lunes, 27 de enero de 2020

EN CALIENTE - La justicia del PSOE

EN CALIENTE.  

(Veo en la red este texto atribuido a Juan Manuel Jimenez Muñoz, médico y escritor malagueño):

Una tarde de marzo de 2015, en Tenerife, armados con una pistola simulada y con un palo, dos jóvenes encapuchados entraron a robar en el chalé de dos ancianos. Los secuestraron y, para que confesasen dónde tenían el dinero, torturaron a la anciana en presencia del marido. Con el marco de una puerta le fracturaron los dedos, y, ante sus desgarradores gritos, el anciano de 83 años pudo coger un arma y disparar a uno de los torturadores, que murió en el acto.  

El anciano creía que lo estaba haciendo en defensa propia. También lo creía su mujer. También lo creyó toda España. Incluso el torturador superviviente, en el juicio posterior, disculpó al anciano afirmando "que él hubiese hecho lo mismo". Pero la justicia dijo que no, que el anciano “podía haber actuado de otra forma”. Así que le cayeron unos añitos de cárcel.  

La reacción social fue muy importante. Se pidió un cambio de la Ley para evitar estos casos, pero los políticos de entonces dijeron lo de siempre: que no se podía legislar “en caliente”. Bueno, ni en frío: aún no ha cambiado en nada el Código Penal.  

Lo mismo ocurrió cuando varios asesinos en serie, recién salidos de permisos carcelarios, volvieron a asesinar: no se podía legislar en caliente. Ni en frío.  

Igual sucedió cuando varios pederastas, violadores y malnacidos (y alguna malnacida también) asesinaron a sus hijos, o a los hijos de sus parejas, o a mi prima que pasaba por allí. No se podía legislar en caliente. Cagoentó.  

Pero ahora sí. Cuando le ha tocado la china a un político, o a varios, ya se puede legislar en caliente, ya se puede cambiar el Código Penal para que el delito de sedición se equipare al hurto de una gallina. Y a todo correr, que mañana será tarde. El Gobierno tiene prisa en sacar a Junqueras de la cárcel. Y a Forcadell. Y a toda la patulea de políticos que nos han puesto en riesgo de Guerra Civil, y que han prometido abiertamente “que lo volverán a hacer”. 

Y así, mientras nos entretienen con el pin parental y otras monsergas, se prepara la mayor felonía de la que habíamos tenido noticia hasta el momento. Eso sí: no mayor de la que tendremos noticia la semana próxima, o la siguiente, o la siguiente de la siguiente, pues este Gobierno es un saco de sorpresas. Hay que cambiar la Ley, qué cojones. ¿Qué es eso de que unos golpistas sediciosos pasen unos años en la cárcel? Eso no se puede consentir, hombre. ¡En qué cabeza cabe! Son políticos. Y tienen bula. Como la antigua nobleza dieciochesca, como la Iglesia del siglo XVI, los políticos de ahora tienen Justicia Aparte, y Código Penal a Su Medida. A sus Excelencias e Ilustrísimas se les perdona todo. No como al común de los mortales. Y si hay que legislar en caliente, se legisla. Qué digo en caliente: a la temperatura de un adolescente viendo una película porno; a la temperatura del núcleo solar. 

  La idea del Partido Socialista es que el delito de sedición rebaje su pena considerablemente, de manera que Oriol Junqueras cumpliría su condena con unas orejas de burro y escribiendo cien veces en la pizarra "no lo volveré a hacer más." Podemos va más allá. Nada de orejas de burro para Oriol. Con escribir cien veces "el heteropatriarcado es el responsable de todo", va que chuta. Condena cumplida.  

Bildu, por su parte, opina que a los sediciosos se les debe poner en libertad sin más demora, y pagarles al salir unas cervezas en la tasca de la esquina. Esquerra pide más. Cree que la pena por sedición debe consistir en unas vacaciones en Cancún con pulserita de esas, de las del todo gratis, de las que te hacen comer aunque no tengas ganas. Con gula. Con avaricia. Como si no existiese un mañana.  

Así que bueno, ya lo saben: en unos días, o en unas semanas, tendremos a estos políticos haciendo en la calle lo que mejor saben: enredar. 

 Cagoentó.

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