lunes, 25 de febrero de 2013

Carne de china

Algunas reflexiones al paso después de ver Cloud Atlas. Supongo que será candidata a los Oscars del año que viene, con sus colección de estudios de efectos especiales, y que se llevará unos cuantos; también parece bien pensada para arrasar en cuestiones de actores secundarios y de maquillaje. Una de las cosas más llamativas de la película es cómo reaparecen varios actores en distintos papeles en las diversas historias, y llevado por tu entusiasmo de reconocer a algunos de ellos, no caes en la cuenta de que no has reconocido a la mayoría, a no ser subliminalmente. Aunque creo que esto la hace más bien candidata a ser re-vista y repasada; sale uno de ella con la sensación de haber visto varias películas, lo cual es a la vez bueno y malo. (Aquí una reseña preliminar). 

Lo que une a los argumentos son lazos temáticos, unidos a la benevolencia y a la empatía con los otros. Pero claro, aunque aquí se hallen enfatizados, y un tanto subrayados además por la recurrencia de actores en el papel de buenos o de malos generalmente, es ése un tema difícilmente original. Resulta que rige el ochenta por ciento de los argumentos del mundo, y me quedo corto; con lo cual no sería difícil añadir otras cuatro o doce historias más a la película, y alternarlas como aquí se hace, con la misma justificación estética. O quitarle tres de las que hay. A lo que voy, que a la película la unifica sólo el hecho de que es una película y no varias, y que la novela era así. Las transiciones entre líneas argumentales se cuidan también con el truco de la falsa continuidad: un elemento dee una historia que enlaza con uno de la otra, como se hacía también por ejemplo en Crash, mucho más unificada ésa desde luego, a dónde va a parar, la menciono sólo por clarificar lo diferentes que pueden ser dos películas supuestamente construidas con un principio general, el de la multilinearidad argumental. 

En este sentido Cloud Atlas está más en la línea deslavazada o voluntariosamente simbólica de Babel. Las conexiones no simbólicas (uno de los amantes gays lee el libro de otro personaje en una línea argumental, el otro es un personaje secundario asesinado muchos años después en otra línea, etc.)  están sólo para conectar, y casi daría igual que no estuviesen. En cuanto al mensaje, es aquí mucho más pernicioso, estéticamente hablando digo, por lo mal realizado que está al quererlo literalizar en el discurso de la clon coreana, o en las alusiones a las reencarnaciones y a Castaneda en la línea argumental ambientada en los setenta. De acuerdo, son los setenta, y crea ambiente Castaneda, pero yo es que oigo Castaneda y echo mano a la Luger más rápido que el músico gay ese. Contribuye, eso sí, a un tono de misticismo barato que no desentona con el primum movens de la película. En el ser humano todo resuena, todo acto significa, todo tiene trascendencia, o casi todo si nos ponemos a hilar, o tiene más o menos trascendencia y todo crea el destino del futuro y de los demás.... OK, pero eso se llama la cultura o la interacción social, o incluso la coexistencia en el planeta, y cuando se intenta hacer un pequeño modelo a escala de esas conexiones, por resaltarlas y explicarlas, lo que se hace es falsificar la auténtica naturaleza de la conexión, que no llega por mentalismo ni por karmas acumulados en los individuos. O sea, que en lo que se refiere al mensaje ético, queda más bien emburrullado, como no podía ser menos, una vez le añadimos los karmas acumulados.

Pero cada una de las historias está bien contada, y tiene su propio interés; una película completa casi más que un corto, por la compresión casi de anuncio que tienen las escenas. Esto se puede hacer en parte por el uso de referencias subliminales casi explícitas a otras películas o historias: Alguien voló sobre el nido del cuco en el caso de los vejetes que escapan del asilo-cárcel, La Isla en el caso de la clona coreana fugada, The Secret Sharer y Rites of Passage, amén de otras historias conradianas en la historia de navegaciones del XIX, etc. etc. Ya casi las hemos visto todas, estas pelis, pero aquí se refilman y recombinan agradablemente, y se alternan manejando bien el suspense, que es en parte para lo que están estas alternancias.

Carne de china. Examinemos esta historia con sus fuerzas y sus debilidades. La historia de los clones nos remite por una parte a Matrix de los Wachowski, cuando los Wachowski no era masculino genérico. Tiene la clona coreana su propio Neo en papel de Morfeo, que la rescata de su MacDonalds de pesadilla y la introduce a la realidad detrás de MacDonalds, otra vez un sistema diabólico que se alimenta de carne humana alienada. Tenemos otra sociedad de rebeldes en lucha, en un mundo que parece una reedición de elementos extraídos de William Gibson (Neuromante, Idoru) y de Blade Runner. El mensaje viene a ser otro de libertad, y hay una Elegida. 

No queda claro por qué era la Elegida, una clon como las otras. (Y si no es como las otras, aquí hay una petitio principii....). Aún menos razones tiene para convertirse en la Gran Madre Elegida de la otra historia futurista. Pero es todo el montaje de su liberación lo innecesario. A lo que voy es que la solemne emisión del mensaje radiado, la revelación pública del testimonio de la clon es un elemento de interferencia, extraído de otro tipo de argumento o argumentario, pero que no tiene ni lógica ni justificación en el mundo que se nos retrata en la película. Además, la clon es a la vez ignorante y denunciante, cosa que no acaba de clarificar la situación. Y se termina de estropear la cuestión cuando la clon china recita monótonamente un mensaje que no sabemos si es un dictado que ha memorizado, o si es la conclusión improbable de sus propias reflexiones, ayudadas por un videotutorial budista.  En fin, que aquí unos clichés se apoyan sobre otros, con un resultado más doloroso que convincente; de los de pasar el rato mientras llega el la otra línea argumental.

Y con ello no quiero decir que esta historia no tenga su punto de interés, en la manera de presentarla. Es significativa la elección de una mujer oriental, "china" digamos, para presentar esta historia de la victimización eterna de los débiles y oprimidos. Estos días denuncian por allí las hamburguesas con carne de caballo; no hemos llegado todavía a la carne de coreana, y no creo que se ande por allí a medida que progrese la Macdonaldización de la Sociedad; más bien lo que se hará en el futuro es generar carne sintética o genéticamente modificada para que crezca sin bicho; comeremos enormes... tumores, por así decirlo, me parece que es lo que nos espera.

Pero esta historia oriental se refiere tanto al pasado como al futuro, en su elección de la imagen de las chinas sacrificadas. Leyendo estos días el libro de Darwin sobre selección sexual, se me han aclarado algo las ideas sobre las actitudes hacia la mujer en las sociedades orientales. Es sabido que una niña es ahí malas noticias; sólo quieren tener niños, y de hecho lo van consiguiendo con los escáneres prenatales, análisis y abortos. En China hay unos 120 niños por 100 niñas, una desproporción sexual tremenda, y que se ha descrito como una "generocidio". El desprecio tradicional hacia las mujeres se está convirtiendo en una reducción deliberada y planificada (espontáneamente planificada, digo) de sus números, resultado de millones de decisiones individuales que llevan a que el único hijo sea varón, o que dos de tres sean varones.  Es la historia de El primer siglo despues de Béatrice, pero que se va haciendo realidad.

Las sociedades tradicionales desarrollan sus propios métodos de control de la población. De esto habló algo Malthus. Y Gustavo Bueno, en su conferencia sobre la guerra, señala en términos malthusianos que en última instancia la población crece más que los recursos; y que un recurso frente a esto es la guerra, y otro es el canibalismo. El canibalismo se llevaba bastante en la Prehistoria, más quizá de lo que pensamos hoy. En la Antigüedad, fueron las guerras, razzias, masacres y esclavizamiento; para hacerse una idea hay que leer a Polibio, que describe la situación antes del surgimiento de los grandes imperios. En Roma, la esclavitud masiva, claro. En el Cristianismo medieval, aun con su dosis generosa de guerras y de esclavitud, la innovación antibeibi fue la religión: los millones y millones de personas destinados a una vida sin relaciones sexuales (o sin peligrosas relaciones heterosexuales) en conventos y monasterios, todo acompañado claro con el desarrollo concomitante de una ideología de la castidad y de lo pecaminoso del sexo. 

En Oriente no había tanto monasterio, pero sí había una institución no muy reconocida ni estudiada todavía: la del infanticidio femenino.  Nacían menos niñas que niños, o nacían menos niñas vivas que niños, o se morían pronto.... la cosa va por temporadas y costumbres. Junto a esta costumbre, se desarrolla una ideología de menosprecio a la mujer, y de subordinación de éstas a los hombres, un machismo atroz que nada tiene que envidiar al de los árabes, pero nada nada.  Hoy en día, el aborto es su gran expresión, y la gran solución al problema malthusiano de China; en concreto, el aborto de niñas.  ¿Me pregunto si los Wachowski, con su gran matadero cárnico de chinas en Cloud Atlas, son conscientes de que estaban presentando una alegoría del aborto industrializado?  Yo diría que menos que a medias. Ahora que habrá que ver cómo se acumula en el karma de la raza, y de la humanidad entera, esto del aborto selectivo de mujeres.


También sé que no es un crimen igual de grave matar a una camarera china que a una feta, no hace falta que me lo digan, aunque son ambas cosas que no gusta pensarlas. Los mataderos de animales, o los establos y gallineros industriales, son ya de por sí bastante desagradables de contemplar de frente. Pero hay además una industria de sacrificios humanos para apuntalar el sistema o mantener un aporte calórico viable, o una organización social si no totalmente deseable sí deseada. La Humanidad también vive de carne humana, es una de sus verdades más desagradables, y la miramos indirectamente, o decimos que es otra cosa lo que decimos. Y sea como sea, lo que vemos en la pantalla también depende en última instancia de quién mire.


 
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