viernes, 26 de diciembre de 2014

Diez años de blogs


Se me olvidó celebrar, si es que es de celebrar, que llevo ahora diez años—ya más de diez ahora—escribiendo este blog. Lo empecé en octubre de 2004, poco después de disponer de un espacio propio en la web de la Universidad de Zaragoza, y totalmente ignorante aún sobre las plataformas automatizadas de blogs. Luego lo pasé a Blogia, y seguidamente a Blogger, aunque también sigo haciendo el viejo blog "a pedales" en mi viejo sitio web, triplicando el esfuerzo inútilmente. Y luego han salido repositorios, facebooks, videoblogs y demás, multiplicándome las entidades de una manera que volvería loco a Occam.

En tiempos pensé que todo el mundo acabaría por abrirse un blog. Casi se realizó eso con el boom de facebook—pero son los menos los que escriben algo en su facebook, una vez inaugurado; y al final el whatsapp se presta más a mantener la red social auténtica de cada cual—de cada cual que la tenga. Y los blogs quedaron como una rareza para esperantistas, filatelistas, o radioaficionados—que parecen más chiflados a posteriori que a priori, antes de que se supiese en qué iba a parar la cosa.

No sé si por intuición profética me quedé con el nombre de Vanity Fea para mi blog (aunque sigo dándole otros nombres en otros sitios), un poco como reducción al absurdo de la idea de un diario en red personal y público. Al final se vuelve a reducirse a su motivación original, que era señalar novedades o actualizaciones en mi web. Claro que si mi web incluye mi blog allí se abre la posibilidad de un bucle vicioso, o virtuoso, reflexivo en todo caso—y muchas vueltas le he dado a ese bucle que es uno mismo, sin ir a parar a ningún sitio. Sigo posteando novedades sobre mí, eso sí, aunque poco haya de nuevo; más de diez años me ha costado colgar mis Obras Completas, procurando alcanzarme a mí mismo, à la Shandy, y algunas aún no han subido—las menos por no haberse escrito todavía. Claro que las subo por cuadruplicado a veces, a repositorios y demás, por miedo a que haya too little of a good thing. Y así es el cuento de nunca acabar, con mohosas novedades siempre desempolvadas.

Los primeros años incluso me dediqué a imprimir el blog, en pasta, y perdí la comba cuando ya llevaba un estante lleno de volúmenes, pesados como Biblias. Si no hubiese parado, ya tendría dos metros de blog. Porque esto ocupa espacio en los estantes, si se pone uno, y no sólo tiempo y bits. Pero perdí fuelle, y la  buena impresión se quedó a mitad.

Del mismo modo he perdido fuelle a la hora de escribir cosas, en general. Primero se ha vuelto menos diarístico y menos opinativo, o menos opinionated quizá también, el blog y uno mismo. Antes divagaba impromptu mis opiniones, las noticias de a diario, ensayos tentativos, y despotriques varios, contra la profesión y la injusticia y el entorno y la naturaleza de la realidad. Pero de todo eso ya queda poco, y somos mera sombra de nuestras anteriores actividades. Antes no pasaba película que viese, o libro que leyese, sin escribir aquí sobre él. Luego perdí la fe, o el interés, o el impulso—y el interés se perdió conmigo.

Han desaparecido también de aquí los escasos comentadores que había los primeros años (muchos de ellos negativos). Desde luego, las remotas tentativas de "crear comunidad" o convertir esto en un foro de intercambio de opiniones han encontrado su refutación más contundente en el silencio y la indiferencia absoluta. Como analogía sólo se me ocurre el paralelo con mi Fotoblog, que contiene unas 30.000 fotos y apenas una decena de comentarios en total en estos diez años. Mira, en Facebook sí que me ponen algún me gusta a las fotos a veces, aunque ya se sabe que los me gusta de facebook son de buen quedar.  Por el eco obtenido, desde luego, no lo haré, lo de seguir con el blog; podría aspirar en todo caso a un éxito de fracaso, pues ni siquiera Krapp fracasó mejor. Con lo cual va terminando todo esto, como empezó, como un diálogo a solas conmigo mismo. Pero dudo que ni yo mismo me escuche al final. Los mensajes secretos prefiero dirigírmelos en el blog interno del stream of consciousness, y no vale la pena dejar registro de ellos aquí.

Con lo cual el balance de estos diez años ha de ser de un éxito digamos modesto, sólo avalado por su continuidad inexplicable.  Este éxito modesto es, dirían algunos, lo más cerca que he estado de la modestia.




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