martes, 5 de mayo de 2009

A juicio

Al fin nuestras diferencias con nuestro departamento han llegado a los tribunales de justicia. Mañana, a las doce, se ve en el Juzgado de lo Contencioso Administrativo nº 3 (Coso, 34, planta 1 sala A) la demanda que presentamos contra la Universidad de Zaragoza. Visto que el anterior Rectorado, tras darnos inicialmente la razón, luego se inhibió a la hora de hacer entrar en vereda al departamento y ejecutar sus propias resoluciones. Ahora queda por ver qué pasa en el juicio mañana: si la Universidad manda a su abogado a abogar contra su propia resolución, que es lo que pedimos que se ejecute, o si no aparece el abogado, o qué. Extremos ridículos a los que lleva la inacción administrativa y el dejar hacer.

Lo que han "dejado hacer" a nuestro departamento de Filología Inglesa y Alemana es, básicamente, vulnerar la ley de universidades y la normativa de la propia universidad al hacer exigible la pertenencia a un equipo de investigación subvencionado para poder dirigir tesis doctorales y dar clases en segundo ciclo ("boloñés"). 

Los equipos de investigación del departamento han apoyado como un solo hombre este capricho— con el resultado de que no se nos admite como profesores capaces de dirigir tesis en el programa de nuestro propio departamento, y a la hora de elegir docencia, cosa que se hace por jerarquía y antigüedad en el puesto, a nosotros "se nos saltan" y dicen que primero tienen que elegir todos los miembros de los equipos de investigación, aun los más recientes que nosotros y con menos méritos, pues el "mérito" de pertenencia a un equipo eclipsa y anula a todos los demás. Mérito éste que se basa, como se adivinará, en el grupismo, el feudalismo, y las estrategias de apoyo mutuo

De hecho, estos equipos de investigación funcionan a la hora de tomar decisiones como partidillos políticos, o mejor como un solo partido, dirigido por la coordinadora del postgrado, la Dra. Susana Onega, que ha sido la creadora, impulsora y defensora de estas normativas aberrantes. La Dra. Onega es apoyada por sus co-coordinadores del postgrado, los otros catedráticos del departamento, los Dres. Francisco Collado y Celestino Deleyto, que a veces también toman la palabra, y por el aspirante a catedrático Dr. Vázquez, director de otro de estos equipos. Y luego la norma de que Hay que Pertenecer Obligatoriamente a Grupos Subvencionados, norma que no rige en ningún otro departamento de humanidades ni de esta ni de ninguna otra universidad, norma anulada por el propio Rectorado de Zaragoza, ha sido votada en silencio por todos los miembros de sus grupos, repetidamente, con la inhibición casi generalizada del resto del profesorado del departamento. Con una falta de criterio lamentable en un sitio de supuesto criterio como habría de ser la Universidad: si la Dra. Onega decide apearse de la burra, irían todos detrás, pues no hay otro criterio que les rija. Si lo decide la becaria, no; y de todos modos la becaria no lo va a decidir si no lo decide la catedrática. Así están las líneas de fuerza.

Y mucho nos tememos que así seguirán, puesto que hasta ahora las resoluciones del Rector a nuestro favor (no aplicadas) no han hecho ni reflexionar ni meditar ni mucho menos cambiar las decisiones de este grupo de profesores, que siguen como un solo hombre las indicaciones de sus Jefes naturales. Las posibilidades de ganar el juicio son, lo dicen las matemáticas, de un 50%. Con la misma situación de base y las mismas leyes, dos jueces distintos, o incluso el mismo dos días diferentes, dan fallos opuestos—de eso ya tenemos experiencia, así que en esto pocas ilusiones. Si perdemos el juicio, hay otro idéntico, por actuaciones idénticas, dentro de un mes. Si lo ganamos, como digo, no es previsible que cambien las cosas en el departamento. Sencillamente se ignorará la decisión del juez, pues en estas cuestiones nuestro departamento, como muchos otros rincones recónditos de la Administración, es un reducto de impunidad, donde las actuaciones de fuera llegan tarde y mal, y para cuando llegan ya han tomado otra forma distinta las estrategias de acoso administrativo que practican estos grupillos feudales.

Es posible que ésta sea la primera vez que se lleva a juicio a este departamento por actuaciones de este tipo. No lo sé, pues no circula la información: en el Consejo de Departamento, por supuesto, esta cuestión se ignoraría sistemáticamente si de la Dirección dependiese: la dirección se limita a favorecer las decisiones de estos grupillos de investigación, allanarles el camino, hacerles el papeleo, y correr un velo por encima de todo. No se le ocurriría a un director, por ejemplo, informar al propio Consejo de que hay un pleito judicial contra sus actuaciones—lo mejor es hacer como que no pasa nada; y hasta ahora ha funcionado muy bien.

Y sin embargo seguimos pleiteando, pues creemos que es la única manera en que podrían llegar a cambiar las cosas. Igual así a más profesores les entra en la cabeza que el Departamento de Filología Inglesa y Alemana de la Universidad de Zaragoza no es propiedad privada de un grupo de juramentados, ni de nadie que quiera sentar allí sus propias normas, sino que se tiene que atenerse a la misma ley y a las mismas normas que todo cristo en la Universidad. Cosa que ni los equipos de investigación, ni quienes les dejan cancha libre, tienen nada clara, pues nadie se ha encargado hasta ahora de aclararla. 

Veremos si ahora los tribunales se suman también a la ceremonia de la confusión, respetando las actuaciones de la Casa en lugar de aplicar la ley que rige a todos los demás. Aunque no será mañana cuando lo veamos, pues la sentencia tardará unas semanas en hacerse pública.


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