domingo, 3 de marzo de 2019

El primer beso de Clarissa

Casi pasa desapercibido entre líneas, el primer beso de Clarissa, en el relato que nos hace ella de su fuga de casa, engañada por el seductor Lovelace, al que pregunta si es acaso ahora su prisionera en esta conversación e incidente que reproduce ella (carta XCVIII). Dando cuenta a la vez de un extraño compromiso o promesa que ella le reitera—o quizá no. Habla Lovelace:

Cheated hither, as far as you know, madam! Let you know (and with that air, too, charming, though grievous to my heart!) if you have only escaped from one confinement to another. Amazing! perfectly amazing! And can there be a necessity for me to answer this? You are absolutely your own mistress. It were very strange if you were not. The moment you are in a place of safety I will leave you. To one condition only, give me leave to beg your consent: it is this: that you will be pleased, now you are so entirely in your own power, to renew a promise voluntarily made before; voluntarily, or I would not now presume to request it; for although I would not be thought capable of growing upon concession, yet I cannot bear to think of losing the ground your goodness had given me room to hope I had gained; "That, make up how you please with your relations, you will never marry any other man while I am living and single, unless I should be so wicked as to give new cause for high displeasure."
     I hesitate not to confirm this promise, sir, upon your own condition. In what manner do you expect me to confirm it?
     Only, madam, by your word.
     Then I never will.
     He had the assurance (I was now in his power) to salute me as a sealing of my promise, as he called it. His motion was so sudden that I was not aware of it. It would have looked affected to be very angry; yet I could not be pleased, considering this as a leading freedom from a spirit so audacious and encroaching: and he might see that I was not.
      He passed all that by with an air peculiar to himself. Enough, enough, dearest madam! And now let me beg of you but to conquer this dreadful uneasiness, which gives me to apprehend too much for my jealous love to bear; and it shall be my whole endeavour to deserve your favour, and to make you the happiest woman in the world; as I shall be the happiest of men.


Atiéndase al control de la propia expresión en base a la vigilancia mutua y a lo que se anticipa será la interpretación de la otra persona, y atiéndase también a la deducción de la interioridad del otro a partir de una gestualidad que se presupone sin embargo teatralizada.

Richardson es todo un teorizador de la lectura mental—en la cual consiste gran parte de nuestra actividad diaria e interacción social. Digo teorizador porque representar la lectura mental de esta manera sutil y compleja es algo más que simplemente practicarla—es traerla a la atención, y volverla así más compleja.

Clarissa está en una situación ambigua: rescatada de la prisión de sus padres por el absorbente Lovelace, o quizá prisionera de él; espantada por lo que ha hecho y profundamente recelosa de su supuesto benefactor, a la vez que perdidamente atraída por él mientras lo encuentra moralmente repugnante. De ahí su ambigua promesa no de matrimonio, sino de no matrimonio con otro.  (Una cosa bastante inaudita, por cierto). Lovelace le pide que confirme esa promesa que le extrajo en su momento, y ella la confirma... ¿o todo lo contrario, quizá, "Then I never will"?

El súbito "saludo" con el que Lovelace sella lo que "él llama" la promesa de Clarissa la pilla a ella por sorpresa, pero de todos modos no puede resistirse, ni por velocidad ni por determinación: reconoce que estaba bajo su poder, y no se refiere sólo a capacidad de coerción, sino a fascinación. En todo caso no puede ella resistirse a lo que quizá podamos imaginar como un beso de película, de esos de galán castigador que somete a su amada renuente con un beso agresivo. Nos aclara Clarissa que, tras haber sido pillada por sorpresa, elige no teatralizar un gran enfado, tras el beso, pues hacer aspavientos al respecto, tras la prueba de fuego, hubiera resultado afectado, y ella aspira a manifestar su verdad sin impostaciones dramáticas. En toda esta teatralidad ambiental tan bien orquestada, es Clarissa la menos teatral y por tanto la más auténtica, la que deja ver la totalidad de su sentimiento auténtico en su expresión. La gestualidad natural de Clarissa, y no un enfado exagerado, le hace ver a Lovelace que a ella no le ha gustado la libertad que se ha tomado él, en tanto que peligroso precedente o pérdia de terreno, si bien le puede haber gustado de otras maneras que ella no menciona y que son las que le impiden teatralizar más disgusto. Ahora bien, ella observa la reacción de él, y cómo le quita importancia al relativo fracaso de su beso de película—quizá un fracaso tanto más agudamente percibido cuanto que no va disfrazado de aspavientos de falso escándalo, lo que hubiera sido un juego teatral de cooperación hipócrita. No: Lovelace ve que a pesar de la atracción que Clarissa siente hacia él, ni se hubiera querido dejar besar, ni le ha gustado el conjunto de la escena. Y eso lo ve sin que le digan nada.

Pero él sí tiene teatralidad, "an air peculiar to himself", que bien reconoce ya Clarissa. A la vez encara el problema y lo minimiza con promesas optimistas: una solución verbal e imaginaria a un problema real, que cierra la escena de modo suficientemente satisfactorio para él al menos.




—oOo—








No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes: