The Lake House es una película sobre una pareja de enamorados, Kate (Sandra Bullock) y Alex (Keanu Reeves) que se buscan pero que no parecen acertar con los tiempos, como si estuviesen a años de distancia. Cuando él sabe que "ella es su destino", ella está en otra cosa, tiene otra pareja, y él también—y aunque algo les dice que allí no son ellos mismos, tardan en darse cuenta de eso al ritmo de Carole King ("it's too late ... something has died")... Han leído el mismo libro, Persuasion, de Jane Austen, que les dice que hay que esperar, que a veces no es el momento. Cuando se conocen en una fiesta, se gustan y quedan mal con los novios respectivos—y aunque no volverán a verse en años, hay una bonita escena de seducción al son de "This never happened before" de Paul McCartney, —"Nobody wants to hear me sing—but I can dance", le dice ella a Alex, cuando se escapan los dos de una espantosa fiesta de cumpleaños organizada por su novio—saca a Alex a bailar en el jardín, y acaban dándose un beso fuera de tiempo ni sabe ella cómo. Luego, con el tiempo, romperá ella con su novio plasta, y volverá con el mismo novio plasta años después, y volverá a romper... Vivirá sola en la casa del lago donde antes (o después) vivió Alex, su enamorado a destiempo. El argumento secundario es la relación de Alex con su padre (Plummer), un egocéntrico arquitecto que fue quien construyó la casa del lago, y con quien se reconcilia poco antes de la muerte de él, tras una larga historia de resentimiento. En la autobiografía de su padre, Life Works, sale él con Alex niño mirando la casa del lago donde iban a vivir, otra historia que iba a salir y no salió bien, y se mira desde el futuro con extrañeza y nostalgia, sobre todo atrapada en su momento en la foto; las fotos no saben nada del futuro, están en cierto modo a salvo. Es una tragicomedia romántica divertida y conmovedora, que utiliza sus convenciones fantásticas con habilidad y sutileza. A Roger Ebert le gustó, y a mí también. Hay paradojas temporales—no está claro si él muere en un accidente, antes de que vuelvan a encontrarse; quizá muere y no muere, porque quizá esa casa del lago está en un lugar de ninguna parte, flotante entre el cielo y la tierra, posiblemente en el más allá imaginario donde viviremos todas las vidas no vividas, o quizá en el cine, donde también se reconcilian el deseo y la realidad, el tiempo vivido y el soñado, los amores que fueron y los que no fueron más que en alguna vida alternativa.
jueves, 31 de enero de 2019
Retropost (31 de enero de 2009): The Lake House
The Lake House es una película sobre una pareja de enamorados, Kate (Sandra Bullock) y Alex (Keanu Reeves) que se buscan pero que no parecen acertar con los tiempos, como si estuviesen a años de distancia. Cuando él sabe que "ella es su destino", ella está en otra cosa, tiene otra pareja, y él también—y aunque algo les dice que allí no son ellos mismos, tardan en darse cuenta de eso al ritmo de Carole King ("it's too late ... something has died")... Han leído el mismo libro, Persuasion, de Jane Austen, que les dice que hay que esperar, que a veces no es el momento. Cuando se conocen en una fiesta, se gustan y quedan mal con los novios respectivos—y aunque no volverán a verse en años, hay una bonita escena de seducción al son de "This never happened before" de Paul McCartney, —"Nobody wants to hear me sing—but I can dance", le dice ella a Alex, cuando se escapan los dos de una espantosa fiesta de cumpleaños organizada por su novio—saca a Alex a bailar en el jardín, y acaban dándose un beso fuera de tiempo ni sabe ella cómo. Luego, con el tiempo, romperá ella con su novio plasta, y volverá con el mismo novio plasta años después, y volverá a romper... Vivirá sola en la casa del lago donde antes (o después) vivió Alex, su enamorado a destiempo. El argumento secundario es la relación de Alex con su padre (Plummer), un egocéntrico arquitecto que fue quien construyó la casa del lago, y con quien se reconcilia poco antes de la muerte de él, tras una larga historia de resentimiento. En la autobiografía de su padre, Life Works, sale él con Alex niño mirando la casa del lago donde iban a vivir, otra historia que iba a salir y no salió bien, y se mira desde el futuro con extrañeza y nostalgia, sobre todo atrapada en su momento en la foto; las fotos no saben nada del futuro, están en cierto modo a salvo. Es una tragicomedia romántica divertida y conmovedora, que utiliza sus convenciones fantásticas con habilidad y sutileza. A Roger Ebert le gustó, y a mí también. Hay paradojas temporales—no está claro si él muere en un accidente, antes de que vuelvan a encontrarse; quizá muere y no muere, porque quizá esa casa del lago está en un lugar de ninguna parte, flotante entre el cielo y la tierra, posiblemente en el más allá imaginario donde viviremos todas las vidas no vividas, o quizá en el cine, donde también se reconcilian el deseo y la realidad, el tiempo vivido y el soñado, los amores que fueron y los que no fueron más que en alguna vida alternativa.
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