lunes, 2 de abril de 2018

Retropost #2085 (2 de abril de 2008): Autoeutanasias

Comentario (disentiente, como suele suceder) que pongo en el blog de Víctor Gómez Pin, que defiende el derecho a la eutanasia y al suicidio, en el artículo "Agravios comparativos ante el deseo de morir." Se pregunta el autor en virtud de qué se atribuye alguien la propiedad de las vidas terminales o que ansían la muerte. Dice VGP: "¿Quien debemos en este último caso considerar como propietario de nuestras vidas? ¿La Familia? tengamos o no familia con minúscula ¿La Patria acaso? nos sintamos o no patriotas ¿O quizás se trate de una suerte de posicionamiento filosófico en el que se considera que nadie en aceptables condiciones físicas y sano juicio puede realmente desear su propia muerte?"

Y apostillo:

No es que el Estado (las Leyes, la Sociedad, etc.) sea propietario de las vidas, pero sí es quien determina los límites de la actuación legítima y legal - en esto como en todo. ¿No pretenderá Vd. que sea cada individuo el que establezca la Ley? Eso no pasa ni en las repúblicas mejor ordenadas. Visto que tiene que haber una ley al respecto (pues la ausencia de ley también sería una ley), el Estado suele determinar (suele, digo) NO que nadie "en aceptables condiciones físicas y sano juicio puede realmente desear su propia muerte"— sino más bien que nadie "en aceptables condiciones físicas y sano juicio DEBE desear su propia muerte".  Porque las leyes regulan deberes y obligaciones, no deseos. ¿Que el individuo puede saltarse esta ley, como se salta el semáforo en rojo? Sin duda. Es más: ni siquiera está penado el intento de suicidio.

Para más precisión: lo que establecen las leyes es que nadie en su sano juicio etc. puede causar su propia muerte deliberadamente, aunque lo desee. O más bien, si la desea no debe actuar en consecuencia.

Pero si el intento de satisfacer ese deseo tiene éxito... pues menos penado que estará. Podría decirse que (suceda lo que suceda con el intento de suicidio en algún código atípico) el suicidio mismo no está penado en ninguna cultura—salvo en lo que toca a esas sombras de nosotros mismos (o almas precarias y en disolución) que son nuestras memorias póstumas. En tiempos no se enterraba a los suicidas en sagrado. Puede que sea una costumbre loable.

Víctor Gómez Pin no entra en diálogo con sus comentadores, con lo cual las opiniones son unidireccionales (o bidireccionales en calles alternadas). Aunque por lo menos abre el blog a comentarios, algo es algo.



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