lunes, 17 de enero de 2011

Pasan corriendo unos perros




Me pregunta Oscar por las diferencias de cotización entre las obras de Picasso y las de otros pintores. Lamento haber perdido el cuento "El Conejo", uno que tenía Álvaro de pequeño. Era una obrita crítica, con cierta penetración satírica en el mundo del arte, similar a la que se muestra en la última novela de Houellebecq, La Carte et le territoire.  Reconstruiré el texto de memoria, aunque lástima de las ilustraciones, no desmerecían de los cuadros de Rabanito. El Topo como crítico era impagable.
Y los Perros vienen a simbolizar, a mi entender, el funcionamiento azaroso de los Torbellinos de Información.


       El Conejo

El artista Rabanito
trabaja con gran ardor;
nuestro amigo el Conejito
quiere ser un gran pintor.

Expone con ilusión
sus cuadros para venderlos:
pero, ¡qué desilusión!
Nadie se acerca a mirarlos.

Pasan corriendo unos Perros
sin mirar por dónde van.
—¡Mis cuadros!—grita el conejo—
¡Que me los vais a ensuciar!

—¡Gamberros!—llora el conejo
con la mayor amargura—
¡Habéis dejado mis cuadros
buenos para la basura!

Cuando ya iba a tirarlos,
surge el primer comprador:
—¡Esto es Arte!—dice el Topo—
¡Qué armonía! ¡Qué color!

—¿Borrones quiere la gente?
¡Pues vaya gustos más raros!
Cuantos mamarrachos pinta
Se los quitan de las manos.

Rico y famoso el artista,
de nada se ha de privar.
Con zanahorias y alfalfa
hoy se podrá regalar.

¡Rabanito está contento!
Y como pintar borrones
le lleva muy poco tiempo,
pasa el resto en diversiones.
 
 

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