domingo, 9 de agosto de 2015

Retropost #117: 10 de febrero de 2005



10 de febrero

Esta semana nos enteramos del acuerdo de reorganización de títulos de la Universidad de Zaragoza. Allí aparece dicho que con ocasión de la Expo se va a implantar una titulación especial en idiomas para varias carreras. Aunque esto afecta de manera especial al departamento de Filología Inglesa y Alemana, esta es la primera noticia que tenemos de semejante cosa. Le digo al director del departamento que se ha publicado la noticia en el Qué! , el periódico gratuito que nos reparten a la entrada de la universidad. Pero el director tampoco parece muy dispuesto a interesarse por el tema... ya nos dirán algo... pues eso, ya nos dirán algo; pero todo esto no parece muy serio. En todo caso, son buenas noticias con vista a la "crisis" de alumnos y por tanto de profesorado que tenemos. Si la filología va de capa caída, trabajo en inglés de academia parece que no nos va a faltar...

Y hoy discuten las Cortes de Aragón la ley de organización del sistema universitario de Aragón... los críticos señalan que es parte de la actual tendencia a aflojar la universidad pública y reducir la Univerisdad al mercado, favoreciendo las universidades privadas. Todo seguirá su curso; si la ley es mala, nos podemos consolar con que los puntos de contacto entre la ley y la realidad son siempre tenues.

Hombre, una buena noticia oigo por la radio: oigo que el Congreso ha pedido por fin la retirada de la estatua del sanguinario traidor Franco de la Academia General Militar. A ver si se materializa el asunto, y se desmaterializa la estatua. No es suficiente que se le caguen las palomas encima. Nota: el partido popular se abstiene; claro, les da corte votar en contra, buena señal, aún hay asomos de vergüenza.

Un chiste en la radio: "En España hay tres millones de inmigrantes empadronados. El padrón no engaña." Ja. Yo no los he contado. solo sé que de cada cuatro conversaciones que oigo por la calle, una no es en español. Por supuesto, están empadronados todos.

Y otro chiste más, un triste chiste este: la famosa cinta de Asturias relacionada con el atentado terrorista del 11-M, la del confidente que denunciaba el tráfico de explosivos y la inminente preparación de un atentado, esa que la policía tuvo escondida... pues ahora dice el fiscal que no pasa nada, que la echen al cajón otra vez. La justicia en España es un (póngase aquí la palabra que más adecuada parezca, o que las circunstancias parezcan sugerir).

Todo son obstáculos para quien ve sus derechos vulnerados: necesita un abogado inmediatamente (es imposible defenderse sin uno, mientras que es facilísimo vulnerar los derechos del prójimo sin la compañía del abogado-- y si además lo hay, pues mejor). La Administración puede no seguir sus propias normas, y no pasa nada. Pero ay del administrado que tropiece en una coma. Los plazos de reclamaciones y recursos prescriben en breve, para que los malhechores puedan dormir tranquilos. El efecto de la tropelía no prescribe, en cambio. Los recursos han de formularse en base a unas palabras mágicas, fórmulas rituales, para cursar los efectos deseados, porque no vale denunciar los hechos en la forma y lenguaje que todo el mundo, incluida la autoridad, entiende: se dará por no aludida. No sirve el sentido que la Real Academia Española de a las palabras. Y la lógica habitual del lenguaje no se aplica al lenguaje jurídico: por ejemplo, no cabe presuponer que un recurso a cada uno de los pasos de un procedimiento viciado es un recurso a la resolución final que de él resulta. Si esto ofende a la lógica... no importa. La ley no es lógica, y si amaga con serlo, están los intérpretes para cuidarse de reconducirla. Escritos abundantemente argumentados, precisos y detallados no causan efecto alguno, mientras que el mero silencio de la administración, o una respuesta desatinada, o secreta, o mal redactada, tiene sin embargo la virtud de hacerse inexpugnable a todo razonamiento y argumentación, si viene de quien tiene que venir. La justicia es un cachondeo.

Intentaremos, no obstante, un recurso de reposición ante el Rector, como último paso del procedimiento administrativo. Pero no es previsible que quien no ha querido oir antes decida darse por aludido ahora. El Rector prometió iniciar una investigación y emitir una resolución, y lo hizo una vez finalizada sin conclusiones la instrucción preliminar de la investigación confidencial. No dijo: "esto se ha clausurado"; dijo: "esto se investigará". En su lugar ha optado por reescribir los hechos para argüir que todo este asunto se resolvió tiempo ha, con el efecto de provocar la indefensión de quien esperaba esa investigación y esa resolución, incapacitándole para acudir a los tribunales de justicia al negársele la resolución administrativa prometida. Se ha caído en una tentación muy malsana: la de creer que la palabra dada no compromete, por no estar escrita. Como si el silencio tuviese entre personas la función que tiene entre administraciones y administrados. Como si el rector no fuera una persona, sino sólo una figura legal con forma humana. No es previsible que una vez dado este paso se vuelva atrás. Pero todo queda escrito: por ejemplo, aquí. Aquí y en la conciencia de quien así actúa. Si no queda escrito allí, la decisión de actuar de este modo se tomó ya mucho antes.





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