no sé si a ese que se mete lo llame Denzel 3 a estas alturas.  La investigación empezó gracias a que Denzel 3 se enamoró del cadáver de la chica al examinarla, y descubrió anomalías que indicaban que esa muerta no había muerto realmente en la explosión. Y por el hilo...

Bien, esto naturalmente se nos cuenta no en este orden, sino desde el punto de vista de Denzel 3, el que nunca llegará a ser porque no sucederá la explosión. Hope that’s clear. La película tiene un ritmo muy logrado, y es cinematográficamente muy interesante de ver.  Las paradojas temporales son un reto para la descripción narrativa: ¿cómo llamas a esos flashbacks que son vividos en tiempo real? Requieren terminología propia. Más allá de la paradoja, la misma duplicación de imágenes pertenecientes a dos tiempos (en la escena de la persecución al asesino con un casco/visor temporal, o en las escenas de voyeurismo mientras espían a la chica con la máquina del tiempo), son un placer de contemplar. También, en toda película de retrospección o de viaje temporal que se precie, habrá que interpretar las semejanzas y diferencias entre el tiempo recorrido por vez primera y el tiempo recorrido por segunda vez, ya conocido, o reconocido, y es un ejercicio ese que fascina al cerebro. Quizá porque volviendo a recorrer el tiempo perdido siempre se ve éste alterado, aun sin máquina del tiempo (no hay otra máquina del tiempo que la memoria, o las tecnologías semióticas como el cine y la fotografía). Al final de la película volvemos a ver muchas de las escenas iniciales, pero las vemos ahora de otra manera; antes no sabíamos dónde mirar: el cine es toda una educación en la capacidad de visión retrospectiva. Una película que corrige el tiempo ya es el summum de la distorsión retrospectiva, es la falacia narrativa llevada hasta el último y obsceno límite del wishful thinking. Vamos, que nos muestran el desenlace trágico al principio (con la  chica muerta, quemada, con los dedos cortados, una más de una montaña de cadáveres) pero el desarrollo de la película nos lleva a un happy ending que corrige y anula ese principio. Si el cine es la máquina de la retrospección al servicio del deseo, aquí está bien servidos ambos, tazón y medio. Por otra parte, un policía siempre querría obstaculizar el crimen antes de que cometiese, y la detección le da una especie de omnisciencia retrasada y baldía. Una historia de detectives siempre nos muestra el final, y llega por el hilo conductor de la investigación (argumento de la obra) hasta el inicio. Aquí tenemos eso, desde luego, pero también tenemos más. ¿Por qué quejarnos, si nos dan dos historias por el precio de una? 

La película engarza además muy bien a un nivel casi onírico-histérico algunas de las principales obsesiones políticas norteamericanas de los últimos años. El Katrina y el atentado de las torres gemelas. La falta de previsión. Los que ahora se sabe. Lo que se sabe que se sabía... La amenaza terrorista, muy americana ésta (un pirado de las armas, que sin embargo tiene una conexión molesta e indeseable con las esencias patrias). La obsesión por la vigilancia gubernamental, la invasión de la vida privada... el Google Earth éste que ve el pasado tiene enlace directo, además, a las videocámaras de cajeros y tiendas que enfocan muchas esquinas del país; el software de control en manos del FBI les da enormes cantidades de información, y sin embargo no saben cómo seleccionarla (ése es el papel del detective Washington, ojo de lince para abrirse paso hasta el detalle relevante). Es un poco lo que se dijo después del 11-S (o después del 11-M). Que había mucho control policial de los sospechosos (de éstos y de otros). Que había una sobreabundancia de información, no escasez precisamente. Y que sin embargo no se actuó para impedir la catástrofe. Iremos a más vigilancia estatal, y a más incapacidad de procesar la sobreabundancia de información. Y es que hay una relación privilegiada entre catástrofes y retrospección. Cuando un acontecimiento notable se produce, sale a relucir la secuencia causal que llevó a él, destacando como una trayectoria marcada con luces de neón en el pasado, y nos parece imposible que no fuese perceptible entonces. Pero ay, había demasiada información. Si hubiésemos sabido entonces cuál era la relevante...  resucitaríamos a los muertos. Y si pudiésemos, volveríamos al pasado sumergido, ahora lugar de los muertos, para rescatar a la chica amada, como Orfeo negro.

Nunca conoceremos el futuro, y los muertos nunca volverán. Queda el hindsight bias, para atormentarnos pensando que deberíamos haber podido. Queda el cine, para el wishful thinking, para volver al pasado, y corregirlo si es necesario. Vanas ilusiones, pero ilusiones que seguiremos alimentando. Por cierto, no hay ningún déjà vu en sentido psicológico en la película ésta. Desde Matrix, el deja vu se refiere a una interferencia producida en el software que controla el espacio público oficial, una interferencia que hace visible su carácter construido. Así nos vamos familiarizando con la vigilancia generalizada y el almacenamiento digitalizado del pasado, una experiencia aquí asimilada a la cámara cinematográfica, y a la vez problematizada por ella.






Deja vu. Dir. Tony Scott. Written by Bill Marsilii and Terry Rossio. Cast: Denzel Washington, Paula Patton, Val Kilmer, James Caviezel, Adam Goldberg, Elden Henson, Erika Alexander, Bruce Greenwood, Rich Hutchman, Matt Craven, Donna W. Scott, Elle Fanning, Brian Howe, Enrique Castillo. Prod. Scheherazade / Scott Free Productions /Jerry Bruckheimer Films. USA:  Touchstone Pictures, 2006.



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