miércoles, 19 de marzo de 2014

Resuelto el misterio de los asesores

Nadie entendía para qué necesitaba Zapatero 600 asesores, Gallardón 400 y Rajoy los cientos y cientos que tenga. Todos los comentaristas políticos tirándose de los pelos, llamándoles cuentistas, hablando de despilfarro inexplicable—sobre todo habida cuenta de que al parecer no les asesoraban gran cosa, y en todo caso tampoco siguen sus recomendaciones... Pero la razón es muy sencilla, la explicó Thorstein Veblen en 1899, en su Teoría de la Clase Ociosa:

"La posesión y mantenimiento de esclavos empleados en la producción de bienes es señal de riqueza y valía, pero el mantenimiento de siervos que no producen nada es prueba de que se posee todavía más riqueza y más alta posición. Al amparo de este principio surge una clase de sirvientes, cuanto más numerosa mejor, cuya sola función es prestar servicios estúpidos a la persona de su propietario, para demostrar así la capacidad que éste tiene de consumir improductivamente una gran cantidad de servicio. De ahí proviene una división del trabajo entre los sirvientes o dependientes, cuya vida se emple en mantener el honor del caballero ocioso: mientras un grupo produce bienes para él, otro grupo, generalmente encabezado por la esposa, o por la esposa principal, consume para él viviendo en ociosidad ostensible. De este modo se demuestra la capacidad del amo para asumir un enorme gasto pecuniario sin que ello afecte su magnífica opulencia." (p. 85-86)




A esto podríamos sumar otro fenómeno de ostentación de inútiles, que obedece al mismo principio— el que podríamos denominar el Principio Delfín: 
 
—a saber, que todo ostentador poderoso debe tener un adláter, doble bis, sucesor, asesor privilegiado o delfín, que sea perfectamente inútil cuando no un perfecto inútil, a modo de segundo yo ostentoso, con la única función de demostrar que en efecto es inútil, que puede tenerlo, y que lo tiene.

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