domingo, 28 de abril de 2024

La PSOE y los Tres Grados de Obediencia

Estamos en la Semana Santa de Pasión de Pedro, en que se  ha bunkerizado en la Moncloa, como un Patriarca en su Otoño, como un Tirano Calaveras allende el Hundimiento... para comulgar con su alma y debatir si vale la pena seguir resistiendo los embates y asechanzas de la Ultraderecha, o bien, oponiéndose a este mar de fango, acabar con él y con todo de una vez. 

Seguro que medita mientras sujeta una Calavera de las del Valle.

En fin, que entretanto están sus piquetes de Charos y Charas haciendo el paripé del fervorín, gritando "Pedro, No te Rindas", cantándole la Internacional, y celebrando la fiesta de la democracia, porque hay Partido, y no pasarán. 



 


Cuánto amor irradian Sánchez y sus gentes. Yo creo que el anuncio del lunes va a ser la institución de un ministerio más, quizá para Begoña: el Ministerio del Amor. Antes era todo por la patria, o por el Partido, ahora el amor y el partido son lo mismo.

En fin, que todo este despliegue del pensamiento y el sentimiento de la PSOE me ha traído a la mente los tres grados de obediencia de los jesuitas, según los describe Unamuno en La Agonía del Cristianismo.

"En las cartas de Íñigo de Loyola (de San Ignacio) hay una (...) que dirigió desde Roma el 26 de marzo de 1553 a los padres y hermanos de la Compañía de Jesús de Portugal, aquella en que establece los tres grados de obediencia. El primero 'consiste en la ejecución de lo que es mandado, y no merece el nombre por no llegar al valor desta virtud si no se sube al segundo de hacer suya la voluntad del Superior; en manera que no solamente haya ejecución en el efecto, pero conformidad en el afecto con un mismo querer y no querer... Pero quien pretenda hacer entera y perfecta oblación de sí mismo, ultra de la voluntad (ojo al parche, ULTRA de la voluntad...) es menester que ofrezca el entendimiento (que es otro grado, y supremo, de obediencia) no solamente teniendo un querer, pero teniendo un sentir mesmo con el Superior, subjetando el propio juizio al suyo, en cuanto la devota voluntad puede inclinar el entendimiento'. Porque 'todo obediente verdadero debe inclinarse a sentir lo que su Superior siente'. Es decir, creer verdadero lo que el Superior declara tal." (Ensayos, I, 1003-04).

Aunque esto también lo expresa bastante bien Orwell en la escena final de 1984, cuando Winston llora de emoción porque por fin ama al Partido, y cree firmemente que 2+2 son 5...  siempre que el Partido así lo decrete.

Y con estos bueyes mentales hay que arar.

 

 

                                                         —oOo—


 

 





IROS A CAGAR A SALTOS





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