domingo, 2 de enero de 2011

Album de fotos 2010

En 2010 me ha dado con especial virulencia el síndrome fotográfico, y he hecho muchísimas fotos. En mi fotoblog de Flickr ya llevo colgadas 5000, y la mitad de ésas son de este año pasado.  Habrá que moderarse, por falta de megas, o por temor al absurdo.  El otro día le decía a una amiga que este proceso tiene un fin lógico e irremediable: a medida que hago fotos, se me despierta la atención e interés por las cosas, y pasan a parecerme fotografiables cosas que antes no me hubieran parecido fotografiables. En potencia, todo es fotografiable, pero de hecho nunca lo puede ser. El problema de la selección es por tanto acuciante como siempre. Además, está el otro problema asociado--que el afinamiento de tu percepción, derivando por derroteros particulares, puede que se vaya separando del gusto de la generalidad. Este otoño pasado yo hubiera inventariado cada hoja que caía, pero por muchas fotos de hojas que haya hecho, no lleva camino de cumplirse ese proyecto—todo lo más aburriré al personal. 

Y sin embargo me han dicho dos o tres personas que les gustan mucho mis fotos, y a mí mismo me gustan. Que por qué no organizo una exposición, me dicen. Yo respondo que la exposición ya está allí, en Internet, qué digo allí, aquí está. De las cerca de dos mil quinientas fotos subidas a Flickr en 2010, hay en este album una selección de trescientas cincuenta—supongo que muchas de las mejores, aunque varias de las mejores también se habrán quedado por el camino. Una manera cómoda de navegar por mi fotoblog es poner este enlace en la  barra del navegador:


https://www.flickr.com/photos/garciala/with/4284786136/
 

O éste:

https://www.flickr.com/photos/garciala/page1190/

Este en concreto lleva a la mitad—a las fotos que ponía yo a principios de 2010. Cambiando el número de página al final, se va rápidamente a la página que se quiera. Con los enlaces de a pie de página de Flickr es más lento.

Acabo de acordarme de que esto es un blog temático llamado "Vanity Fea", así que, volviendo a lo de la exposición, es forzoso decir que a pesar de las ventajas de las exposiciones virtuales, las fotos lucirían mucho más, a efectos de engordar el ego, en una exposición real y física, con vino español de inauguración. Las mías o las de cualquier aficionado entre miles que presentase una buena selección de su Obra. Muchísimo más lucirían, a dónde va a parar, y especialmente si era cara la exposición: montadas las fotos en paneles de metro y medio por dos, y en una sala de exposiciones enorme, céntrica y prestigiosa, con carteles y banderolas gigantes fuera anunciando a los cuatro vientos la muestra, con críticos y reseñistas enviados por los periódicos, unos minutejos en el cultural del telediario, y entrevistas en la radio no al artista, que estaría apartado del vulgo y no concedería entrevistas, sino a los organizadores de la muestra, que disertarían sobre la importancia, variedad y originalidad de la obra, y su significado en el contexto de las artes visuales hoy en día. Vamos, todo el envoltorio que en tantas exposiciones de fotografías viste un contenido no siempre normalito, pero muchas veces no mucho más interesante ni bonito de ver que el que se ve en mi exposición virtual, modestia aparte. Ni más variado. 

Bueno, todo el mundo es variado dentro de unos límites, y yo fotografío demasiados reflejos y demasiadas hojas—pero por otra parte, la variedad es más dañina que beneficiosa para el pretencioso o aspirante a artista. En arte, para mercar tu mercancía, debes hacerte un estilo fácilmente identificable, inconfundible, aunque sea estricto o estrecho, o perjudique la especialización estilística a tu propia percepción de las cosas. Un producto tiene que tener una marca—y Picasso no puede pasar a hacer Warhols, estaría fuera de tiesto. El artista debe mimar su figura construida. Además, debe dosificarse y hacerse escaso, no producir demasiado. 

Los auténticos esfuerzos del artista han de ejercerse en un arte a veces más difícil y oculto—han de ir encaminados a la autopromoción, a la búsqueda de contactos, intercambio de favores con políticos y comisarios culturales, contratos bajo mano, aperitivos en las jornadas culturales, tirar de hilos para mover reseñistas, formar parte de algúna generación o movimiento identificable y socializar a distancia con otros que tal.... hay que dedicarse mucho más a eso que a hacer arte, por dios. que arte lo hace cualquiera. Es lo que se llama una carrera artística, que pocos tienen el tiempo o la dedicación o las ganas o el talento de emprender. Podríamos llamarlo una técnica y estrategia para la gestión de la atención—de esa atención sin la cual el arte vale decir que no existe.  Y parte del arte por allí va: es puro envoltorio organizado, para encauzar la atención concertada de un público que quiere asegurarse de que lo que ve es Arte, y que atrae la atención de otros. Otra faceta del arte, por supuesto, se encuentra donde menos espera uno, muchas veces en una hoja tirada en el suelo, a la que nadie le hace una foto.



 
 
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