Transcribo aquí un escrito dirigido al Ministerio de Justicia de la II República en agosto de 1937, que se halla fotocopiado en el libro Témoignages complémentaires pour l'Histoire de l'Espagne - La guerre civile 1936-1939 (Madrid: Gráficas Aragón, 1953). El escrito tiene sello de entrada en el ministerio con fecha 16 de agosto de 1937. El Ministro de Justicia era por entonces el peneuvista Manuel de Irujo, que sucedió a García Oliver en su infame labor. Va firmado por Enrique García Torres, que había sido fiscal popular; y sobre él nos aclaran los autores-editores del libro (unos anónimos Nacionales) lo siguiente (traduzco del francés):
En el anexo se incluye la copia fotográfica del texto presentado, en agosto de 1937, al Ministro de justicia del Frente Popular. Este fiscal había sido designado por el mismo gobierno marxista, en nombre del cual solicitó y obtuvo condenas a muerte que fueron ejecutadas. A pesar de eso, su texto constituye la más viva descripción y el reflejo más fiel, no sólo de la justicia roja, sino también de toda la vida social de la zona de España sometida a la dominación del Frente Popular. (Documento nº 11).
Transcribo pues aquí ese documento, una queja-instancia del ex-fiscal Enrique García Torres dirigida al ministerio de Justicia en Valencia, firmada y sellada con fecha 16 de agosto de 1937. Lleva sus correspondientes pólizas con la efigie de la República. Mantengo las erratas y la errática acentuación del original.
Excelentísimo Señor
ENRIQUE GARCÍA TORRES, mayor de edad, casado, Abogado, vecino de Valencia, domiciliado en la calle de Comedias, veinte y cinco, piso segundo, ante V. E. comparece respetuosamente en concepto de Ex-Teniente Fiscal Interino del Tribunal Popular número Uno, de los de esta Ciudad por haber sido declarado cesante del cargo a virtud de expediente tramitado en la Fiscalía General de la República, en el que no ha sido oído el compareciente, elevando por ello, la presente queja, y á base de los siguientes hechos.
CAPÍTULO PRIMERO
El compareciente, que formaba parte del Ilustre Colegio de Abogados de ésta Capital al advenimiento de la rebelión militar, y con ello, el desmoronamiento de la justicia histórica por ser la mayor parte de sus funcionarios enemigos del Régimen, colaboré con los demás compañeros antifascistas a poner orden en la administración de justicia, recibiendo la autorización ministerial para llevar a cabo dicha organización.
Se pensó, ante todo, dar una autoridad suprema ó presidencial que fuése el eje de la organización, elevando para el cargo al compañero José Rodríguez Olozabal, que reunía colmadas las características del propósito: 1º. Porque no tenia un solo enemigo por su caracter bondadoso y ejemplar. 2º. Porque reunia las aspiraciones de todos por su talento y clara visión del momento. 3º. Y porque era un antifascista sin lugar a dudas.
Nuestra propuesta fué únanimemente ratificada por la superioridad, por los compañeros, por los funcionarios y por los componentes del Frente Popular.
Desde la superioridad recibiámos voces, afanes estímulos para que se constituyera pronto y rápidamente los organismos de actuación, y a dicho fin se encaminaron todos los trabajos, nombrando jueces, magistrados y auxiliares para las actuaciones.
En la segunda decena de Agosto ya estaba montada la máquina judicial con los nuevos elementos. Triste es confesarlo; pero el caso es que, por debelidad, impotencia é imperativo de las circunstancias, la función de los jueces se reducia á recibir las fotografias y partes de cientos de cadáveres encontrados por las afueras de la ciudad y por los caminos y carreteras de la provincia. Asesinatos y robos por doquier. Y para colmo de tal situación se constituyó en la Capital un llamado Comité de Salud Pública, cuyos componentes actuaban dando ciento y raya a los checas de los pueblos. Las violaciones, robos y asesinatos so pretexto del fascismo eran el pan nuestro de cada dia; surgian las Comisarias Antifascistas aprendiendo pronto a robar, asesinar, violar, incautar impunemente, pues raras excepciones podrian consignarse de hombre que, sintiendo el momento histórico, se dedicaran al restablecimiento del orden; nadie estaba tranquilo en su fábrica, taller, comercio ó labores de las tierras, y mucho menos en su domicilio particular. Ni siquiera se estaba tranquilo en los centros oficiales del Gobierno Civil que sacaban a los funcionarios y se les asesinaba; de la Jefatura de Policia, a lo agentes, pues ni en uno ni en otra, se ejercia función alguna de autoridad. Todo lo acordado era letra muerta, porque ni mandaban ellos, ni el Comité del Frente Popular, ni las organizaciones de milicias, ó guardias antifascistas.... ni siquiera el titulado Comité de Salud Pública, porque por encima de todos estaban las cuadrillas de ladrones y asesinos que enrolados en todos esos organismos disponian de vidas y haciendas, que no obedecian más que al mandamás que les capitaneaba.
En este estado de cosas se llega á últimos de Agosto en que el Gobierno piensa en el funcionamiento de la justicia popular para ver si participando en la función los organismos políticos y sindicales se termina el caos del desafuero, creándose en Valencia los Tribunales Populares para conocer de los delitos de rebelión, sedición y conexos; pero surge un suceso inesperado consistente en el pomposo Comité de Salud Pública, orgulloso de su poder y ambición, irrumpe en los locales de la Audiencia y en los mismos actúa apoderándose de las llaves de las cárceles y dando órdenes a los responsables de las mismas para que bajo ningún concepto se permita la entrada a commicar con los detenidos sin un permiso suyo, á cuyo mandato prestan acatamiento todas las autoridades del Gobierno, incluso la Comisaria de Orden Público que instituyó el Frente Popular, a pesar de que al parecer se disponia de las Comisarias de guardias antifascistas, tambien creadas por el Frente Popular.
Establecido pues el Comité de Salud Pública en los locales de la Audiencia, con el pretexto de que iban a actuar de Jurados del Tribunal Popular, surge la necesidad de la reorganización de Fiscalia.
Habia entonces en Fiscalia el Fiscal Jefe, republicano, más otros Abogados Fiscales liberales, respetados por los de la casa; pero se necesitaba que alguien actuara en el Tribunal Popular que á su vez asumiera la responsabilidad ante las masas y que fuése de temperamento izquierdista y que tuviese valor para dar la cara ante el caos y ante las gravísimas circunstancias de los procesos que se habian de instruir, y en esas circunstancias fué designado el que suscribe Abogado Fiscal conjuntamente con su compañero Enrique Domenech el Tribunal Popular, el dia primero de Septiembre.
Apenas entré en Fiscalia tuve que preocuparme de la suerte de los Fiscales y de algunos jueces y magistrados, sin poder evitar que un abogado fiscal fuése asesinado inmediatamente, que los otros dos abogados fiscales fuésen detenidos, pudiéndoles salvar y que a los pocos dias fuése detenido hasta el propio Fiscal Jefe, á quien tuve que acompañar a refugio seguro, y en el transcurso de unos dias me encontré de Jefe de Fiscalia, sin auxiliares, ni dependientes en mis actuaciones.
A los dos abogados fiscales los puse en sitio seguro en la provincia de Alicante, y para mayor seguridad les proporcioné, como Fiscal Jefe, un oficio nombrándoles inspectores de los Juzgados Municipales de la provincia de Alicante, haciendo constar ser adictos al Régimen, por si acaso en su lugar seguro eran objeto aún de algún desafuero, y al Fiscal Jefe se fué tambien a Alicante a la práctica de diligencias judiciales en el sumario contra Primo de Rivera.
De mi discreción, probidad y competencia, no he de hablar. No soy yo quien debe justificarlas. Funcionarios judiciales de todas las categorias y organismos hay en nuestro campo y muchos compañeros y responsables de organismos politicos y sindicales, que por los años que me conocen, pueden calificarme, no autorizando a ningún viajero de Madrid, por competente que se crea, para que me examine y califique.
Menos autorizo a ningún viajero de Madrid para que califique mi actuación de Abogado; cierto que no tuve autos, ni ujieres ni comodidades, ni provecho material; pero no cometí nunca ninguna bajeza, ni realicé actos de servilismo, ni dejé pasar ninguna injusticia, habiéndome permitido el lujo de estar pendiente de sumarios desde la edad de diez y seis años hasta ya Advenida la República, por los desafueros de los Alvarez Rodriguez, Balbines, Burillos, Sebastianes [aquí se han recortado un par de nombres en el original] y otros Perez deshonra de la magistratura, llegando los dos últimos a Magistrados del Supremo.
¿Que floreciente despacho iba a tener si el año 1.908 terminé la carrera y el año 1.909 ya tuve que emigrar de Valencia por las persecuciones gubernativas y judiciales? ¿Como habia de florecer mi despacho, si el año 1.911, con la tirania del General Echagüe, tuve que emigrar nuevamente de Valencia, teniendo que vender todos los libros y objetos del despacho para poder comer?. ¿Como tenia que florecer mi despacho, si el año 1.917 con la huelga ferroviaria, tuve que emigrar nuevamente de Valencia teniendo que vender todo lo vendible del despacho para subsistir?. ¿Como habia de florecer mi despacho, si el año 1.923, la dictadura me hizo la vida imposible por todos sus años?. Como he dicho antes, no concedo autoridad alguna a los viajeros de Madrid para que den patentes sobre mi competencia profesional sin antes someterse a una prueba de comparación. Hasta que ello llegue he de sostener que los encargados de velar por el cumplimiento de la Ley, á la que deben acatamiento, no han dado muestras de competencia ni de democracia desde el momento que instruyen un expediente, tomando acuerdos, sin oir al funcionario acusado, haciendo peregrinas acusaciones de falta de competencia para el desempeño del cargo, y que ha sido un obogado mediocre.
ACTUACION DEL QUE SUSCRIBE EN ESTA ETAPA
Encargado de la Fiscalia, se encuentra Valencia y la provincia sin autoridad gubernativa, militar ni judicial, actuando los controlados é incontrolados a su placer; los asesinatos, violaciones están vibrando á todas horas; se mata a los detenidos y a los familiares que por ellos preguntan. Se establece el Comité de Salud Pública en el Palacio de Justicia, se incomunica a los detenidos en las cárceles y se quedan éstas vedadas para todo el mundo, para todas las autoridades judiciales y gubernativas y de cualquier otro orden; no pueden penetrar en las mismas mas que los del Comité de Salud Pública y los que ellos autoricen diariamente; hay cientos de asesinatos. ¿Quien los ordena?. Pues en el Palacio de Justicia actua un tribunal y el Fiscal de la Audiencia es Garcia Torres. ¿A quien hay que acudir?. ¿Al Comité de Salud Pública que mata a los presos y a los que por ellos preguntan? No. ¡Imploran justicia al Fiscal!.
¿Quien da la cara a los del Comité y Comisarias? Garcia Torres. Pues a él acuden cientos y cientos de infelices, en lo social y político, otros republicanos, y ya se tiene al que suscribe actuando dia y noche. Ahora comprenderá V.E. porque se me acusa por las visitas de Fiscalia sin conceder ningún valor por mi actuación á quien todos los dias se jugaba la vida por salvar la del prógimo. ¿En que juicios actuaba el Fiscal para asesorar a nadie? ¿Que me entregaban avales de afección al Régimen?. ¿Pues, quien podia hacerlos llegar hasta las guaridas de las fieras, sin un percance?. ¿Quien sienta una afirmación tan fria y despiadada como el acusarme de que recibia visitas en Fiscalia asesorando a los inculpados é interesados, no ha sentido nunca latir en su corazón sentimientos nobles, ni sabrá nunca que es la justicia, y eso, que aún llegaron a tiempo a esta tierra y a los locales de fiscalia mis sucesores para apreciar los cientos de victimas que acudian a pedir clemencia, socorro ó a que se averiguara que habia sido de sus deudos, pues algunos costaban muchos dias de encontrar, consolándoles por la pérdida del ser querido y procurar entre las palabras de consuelo que no odiaran á la República, que ésta era buena.... y ¡que alegria experimentaba cuando libraba á alguien del asesinato ó del desafuero ó al cabo de varios dias se encontraba al secuestrado sin esperanzas en cualquier guarida!.
¿Han sido agenas las autoridades de todo orden á éstas visitas?. ¿No me han hecho recomendaciones los del Consejo Fiscal en ese orden humanitario?. ¿Y los del Tribunal Supremo?.
Ahi vá un botón de muestra para que se comprenda mi actuación. Se necesitaba actuar, sobre todo instruir sumarios a los militares y no podia efectuarse porque los antecedentes obraban en los archivos del Comité de Salud Pública y los presos a su disposición, y por fin, tras laboriosas conferencias se llegó a que los jueces instructores actuasen solo en esos procesos y dos ó tres de paisanos; el primer sumario de los militares fué el del cuartel de Caballería, costando muchas amarguras y muchas bajezas a los actuarios para la visita de las cárceles, y después de haberlo consentido, se señaló la vista para el dia ocho de septiembre, quedando la víspera, a las siete de la tarde, notificados todos los procesados ; pues bien, sobre las ocho de la noche, las insaciables fieras del Comité de Salud Pública, que habian de actuar de jurados y ya estaban notificados para ello, acordaron sacar por la noche á los presos y matarlos para que no se celebrara el juicio; fuí noticioso de tal crimen por un funcionario de una carcel y por la intervención del Presidente de la Audiencia, el Delegado de Justicia y yo se pudo convencer a algunos del Comité para que desistieran de tal monstruosidad, y como ya habian sacado a los presos, tuve que estar toda la noche detrás de unos y de otros pudiendo conseguir que devolvieran los procesados á sus respectivas cárceles, excepto dos, los desgraciados Tenientes Altabella y Castellano, ¡pobres inocentes que fueron asesinados a la una de la noche! y al dia siguiente, como era natural, faltaron dos procesados que habian sido notificados el dia anterior á las siete de la tarde y publicado en la prensa el orden del juicio con el número y nombre de los procesados, acudiendo a la vista sus abogados defensores. ¿Puede darse mayor verguenza?. ¡Lo triste fué que á la vista acudió un corresponsal de prensa inglesa y de dicha nacionalidad por cierto llevándose de mi mejor impresión que los del Consejo Fiscal!.
Relatar lo que durante la vista pasó seria interminable; desde la amenaza a los abogados constántemente con el dichoso paseito, hasta el no admitir las pruebas de descargo, todo fué uno y lo mismo, hasta el extremo de que hubo un condenado á muerte, el Teniente Carratalá García, que presentaba como prueba un certificado médico en el que se justificaba que a éste habiánle practicado una operación en la garganta y habia estado en cama desde hacia más de quince dias anteriores a la rebelión y ni siquiera habia estado en el cuartel, y aún el dia de la vista presentaba síntomas de extenuación de la operación, dato del que no me pude interesar porque los jurados estaban facultados para admitir ó no las pruebas y en ningún juicio las admitieron, tratándose de militares, y siempre con la amenaza pendiente de que si no hacian lo que ellos querian los matarian, porque tenia n la entrada libre en las cárceles.
Ello no obstante retiré la acusación a seis; dos condenados a la pérdida del empleo y dos á cadane perpétua, y no tuvieron mas remedio que acatar lo que habia fallado ya el numeroso público que acudió a la vista, porque los vivas á la República y á la Justicia Popular levantaban en vilo á los corazones de acero, sobre todo en los párrafos dedicados á los que retiré la acusación.
Otro botón. Siguió a dicho proceso el de los militares del Regimiento número 10, en el que celebrándose la vista noté cierto nerviosismo en los jurados hasta el punto de que se quedó el Tribunal casi sin jurado y se suspendió la vista sobre la una. Al salir del local me enteré que la Columna de Hierro habia invadido las dependencias del Palacio de Justicia saqueándolo todo y llevándose todos los archivos y asuntos pendientes, encontrándome solo. Mi única preocupación fué salvar a los presos, y efectivamente, de no haber acudido a tiempo los hubieran muerto, teniendo necesidad de apelar a la violencia poniéndome a la puerta de la sala donde estaban y amenazándoles con hacer fuego con una carabina mauser, los que intentaron agredirlos, á pesar de ser varios y llevar fusiles, tuvieron que marcharse sin consumar sus propósitos. ¿Donde estaban la mayor parte de los jurados, en tanto?. ¿Calmando a los de la Columna?. Si; pero.... para que no subieran á su guarida, apelando a su condición de semejantes, pues en la referida guarida, según cálculos, entre alhajas, objetos de oro, papel y moneda, habia más de doce millones de pesetas. ¡si lo llegan a saber los de la Columna de Hierro!....
Reanudada la vista por la tarde y tomada la Audiencia militarmente por los de la Columna de Hierro, solo el Magistrado, Angel Gaos, y yo, dimos la cara a los foragidos, consignando en honor a la verdad, que en punto a sentimientos humanos dieron cien y raya a los jurados. Debo consignar, además, que los jurados tenian un oficial en libertad, el cual gozaba de ella por un salvaconducto firmado por ellos ó por uno de ellos y por los hechos que ese oficial realizó se condenó a cadena perpétua a otro oficial inocente, que para mayor gravedad tenia un hermano en el frente, y contra mi costumbre de consignar entre las peticiones de pena de muerte a todos los jefes y oficiales que ya habian sido muertos de antemano por los dichos jurados, me negué rotundamente a pedir la de un republicano capitán asesinado, el desgraciado Gonzálo Perez.
Tambien en éste juicio hubo absoluciones vitoreadas por el numeroso público, que abrazó a los absueltos y les sacó a hombros del local. Prestigiado quedaba el Tribunal Popular con todo ello, pero los sentimientos feroces de los ahora jurados, no terminaban y odiaban esa manera de enjuiciar hasta el punto de que una noche limpiaron los que habia en el barco que servia de carcel.
Con lo dicho bastará para que queden como relatados los demás juicios de militares en los que hay en todos ellos hechos emocionantes y de gran sentimiento y valor. Consignemos la situación de gubernativo de un gran prestigio militar, hombre formal y de temple, el Comandante Manuel Fernández Gordón, que fue absuelto, y la cadena perpétua del Teniente del mismo regimiento, Infanteria número 10, Molina Mesado, y la satisfacción de haber conseguido la absolución de varios prestigios militares, como son el Teniente Cerveróp, que nos presta útiles servicios en campaña, y el Teniente, hoy Capitán, Enrique García Albors, tratadista afortunado de temas militares, que igualmente presta grandes servicios al frente del Batallón de Carros de Asalto ó de Combate.
Ya comprenderá V.E. que á mi, por encima de las circunstancias, entre mis intervenciones de hombre ante las fieras de la casa y de los comisarios y el prestigio obtenido en los juicios relatados, de los pueblos acudian los perseguidos a miles; por entonces habian cambiado al Gobernador Arin, y se encargó Zabalza, que se acobardó como el otro, y tenia que dar explicaciones de asesinatos cometidos por la Columna de Hierro, en las persona de carabineros ó guardias nacionales, como órdenes dadas de desarme por ser fascistas, y Fiscalia sin fuerzas coercitivas, solicitó del Presidente del Tribunal Supremo nombrara un Juez Especial para persecución de los autores de secuestros robos y asesinatos, ejecutados por titulados agentes ó autoridades, con jurisdicción en toda la provincia, que estaba en el furor de asesinatos y robos.
Casos gravísimos por su salvagismo sin precedentes y que no constan aún en los sumparios paralizados en Enero por las circunstancias,
En Villanueva de Castellón donde se habian asesinado a muchas personas y robado mas de tres millones de pesetas, se habia cometido un crimen espantoso. Habian secuestrado al cabeza de familia, a su hijo, dos hijas é hijo político. Mataron primeramente al padre a cuchilladas, y á tenor de éstas, arrancándole firmas rematáronle cuando le dejaron sin una peseta de sus cuentas (unas quince mil). Luego mataron al hijo y luego a una hija de unos veinte y cuatro años, casada hacia unos diez meses y embarazada del último mes, á la que también mataron á cuchilladas sobreviniéndole el parto, y cómo a su muerte no habia salido la criatura, a cuchilladas tambien la desgarraron, cogiendo al niño del cuello y estrellándole contra la pared (tal vez aún lleve el matador el anillo de boda de la asesinada)
A un tiempo, entre los clamores de horror, acudieron a Fiscalia unos vecinos de Alberique asustados de la continua matanza, contándome lo sucedido a la bonísima hija del que fué Médico forense del Juzgado de Alberique señor Devis, ¡pobre mujer de unos cuarenta y cinco años! a la que los del Comité pidieron sobre las seis de la tarde seis mil pesetas que habia de entregar a las dos horas, y como no habia podido hacerlo, a las ocho de la noche la encerraron en el calabozo, sacándola sobre las once los mismos del Comité completamente borrachos, abusaron de la mujer y luego la mataron tirándola al fondo de un barranco. Y que á un sacerdote de Masalavés (dista un cuarto de hora de Alberique) refugiado en casa de sus padres, los dichos del Comité de Alberique, en cuadrilla de varios cientos de individuos, todos armados con pistolas y escopetas, violentaron la casa refugio y sacaron al sacerdote, y por la carretera, en dirección a Alberique, un individuo muy conocido, con una navaja le cortó las orejas, luego le sacó los ojos, y ya moribundo por los varios navajazos, caído en tierra, le cortó las partes y se las puso en la boca; y al dia siguiente, en una boda del matador y otros, las orejas del cura iban por las mesas.
Otro caso de salvagismo fué en Puebla de Valbona, en donde a un vecino le destrozaron a golpes y ya en el suelo lo arrastraron de la trasera de un automóvil, todavia vivo.
Ante tales monstruosidades, fuí a pedir auxilios al Gobierno Civil y Comisaria General de Orden Público, y como viera que no se atrevian a actuar, me hice el ánimo de hacerlo por mi cuenta, pidiendo fuerzas que me fueron concedidas. Con el Juez Especial de secuestros me trasladé a Villanueva de Castellón, donde detuve a lo asesinos, que alguien puso en libertad antes de salir del pueblo; pasé por Puebla Larga, donde tambien ocurrian asesinatos diarios, y mas tarde, detuve en la Fiscalia a los de Alberique, por un procedimiento de audacia, luego a los Puebla de Valbona, después a los de las Cuevas de Utiel... con lo que cesaron los crímenes de una manera automática, si bien es cierto, que en pago de mis trabajos, me gané una reunión de Comités en Alberique y otra, Comarcal, en Alcira en la que se acordó mi asesinato, de lo cual puede comprender V.E. que me reí, porque los asesinos no se atreven con los hombres que cumplen con sus funciones a prueba de bomba. Por medio de ese Juzgado Especial he salvado a muchas personas.... ¡y á cuantas mujeres equivocadas por un falso catolicismo, odian hoy al fascismo, por mis predicaciones! Hasta colaboran ya en la confección de prendas para el Éjército de la Libertad.
CAPITULO SEGUNDO
Comprenderá V.E. que mi actuación personal y de recia independencia, me habian de atraer la mal querencia de los asesinos, ladrones y violadores. ¡Pobre carcel de mujeres de Valencia! Y además por serme tipos conocidos todos ellos, sabia de sus audacias, vidas y milagros, hasta la falta de asistencia al Palacio de Justicia, y los embarques y pasaportes a personas, unas fascistas y otras solamente ricas, y ellos sirviendo de acompañantes hasta el fletamiento del Vapor Pelayo de la Compañía Naviera Mac-Andrews. No se pensaba mas que en aprovechar su poderio para separarme, ya que no se atrevian personalmente conmigo.
En estas circunstancias se encarga de la cartera de Justicia Garcia Oliver, y me nombra en la reorganización, Teniente Fiscal del Tribunal Popular número Uno, a donde habian ido a parar de jurados, las cabezas visibles del Comité de Salud Pública, que aún continuaba asesinado gentes y de Presidente del Tribunal, don Marino Lopez Lucas, que fue el complemento de los jurados por coincidencia de opiniones. Se trató de conseguir dejasen de actuar en el Comité dando múltiples excusas y ganando tiempo y ocurrió entonces el señalamiento de una vista por el suceso de la Radio; un anuncio fascista sorprendiendo a los empleados; habia tres procesados, uno de ellos pistolero y dos chicos jovencitos.
De la resultancia sumarial constaba que entraron cuatro en los locales, que el pistolero se quedó en la puerta, único que reconocieron, y los otros dos uno justificó que a la hora del suceso estaba a la puerta del café Granja de San Antón hablando con el Capitán Navacerrada, y que el otro, se le acusaba de que al pasar unas cinco horas después del suceso con su auto, por la Gran-Via, y parar en el café mencionado, habia subido al auto el pistolero, y el otro muchacho antes dicho.
Se empeñaron las fieras en que se condenara a los tres a muerte (ya llevaban muertos por tal suceso trece) y tras larga discusión solo se pidió la pena de muerte del pistolero, y a los otros dos catorce años. No obstante ello se entrevistaron con el Subsecretario para protestar del resultado de la Sentencia y que por tal blandura no querian dejar de actuar en Salud Pública.
Fué una excusa para boicotear la justicia, y de paso, aprovechar el cambio ministerial que desconocia mi obra, para ver si me sustituia.
Por fin, en vista de que la cosa no se arreglaba y que los últimos dias del pasado año fué un escándalo de asesinatos, el Ministro se puso serio, les dió la cara (que es lo que necesitaban) y terminó Salud Pública y se le recogieron las llaves de las cárceles.
ACTUACION DEL QUE SUSCRIBE ANTE EL POPULAR.
Presidía el Tribunal Popular número Uno, don Marino Lopez Lucas, y uno de los Magistrados era don Teodoro Navarro, y entre lo dos jurados afectos al Tribunal figuraban cuatro ó cinco mandamases del disuelto Comité de Salud Pública.
Se convino, por disposiciones de Don Marino Lopez alagando a los jurados, que diariamente se celebrasen por los jurados comisiones y plenos, recogiendo de esa manera los propósitos de aquellos, que eran un simulacro las vistas, para continuar actuando como en Salud Pública, interviniendo directamente en todos los expedientes, en las declaraciones, informaciones y acuerdos, clasificando quienes debian ser puestos en libertad y quienes habian de someterse á Tribunal Popular ó Jurado de Urgencia.
Esta fórmula era recogida de la exposición del mandamás de los Jurados, que con sus frases gráficas exponía que para la celebración de las vistas el Fiscal "que se calentara la tótina" para preparar los escritos en tal forma que cuando a ellos, los jurados, les parecia que á éste ú al otro habian de picarlo, que se tuviera que picar y en esa forma recomendaba a los jueces instructores y a los Magistrados del Tribunal para que se calentaran también la "tótina" para arreglar los sumarios y las sentencias con arreglo al patrón de sus caprichos, procurando que á los abogados se les diese la mínima intervención. Y como al propio tiempo otros matarifes ó segundones de los mandamases los adscribieron de jurados en los de Urgencia, la cosa salia bien.
Cada pleno entre Don Marino y los mandamases de los jurados se convertian en una sesión tragicómica bufa, ya que un dia se hablaba mal del Ministro, otro del Subsecretario, otro dia del Presidente de la Audiencia, de los Fiscales ó Abogados ó de los jurados de Urgencia por si eran mas ó menos blandos, hasta el punto de que en uno de esos plenos hicieron de rabaleras el fiscal Don Juan Garzón y el Juez Especial Señor Galbe, dejando de acudir a los plenos Don Juan Garzón para evitar mayores males, y rogándome que lo sustituyera en las comisiones y plenos.
La mayor parte de los expedientes eran minucias y cosas insignificantes, pero como Don Marino y los mandamases querian que actuara el Tribunal Popular a todo trance, se empeñaban en que eran elefantes las ormigas, y así resultaba agrandando lo pequeño para el Tribunal Popular, pasaban a Urgencia los asuntos de los pobres inocentes, que apenas tenian cargos en los expedientes, dando la excusa para ello de que como los jurados de Urgencia eran blandos, se los quedaban ellos para actuar en el Tribunal Popular.
Mi intervención, pues, en dichos plenos y comisiones, fué fatal para ellos, porque del examen diario de los expedientes, mi opinión era casi siempre contraria a la de los mandamases y sus sucesores é impulsores, Don Marino Lopez y Don Teodoro Navarro, y de viva protesta cuando se hablaba mal del Ministro, del Subsecretario ó del Tribunal Supremo ó de las demás autoridades y coadyuvantes de la administración de justicia, sobre todo, cuando acordaban que éstas fuésen citadas pra que comparecieran ante los mandamases y diesen cuenta á éstos de sus acuerdos y disposiciones, ya que incluso hasta pretendieron intervenir sobre los jefes militares en operaciones para enjuiciar su conducta con el fin de tener el orgullo de que todo se sometiera a su poderio.
Todas esas discusiones y acuerdos tenien su impulsor y asesor en Don Marino, que dejaba la cosa preparada antes, y así los mandamases discurrian a placer, figurando entonces el tal Marino como mediador, no obstante darles siempre la razón, vendiendo de esa manera sus favores de mediador en las alturas; pero lo cierto era que en el Palacio de Justicia no habia paz ni tranquilidad, puesto que todo iba revuelto; y en medio de tal desconcierto solo se oia una voz de protesta que era la mia contra tanta sinrazón y osadia, y gracias a la seriedad y buen tacto del digno Presidente de la Audiencia y del no menos digno Delegado de Justicia, señor Sanchez Requena que con sus intervenciones particulares ponian freno a los escándalos, sosteniendo mi actitud.
MI INCOMPATIBILIDAD CON LOS JURADOS POPULARES
Con lo reseñado anteriormente, se verá con claridad la incompatibilidad con los Jurados del Tribunal Popular y sus mentores, hasta el extremo de que un dia se me encargó una acusación; se trataba de un jovencito procesado compareciente y otros dos procesados en rebeldia, uno de ellos soldado en Mililla y el otro Maestro en Burgos; el fundo del asunto eran unas cartas que los procesados rebeldes habian mandado al procesado compareciente en las que se hablaba de cosas insignificantes, de algunas noticias de Mililla y Burgos respecto en las que se referian á éta última Ciudad sobre el movimiento de los falangistas sobre el resultado de las elecciones, y se llegó a la terminación de la vista sin que apereciera ningún cargo contra el muchacho presente; consultado el caso con el Fiscal Jefe Don Juan Garzón a los efectos de la calificación difinitiva, por su consejo y el de los jurados mas ponderados del Tribunal Popular retiré la acusación en cuanto al procesado presente, para que se acordara su paso a los Jurados de Urgencia por posible desafección, manteniéndola en cuanto a los dos procesados en rebeldia por suponérseles facciosos, aún cuando las cartas eran de época anterior en bastante tiempo a la sublevación militar; no obstante haber deliberado los Jurados en el sentido que queda expuesto, y no habiéndose acordado la revisión de la cause por nuevo jurado en la oportuna votación, que es la expresión mas absoluta de conformidad con el fallo, ocurrió que entre Don Marino que al leer la Sentencia omitió explicar y silenció el particular del auto por el que el procesado presente pasaba á los Jurados de Urgencia, apareciendo como absuelto en el fallo, para que se le pusiera en libertad, y las intervenciones del Magistrado Navarro de disgusto por el escrito de calificación Fiscal, alentando a los Jurados extremistas a pedir la revisión, y los deseos de los aludidos mandamases a obstruccionar mi conducta y mi obra desde Fiscalia, acordaron formalizar un escrito de protesta contra mi, y lo entregaron al Fiscal Jefe Don Juan Garzón, superior jerárquico, con quien el caso, según se ha visto, habia sido previamente consultado, cuyo Fiscal se limitó únicamente a darme cuenta del escrito y a rogarme que dejara de concurrir á los plenos dedicando mis actividades a los Jurados de Urgencia, con lo cual comprendí que Don Juan Garzón era un acólito de dichos mandamases cosa que ya habia demostrado anteriormente en un pleno en el cual uno de los jurados decia que yo no era su Fiscal apropósito, "que era un díscolo", mientras que "Don Juan Garzón, (que se hallaba presente) siempre hacia lo que ellos querian" y efectivamente, en el referido pleno, el jurado mandamás de los mandamases pidió que compareciera en el pleno, para dar explicaciones, de cierta entrevista, el Presidente de la Audiencia Don José Rodriguez Olozabal, y el Señor Garzón inmediatamente se levantó y se brindó á hacer de ujier a pesar de su cargo de Fiscal Jefe, saliendo en busca del Presidente con quien volvió al pleno a los pocos momentos para que el Señor Rodriguez Olozabal diera las explicaciones que se le exigian, con gran satisfacción de Don Marino.
ACTUACION DEL QUE SUSCRIBE ANTE LOS JURADOS DE URGENCIA
En vista de que desde la Jefatura de Fiscalia se daba por bueno el acuerdo del jurado y se negaba en redondo a instruirse expediente, tal vez para que en el mismo no apareciera de mi declaración lo anteriormente expuesto, incluso cierto escándalo en celebración de vista, entre Don Marino y Don Juan Garzón, que obligó al Fiscal a retirarse de la Sala, dando lugar a la suspensión de la vista, tal vez por ello, repito, no se me formó expediente deseado por algunos, y por transacción voluntaria me avine a actuar transitoriamente ante los Jurados de Urgencia.
Mi intervención en dichos jurados fué humana y bondadosa y de gran respeto para los inculpados, sucediendo lo que era fatalmente necesario que ocurriera habida cuenta de los desafueros y desmanes cometidos anteriormente, por Comités, Juntas, Juntitas, y de los cuales dejo constancia de casos concretos a lo largo de éste escrito; que los expedientes de desgraciados a quienes se les habia robado la cosecha, unos habian sido denunciados para justificar la expoliación precisamente, por lo que en vez de desafecto resultaban ser unas víctimas de su inmoral acusador, otros, que además de habérseles robado cuanto poseian tenian sus hijos en el frente, otros inculpados eran soldados traidos de los frentes, jovenzuelos que se habian enrolado voluntariamente, victimas de una acusación sin tamizar, en el mas legítimo de los casos, por rivalidades amorosas, y los más pobres curas ó monjas sin otro delito que serlo. Con todos estos casos sucedió que habiendo conocido é informado en más de cuarenta expedientes por desafección y hostilidad al Régimen, en el corto espacio de un mes, tuve que retirar en casi todos los juicios la acusación por imperativo de mis deberes morales y democráticos, sin trampa ni cartón, y solo... en tres casos condenó el jurado que si hubiera estado constituido por auténticos é históricos antifascistas el número de condenas se reduciria a una cantidad cero ó negativa, así como estuve actuando en los tres casos mencionados algún antiguo elemento de Salud Pública auxiliado por el mismo Presidente con su voto favorable.
¡Lástima que por tener que reducir a simples enunciados éste escrito, ya de si voluminoso y pesado, no se exponga con la extensión debida la manera de actuar de determinadas personas, con aportación de aquellos elementos y detalles elocuentes de los expedientes oportunos.!
Baste decir, para terminar, que Don Marino López, por ejemplo, por su audacia sin igual, ha podido colocar de Agentes de Vigilancia a sus DOS HERMANOS, de Agente Judicial á su PADRE POLITICO, á su TIO en la Sección de Contabilidad del Ministerio, á un SOBRINO de Juez Municipal de Madrid, á otro SOBRINO de Juez de Primera Instancia de Cañete, á una SOBRINA de mecanógrafa en el Ministerio...... y disfrutar de UN HERMOSO CHALET en Masarrochos, incautado por unos incontrolados, de UN FLAMANTE BUIK, INSCRITO A SU NOMBRE, cuyo propietario fué un pobre señor condenado a muerte en rebeldia actuando en Tribunal de Derecho el propio Don Marino. En cuanto a cierta organización de un Hospital de Sangre en Madrid, patrocinado por el Ilustre Colegio de Abogados de dicha Villa, cuyo mandamás era el Don Marino López Lucas, desde las camas utilizadas, adquiridas por mediación de su querido tio el hoy funcionario, que se dedicaba antes, en Madrid, a la compraventa de camas, hasta la administración interior del Hospital, de la que se le hechó, hay todo un panorama de aventuras sin límites.
Estas son pues las facetas más principales de mi actuación Fiscal y de las personas alrrededor de las cuales he tenido que convivir, y el premio, después de tan ruda lucha, ha sido separme del cargo por medio de un expediente, sin ser oido, ahora que han desaparecidos los mandamases y matarifes de Salud Pública y su complemento Don Marino López Lucas, y lo que es peor, acostrumbrados ya los Jurados de Urgencia a actuar con gran respeto y distinción doctrinal de las apreciaciones que se derivan de los expedientes, sobre las ideas de los inculpados; es decir, cuando se acusa una justicia humana y una natural prevención á los denunciantes que son casi siempre los mas incontrolados de su residencia y los autores de todo desafuero, y los recaudadores de las cosechas y el dinero de sus víctimas.
Valencia a 16 de Agosto de 1.937.
Enrique García Torres
EXCELENTÌSIMO SEÑOR MINISTRO DE JUSTICIA
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