sábado, 17 de diciembre de 2016

Retropost #1268 (17 de diciembre de 2006): El complot de los negros



- ¿Tú quieres argo? ¿Cómprass? Mira collar; figura. 

- Eu... No, no, gracias, nada.

- ¿Y tú? ¿Cómprass, alguna cosa? Brato.

- Bueno, si no tengo dónde meterlas... Y ahora por la noche, para qué quiero gafas de sol, hombre. No, no.

- Bueeno... Nadie compra. Adiosss.

(Salimos del bar...)

- Mira que son bien plantados estos negros. 

- Eso desde luego no se lo quita nadie.

- Mira, ahí tienes otro. "Compras, compras, barato". Nada. Estos pobres, la verdad es que no venden ni pa chinchetas. No sé si alguien le comprará algo en toda la noche.

- Bueno. A veces es la excusa. Yo creo que también venden otras cosas. Es la manera de irse metiendo por todas partes, ver gente. Y luego si hay ocasión también llevan otra mercancía.

- Anda ya. ¿Tú crees? Pues a mí ni se me había ocurrido. ¿Crees que son la misma peña?

(A nuestro lado va andando un negro con su carga de figuritas y collares. Bajamos la voz).

 - De todo habrá, seguro.  Pero algunos, no te quepa la menor duda. Mira. Este que llevábamos atrás se va ahora por la otra acera. Porque tenemos uno nuevo delante. Mira cómo se miran de reojo. Están controlando la calle, a ver si viene la poli. 

(El negro de delante va echando miradas al de la otra acera. De repente, aparece por el fondo de la calle un tipo joven con abrigo, bien plantado, hablando por un móvil. Inmediatamente se desvía el negro a un bar con un grupo de gente).

- Mira al fondo de la calle. Este ya no va a avanzar más, es su zona. Allá en la esquina tienes otro echando el ojo. Están organizadísimos.

- Bueno, esto puede que sea algo de verdad, pero la mitad películas que te inventas. No sé,  supongo que la poli estaría al tanto, ¿no? Se enterarán tanto como tú, digo yo, para eso les pagan.

- Ya, pero estos vigilan también.

- Es que esto que me cuentas parece el complot aquel de los ciegos. O el de los jorobados, qué novela era esa.

- O el de los jubilados, y por qué no. Eso era aquí en Zaragoza, te acuerdas, esa sociedad de agentes secretos de la tercera edad. De ellos sí que no sospechaba nadie. Si lo de los negros ya lo viste el otro día, mira si controlaban o no.

El otro día íbamos andando por la calle, cuando nos pasan cuatro negros corriendo a toda pastilla. Uno salta la valla del parque del Huerva y se esconde entre la maleza. Detrás vienen dos policías, uno lo ha visto, saca la pistola, lo encañona. "VAMOS, sal de ahí. No me hagas entrar que te tengo visto". Ese ha caído, los otros no. Apartamos deprisa a los niños, no sea que se escape alguna bala perdida. Los otros negros se han perdido de vista, pero en el semáforo siguiente hay uno parado, o que viene en dirección contraria, oteando disimuladamente de manera ligeramente nerviosa. Hay otro parado una manzana más allá, también observando.

 - Tienen un tramo asignado cada uno; igual que los policías están al tanto para pillarlos, estos están ojo avizor para detectar a los polis. Y se conocen unos a otros y así van tirando para adelante mal que bien.

Nos cruzamos en este momento con un grupo de personas deformes, de aspecto monstruoso, rostros quemados y paralizados, socializando juntos el sábado noche. Cambiamos de tema— a la conspiración de los feos.




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