miércoles, 22 de junio de 2011

Epílogo a EL ÚLTIMO HUMANO


Meave Leakey en
El último humano: Guía de veintidós especies humanas extintas (2007):

Este libro trae de nuevo a la vida, de manera vívida, veintidós especies extintas de antecesores nuestros, ramas de un árbol familiar humano que en tiempos fue diverso. Muestra la secuencia en que se desarrolló una combinación de adaptaciones cruciales que nos convierten a nosotros, a los últimos humanos que sobreviven, en la especie sin par que somos hoy. La primera de éstas, el bipedismo, llevó a nuestros antecesores hace seis millones de años a nuevos entornos, y proporcionó potencial para los desarrollos que siguieron. A continuación, la destreza manual proporcionó la capacidad de manipular una diversidad de materiales, desde los grandes y pesados a pequeños y delicados, y de desarrollar así la tecnología hace 2,6 millones de años. Luego, la encefalización (la tendencia hacia el desarrollo de un cerebro mayor) resultó en un aumento de la inteligencia y un potencial para innovaciones sin precedente en nuestra tecnología, la capacidad de recordar y almacenar información, de explorar, de descubrir y de inventar. Por fin, nuestra compleja comunicación, tanto oral como escrita, nos permite transmitir conocimiento e información a todos los demás individuos de nuestra especie, y a las generaciones futuras.

Con estas adaptaciones, podemos lograr lo imposible para otras especies. Podemos ver el mundo desde el espacio exterior, y darnos cuenta de que estamos todos confinados en un pequeño planeta, dependiendo de sus recursos para poder sobrevivir. Podemos medir las cifras de nuestra población, y calcular que ahora sumamos más de seis mil millones y medio de de individuos, y que este número crece cada minuto. En una sola generación, hemos visto cómo el volumen de agua, un recurso vital, descendía dramáticamente en muchos pozos, perforaciones, depósitos y ríos; algunos de los mayores ríos del mundo ya no llegan al mar. Podemos medir el área de bosques que se de destruye diariamente, y sabemos que la forestación está despareciendo a un ritmo que no tiene precedentes. Podemos ver cómo estamos cambiando nuestro planeta irreversiblemente y cómo estamos destruyendo los mismos sistemas que nos mantienen. Y podemos predecir el curso de estas tendencias adversas, y comprender la urgencia en tomar medidas para asegurar el futuro. Debido al aumento de nuestro número y al derroche en el uso de los recursos, nuestras actividades están amenazando la supervivencia de nuestra especie y la de muchas otras, como nunca antes.

Puesto que somos inteligentes, sabemos estas cosas, y puesto que somos inteligentes, tenemos la capacidad de hacer algo al respecto. Somos únicos en el hecho de que podemos hacer planes para el futuro. Podemos educar a nuestros hijos, y ellos a sus hijos, para apreciar la urgencia y necesidad de actuar seriamente para detener la destrucción de nuestro planeta. Mediante la educación y el control de la población, estas tendencias pueden invertirse. Inevitablemente, dentro de muchos millones de años, el sol se calentará demasiado para que sobreviva ningún tipo de vida en la Tierra, pero por ahora tenemos sin duda la capacidad de extender nuestra breve estancia en este planeta, de una de las más breves a una de las más largas.

Este libro pone a la humanidad en perspectiva en el tiempo y en el espacio, como sólo una más de los millones de especies que han habitado en la Tierra en los últimos tres mil millones y medio de años. Le ha costado entre 6 y 7 millones de años al Homo sapiens evolucionar desde un antepasado común con los simios actuales, hasta nosotros—y hemos existido como especie sólo doscientos mil años. El éxito de una especie puede medirse desde diversos ángulos. En términos de número de población, sin duda tenemos éxito, y cada vez más. En los últimos cincuenta años, nuestros números de población han aumentado exponencialmente, de dos mil millones y medio a seis mil millones y medio. En términos de desarrollo tecnológico, ninguan otra especie ha alcanzao jamás nuestro nivel. Podemos sondear el espacio exterior, penetrar en las profundidades de los océanos, y llevar a cabo cálculos antes impensables, con ordenadores cada vez más avanzados. Pero en términos de la longevidad de nuestra especie, sólo el tiempo lo dirá. Somos recién llegados a este planeta. Desde una perspectiva evolutiva, 200.000 años es sólo un bip, lo cual plantea la pregunta clave, ¿es nuestra sin par combinación de adaptaciones, y más en concreto nuestro desarrollo cerebral, una estrategia adaptativa que tenga éxito, en términos de la supervivencia a largo plazo de nuestra especie? ¿O acaso el Homo sapiens, la única especie [humana] que sobrevive de un pasado evolutivo diversificado, será un fenómeno de corta duración, que apareció y desapareció en unos pocos cientos de miles de años, habitando el planeta durante menos tiempo que la mayoría de nuestros antepasados representados en este libro?


Epílogo de Meave Leakey al libro  (G. Sawyer and Victor Deak. The Last Human: A Guide to Twenty-Two Species of Extinct Humans. Text by Esteban Sarmiento, G. J. Sawyer and Richard Milner. With contributions by Donald C. Johanson, Meave Leakey, and Ian Tattersall. (A Peter N. Nèvraumont Book). New Haven: Yale UP, 2007).





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