sábado, 6 de octubre de 2018

Retropost (6 de octubre de 2008): W. H. Auden, 'Los Señores del Límite'


Quien quiera leer a W. H. Auden tendrá que hacerlo en inglés. Por suerte puede hacerlo con cierta abundancia en Los Señores del límite, antología bilingüe editada por Jordi Doce; pero por desgracia las traducciones de Doce son con frecuencia un fiasco—aunque no dudo de que este libro se habrá promocionado como una edición de calidad (en Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, 2007). No le pedimos a un traductor sólo que no tenga errores de juicio o de elección, que los tiene Doce, ni que tenga aciertos, que también los tiene a docenas. Le pedimos ante todo y por favor que no meta la pata escandalosamente, cosa que aquí sucede con demasiada frecuencia. ¿Por qué traducir el título "The Watershed" como "La poza" (53-54)? ¿O "stranger" por "extranjero", en lugar de "forastero"? ¿O en el verso final de "1929" (p. 72-73) por qué traducir "the bridegroom, beautiful" por "la novia, hermosa"—en el poema de un homosexual, para más inri? Hace falta, o manda huevos...
W.H. AudenO, en el verso final de "At the Grave of Henry James", por qué traducir "make intercession / for the treason of all clerks" por "ampáranos / Haz frente a la traición de los oficinistas"? Seguramente al traductor no le suena la alusión a La trahison des clercs, de Julien Benda, que Auden leyó al parecer demasiado tarde, y ya por los años 40 le hacía pensar y arrepentirse de algunos excesos de intelectuales. Así que, mejor, "la traición de los intelectuales". Hablando de eso, también está mal traducido ese verso crucial de "Spain" que provocaría la crítica de Orwell, cuando dice Auden eso de que hoy toca "The conscious acceptance of guilt in the fact of murder", y que aquí se vuelve en "La aceptación consciente de la culpa ante el hecho del crimen" —como si estuviese Auden hablando de crímenes cometidos por otros, y no de asesinatos propios o asumidos como propios porque los comete, a sangre muy fría, el bando de los nuestros.

En fin, que la traducción me ha distraído de la poesía y del pensamiento de Auden. Aunque no lo bastante como para no quedarme pasmado de las cosas que se molestaba en escribir Auden mientras el mundo ardía a su alrededor—y de las que no se molestaba en escribir. Eso, a la vez que conseguía pasar por un poeta "comprometido con su tiempo". Elegantemente comprometido, sería. Mal de muchos clérigos, supongo—disertar sobre poesía mientras el planeta va petando; de eso ya tenemos bastante por aquí mismo.

Vamos, que me ha hecho una impresión bastante desagradable en conjunto este caballero, en su mundo hiperprotegido de medias palabras sobre su homosexualidad, sobre momentos eróticos memorables, y reflexiones desengañadas sobre los límites del arte y sobre su cristianismo voluntarioso y descreído.
Vigilante cuidadoso del límite de lo decible, eso sí que está claro que lo era: como en "Bruselas en invierno", poema que extrae la poesía que hay en comprar los servicios de una prostituta, pero sin llegar al exceso de mencionar el sexo masculino de la prostituta. Cierto es que la necesidad apura, y que la ocultación prudente era por entonces un ejercicio necesario en todo homosexual que pretendiese tener una figura pública respetable. Pero de tanto guardar la ropa, y de tanto nadar en alcohol, Auden acabó teniendo una de esas caras que te retratan, una cara construida por él con trabajo y constancia, y no es la más recomendable la personalidad que allí se trasluce—allí, ni elegancia ni nada. Parece autobiográfico este aforismo "Contra Blake" de 1971:



The Road of Excess
leads, more often than not, to
The Slough of Despond.
                             
—versos que, sean o no poesía, son gran verdad para muchos. Auden como poeta me gusta, por lo demás, sin llegar a la idolatría ni a cien metros de ella; pero me recomiendo dedicar más tiempo a mejores cabezas y mejores ensayistas, y vamos, a personas más honradas en sus emociones y en su intelecto, y con las prioridades mejor establecidas a la hora de cometer excesos.



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