sábado, 22 de mayo de 2010
Proceso por blasfemia
El cantautor Javier Krahe está siendo procesado por blasfemia. Como tantos humoristas, hace humor con lo políticamente incorrecto, y aquí ha venido a chocar con una ley indeseable de este país—una ley que se armoniza mal, claro, con la libertad de expresión. La libertad ésa queda muy recortada y se queda en más teórica cuando hay leyes que castigan la blasfemia (llamada, eufemísticamente, "ofensa a los sentimientos religiosos"). Unos cristianos se han sentido ofendidos, y no se han privado de denunciar a Krahe, a quien el juez ya ha impuesto una sustanciosa fianza. Véase el artículo 525 del Código Penal, que no me he inventado yo (ni el juez ni los denunciantes tampoco, claro).
Es una ley retrógrada, pues no tiene en cuenta una realidad ideológica múltiple, en la que muchas prácticas y creencias y manifestaciones de diversas personas pueden resultar ofensivas, quedando al arbitrio del juez el determinar cuándo las manifestaciones ofensivas se han hecho "para ofender".
Aquí abominamos de esa ley, pero hay tantas leyes en este país que nos desagradan, sin dejar de ser legales, que le auguramos mal futuro a los blasfemos que sean denunciados... porque están a merced de las leyes, y de la arbitrariedad de los jueces. Presumiblemente se tendrán en consideración las blasfemias contra el cristianismo, por "creencia mayoritaria" y por su potencial número de ofendidos, y contra el Islam, por lo sensibles que son y por cómo se las gastan. Los demás ofendidos, probablemente se tendrán que guardar su resentimiento, o buscarán su propia justicia. Así que, blasfemos, réprobos y apóstatas, ojo con el Cristianismo, ojo con el Islam, ojo con las leyes de España, ojo con los jueces, que son imprevisibles—y ojo con los justicieros y ofendidos espontáneos. Así está el patio.
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