miércoles, 22 de diciembre de 2010

Enseñanzas pasadas, presentes y futuras

Hoy doy mi última clase de 2010, sobre "The Middle Years" de Henry James— y también empieza a despejarse el panorama sobre mi docencia pasada, presente y futura. Aunque aún no está clara del todo la cosa.

Es que queda todo el presente, y el futuro, y hasta el pasado, alterado a consecuencia de la famosa sentencia sobre nuestro contencioso departamental, y el auto que ordena su ejecución forzosa.

En lo tocante al futuro, hemos tenido una reunión de ordenación docente, unos treinta profesores del departamento en la Facultad de Filosofía y Letras. Con vistas a la implantación del Grado de Estudios Ingleses, que este año estrena su primer año, y que se va a ir solapando con la licenciatura a extinguir, la de Filología Inglesa. Por cierto que los primeros graduados se graduarán el mismo año que los últimos licenciados—material viejo y nuevo que aterrizará a la vez en el mercado de trabajo, los licenciados con un año más de clases a sus espaldas.

Yo no tenía muy claro qué iba a dar en el futuro en el Grado, visto que las asignaturas que había venido impartiendo se han volatilizado, un mal pensado podría pensar que habrá sido por no estar yo en la comisión que diseñó el grado. Así, por ejemplo, yo venía dando desde hace años un grupo sobre Shakespeare, pero ya lo tuve que dejar al reducirse los grupos por la crisis. Y en el nuevo grado se ha suprimido la asignatura monográfica de Shakespeare—primer caso de la historia quizá en el que el Bardo va a menos.  Claro que nadie le quita a Guillermo que haya sido el único autor que ha tenido una asignatura para él solito en nuestras licenciaturas.  Ahora ni licenciaturas habrá.

La otra asignatura que venía yo impartiendo con variantes de nombre desde los años ochenta es Crítica Literaria Inglesa y Norteamericana. Otra víctima de los recortes. Algunos estudiosos como Ronald S. Crane pensaban que la teoría y crítica literaria era la asignatura central de este tipo de estudios en los que nos embarcamos. Nuestra Comisión es obvio que no ha sido de ese parecer—y los estudiantes tampoco, pues siempre ha sido una asignatura minoritaria. Me temo que este curso la impartiré por última vez, y allí se cierra un ciclo. Los nuevos Estudios Ingleses requieren menos teoría y crítica literaria, asignatura con fama de difícil y abstracta, y un poco más de Actividades en Clase.

Las asignaturas que daré en el futuro pueden ser, quizá, la Literatura Inglesa 2 del Grado (literatura de los siglos XVII y XVIII, pero sin Shakespeare) y el Teatro Inglés (ahá, con Shakespeare, más que probablemente). De estas dos tendré que elaborar una Guía Docente al gusto de Bolonia. El Comentario de Textos, otra de las asignaturas que vengo impartiendo desde hace años, no es que desaparezca en el Grado, pero se reduce y contrae, termina de ser conquistado por la Secta del Cine, y lo poco que queda de literatura lo ponen en primero—yo, francamente, prefiero cursos un poquito más avanzados.

Y mi docencia se completará (quizá) con una asignatura del Máster, bone of contention de todos estos años... desde que por ocurrencia o inspiración de la Dra. Onega, nos expulsaron de los programas de Máster y de Doctorado a todos los que no pertenecíamos a los grupos de investigación subvencionados. Esto lo recurrimos en una larga historia, y esta semana se les ha comunicado a todo el mundo la sentencia judicial, que anula y desautoriza todo lo hecho al respecto por el departamento en los últimos cinco años.

En suma, que (hasta que el departamento se llene de catedráticos) podré impartir una asignatura en el máster, sin que nadie me ponga barreras administrativas ni objeciones—por mucho que les gustase a algunos hacerlo, que sobre gustos no hay nada escrito. Puestos a hablar de gustos, mí también me gustaría ver unas pocas dimisiones, a consecuencia de una gestión tan desastrosa y conflictiva.  Pero me conformaría, a una mala, con que la gente recapacitase y no se volviese a embarcar en semejantes naves agujereadas. ¿Lo harán? Ni se sabe. Mañana, en el Consejo de Departamento que ha de aplicar la sentencia, igual vemos más claramente por dónde respira el personal.

Hoy mismo, y ayer, se ha enviado comunicación a cada uno de los miembros del departamento, para que pasen por secretaría a recoger la comunicación de la sentencia, que les obliga en cuanto corresponsables de las decisiones tomadas. Y es que de todos los colegas del departamento, aunque había tres o cuatro que no apoyaban nuestra exclusión, e incluso votaban contra ella, sólo ha habido una persona que se ha molestado en presentar voto particular contra todos los acuerdos departamentales que nos excluían. Y eso es lo que va a misa, administrativamente hablando: si no te opones con voto particular contra los acuerdos del cuerpo colegiado al que perteneces, los estás apoyando. Es de esperar que los funcionarios se hagan con esto más conscientes de su función, y que los que nos han excluido activamente se lo piensen mejor antes de promover acciones irregulares y, como dice el juez, imputables como prevaricación. Muchos se han dejado llevar amparados por el calorcillo del grupo, la burbuja de realidad alternativa que éste genera—y por el temor a significarse, que es mucho pero que mucho. Pero en estos casos se ve que sumarse a las malas prácticas de unos pocos tiene consecuencias para todos—para los cabecillas, y para los seguidores. Si esto ha de contribuir a resentir y encabezonar más a los grupos de coaligados, o a hacerles reflexionar y razonar mejor, ya se verá.

Esto en cuanto al futuro, siempre imponderable.

En cuanto al presente, resulta que de repente ha subido mi carga docente a treinta créditos, al reconocerse en la sentencia mi derecho a impartir la asignatura del máster "La representación". Con gusto la dejaría, tan sobrado de docencia, pero claro, no estamos para eso, después de tanto reclamarla—ya no es una cuestión de apetencias, a estas alturas.

Sigo además impartiendo mis asignaturas habituales "según previsto", en Comentario de Textos Literarios Ingleses— y en esa Crítica Literaria de la cual pronto me despido. Y además estoy dando una asignatura de la titulación de Filología Francesa por orden del Rector—poco acertada la orden en su momento, pero ahora les he dicho a los estudiantes que por no perjudicarles seguiré con esta asignatura hasta el final, siempre que no reciba órdenes contrarias. Pero claro, por una orden del Rector, y por la otra, me paso de docencia y me planto en treinta y tantos créditos. Así que el presente se presenta... agobiado, si le sumamos la redacción urgente de guías docentes, cursos de innovación docente a los que me he apuntado, y trabajillos varios con los que sigo trasteando.

Eso en cuanto al presente, que es terreno móvil.

Y, sí, hasta el pasado, que parecía tan ordenado y almacenado en su mundo pretérito—resulta que hasta el pasado cambia, por ficción legal.  Ya ni el pasado es lo que era, en estos tiempos que corren.

Y eso que nos había dicho el Dr. Deleyto que la alteración del pasado y otras ficciones legales no tenían lugar sino en las películas de ciencia-ficción. En nuestro consejo de departamento, por la experiencia que tengo, es inútil aportar argumentos legales o administrativos cuando el viento de la opinión va en contra. Pero claro, al final se acaba aterrizando en la dura realidad, o en la dura ficción legal, que es parte efectiva de la realidad.

Así que resulta que, por ficción legal, llevo ya tres años dando clases en el Máster. Acabamos de recibir una orden del Rector (otra más...), de fecha de 14 de diciembre, que ordena aplicar la sentencia como sigue:


Primero.- Ordenar al Sr. Vicerrector de Profesorado que proceda a modificar la asignación de docencia del curso 2007/2008 al profesor García Landa y la profesora Penas Ibáñez en los términos señalados por el Juzgado, al ejecutar directamente la sentencia en el apartado 1º de la parte dispositiva del Auto de 19 de noviembre de 2010, con todos los efectos favorables que de ello se deriven, tanto en reconocimiento, como ficción legal, de haber impartido la misma, como económicos si los hubiere, en el plazo de cinco días, a partir del siguiente de recibir esta notificación.

Segundo.- Ordenar al Director del Departamento, D. Ignacio Guillén Galve, que lleve a cabo la asignación en los siguientes cursos, en concreto para el curso 2008/2009, 2009/2010 y 2010/2011 conforme a los mismos criterios, y en consideración a los efectos que el primer pronunciamiento ha de producir para los años sucesivos con estricto ajuste a lo aquí acordado y con el apercibimiento señalado en el apartado 2º de la parte dispositiva del Auto de 19 de noviembre de 2010, en el plazo de quince días, a partir del siguiente de recibir esta notificación.

Tercero.- Que el Sr. Vicerrector de Profesorado proceda a requerir personalmente, por medio de la notificación del auto de 19 de noviembre de 2010, a todos y cada uno de los miembros del Departamento en el mismo sentido, con los mismos apercibimientos de incurrir en desobediencia a la autoridad judicial, prevaricación y poder ser multados como prevé el artículo 112,a de la Ley de Jurisdicción Contencioso Administrativa, de 150,25 a 1502,53 euros en caso de obstaculizar el cumplimiento, en el plazo de cinco días, a partir del siguiente de recibir esta notificación.

Habrá que enviar, además, certificación de lo realizado.

El Vicerrector ya ha hecho algo de lo ordenado, modificando hoy nuestra ficha docente de 2007-2008. En la que también me quedo con treinta y tantos créditos, entre virtuales y reales (si el pasado es real).

Y mañana tenemos un Consejo de Departamento para tratar el auto judicial, la enésima orden del Rectorado y de jueces sobre este asunto—donde parece que sí se va a obedecer, en principio, estas órdenes.  Eso no quita para que la reunión de mañana prometa ser de antología.
Es un mal trago, pero necesario, me temo. Nuestros Consejos de departamento solían grabarse, sobre todo para evitar excesivos acaloramientos—éste debería grabarse en vídeo, para referencia futura.


 
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