Retropost #2120 (23 de abril de 2008): Vivre sa vie
Es una película de Godard, un
clásico de la
Nouvelle Vague, de 1962. Narra el descenso vital de una
chica que vive su vida, de joven dependienta casada primero,
dedicándose a la prostitución luego, y termina
con una
muerte de perro en un ajuste de cuentas de sus chulos y propietarios,
justo cuando encontraba nueva pareja y pensaba dejarlo. Todo un poco a
la ligera, la chica. Pero para compensar, todo
contado a la Godard, a base de escenas más o menos
inconexas,
atípicamente engarzadas; encuadres extravagantes de esos que
nos
gustan a los intelectuales cinéfilos: con los personajes de
espaldas (simbolizando comunicación solapada a veces, otras
just
because), composiciones con un personaje tapando al
otro, con primeros planos desubicados, la cámara yendo un
poquito a su aire como sin hacerles
a los personajes todo el caso que debiera si esto fuera Hollywood...
Cosas todas que no
contribuyen desde luego a que la historia se vea
involucrándose
emocionalmente.
Más
bien hay una
distancia aséptica o
indiferencia—la película no juzga, o
más bien hace
una mezcla atípica e inconsistente, desorientadora, de
juicios y abstinencias de
juicio. Porque hay muchos juicios implícitos sobre la
prostitución, la explotación, etc., no puede ser
menos,
pero quedan a la vez extrañamente desactivados por lo que
vemos. El
personaje retratado, Nana (una chica zola), parece un poco ajena a lo
que le pasa—va errante por
la vida disfrutando de los momentos, mirando las musarañas,
prostituyéndose con el
mismo desinterés con el que vende o malvende discos, sin
plantearse un
comportamiento coherente o un proyecto de vida que permitiese pensar
que es una víctima de algo o de alguien que no sea su propia
desatención y falta de recursos, meningíticos
sobre todo. Por ejemplo, debe dinero la chica y la deshaucian,
pero no le importa gastarse lo que deben ser sus pocos cuartos en cines
y bares. Claro que estas endebleces tampoco parecen preocuparle para
nada al director, no están ahí sus prioridades,
para
nada. Realmente no están sino en desvencijar un poquito la
narración cinematográfica tradicional, con
escenas que
parecen no venir a cuento, conversaciones desconectadas del progreso
narrativo, etc. Eso sí: la chica, que tenga sesos de
mosquito
pero que sea guapa, que su cara resuelva la composición si
el
plano es demasiado estático. Y una vez retratada, que muera
como en el
Retrato Oval. Estos materiales culturales accidentales que se
introducen (la
alusión al cuento de Poe, la conversación sobre
filosofía alemana, la escena de Juana
de Arco
de Dreyer) son como un kit de hágalo usted mismo,
para que el espectador los aplique a su gusto a la película,
en autorreflexión problemática y no obvia.
Pero también los podemos dejar estar ahí, y
contemplar el
kit sin más. Realmente sí hay vidas que merecen
que las
filme Godard, y no alguien más involucrado en ellas. Y
puestos a
filmar la vida cotidiana de una prostituta a fragmentos, se me ocurren
muchos otros fragmentos que aquí se dejan fuera. Pero claro,
hasta los experimentales clínicos trabajan dentro de unos
parámetros presentables de decencia, no vayamos a confundir
los géneros...
Vivre sa vie.
Escrita y
dirigida por Jean-Luc Godard, basada en una obra de Marcel Sacotte.
Cast: Anna Karina, Sady Rebbot. Fotog. Raoul Coutard. Prod. Films de la
Pléiade. Francia, 1962. DVD: Vivre
sa vie / My Life to Live.
Nouveaux Pictures, c. 2004.*
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