jueves, 15 de marzo de 2018

Retropost #2057 (15 de marzo de 2008): Regressus in Infinite Jest


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Infinite Jest es una curiosa novela o sátira menipea sobre Americanadas postmodernas, escrita por David Foster Wallace con una paciencia y curiosidad que sólo igualan a las del lector capaz de seguir la obra. Es cierto que es un maestro del lenguaje (sobre todo de las nominalizaciones, verbalizaciones, adjetivaciones y gramaticalizaciones extrañas, basadas en clichés culturales), y un hacha clavando algunas maneras de comportarse y razonar típicamente (o atípicamente) usanianas, hiperurbanas y postcontemporáneas.

Uno de los principales personajes de la novela, in absentia, es James O. Incandenza, padre de varios personajes (Orin, Hal y el deforme Mario); presencia recurrente in absentia digo, porque tiempo antes del comienzo de la acción este Incandenza padre (a.k.a. "Himself") se había suicidado por el procedimiento de meter la cabeza en un horno microondas. Incandenza era un cineasta de vanguardia, que contaba en su acervo con películas como Union of Theoretical Grammarians in Cambridge, Pre-Nuptial Agreement of Heaven and Hell, Fun with Teeth, Baby Pictures of Famous Dictators, o cinco versiones de Infinite Jest.

He aquí una de sus películas, concebida y descrita a la Borges (tal que quizá no haga falta filmarla). Es cinematografía conceptual en su versión más pura, precioso ejemplo de desconstrucción cultural del discurso artístico, y exploración simultánea de los límites de la reflexividad en arte, guasa sin límites.... Bueno, a mí me gusta, y creo que acudiré a cualquier cine que la proyecte, si alguien proyecta filmarla de hecho, por redundante que sea el hacerlo. No es difícil de hacer—en su simplicidad está su elegancia, diga lo que diga el director. Do not trust the teller, trust the tale. Traduzco:


La película de Incandeza más odiada, una de longitud variable titulada The Joke, tuvo una distribución en salas muy breve, y únicamente en los últimos restos dispersos de los cineclubs públicos de arte y ensayo previos a InterLazo [una especie de Internet/TV retrofuturista], en sitios intelectualoides como Cambridge (Massachusetts) o Berkeley (California). Y en InterLazo nunca se plantearon incluirla en versión Pulse y Encargue, por razones obvias. Se requería que en las marquesinas y posters y anuncios de esta cosa se dijese algo del tipo "THE JOKE: Se recomienda encarecidamente que NO afloje Vd. dinero para ver esta película, cosa que los habituales de las filmotecas naturalmente pensaban que era una broma anti-anuncio inteligentemente irónica, y así pues aflojaban y compraban entraditas de papel y entraban haciendo cola con sus jerseys y pantalones de tweed y dirdnls, y acumulaban cafés en la barra y se sentaban y hacían esos pequeños ajustes prepeliculeros de piernas y posturas, y miraban a su alrededor con esa expresión intensa y ausente, y se imaginaban que las cámaras Bolex H32 de triple lente—una manejada por un tipo mayor alto y encorvado, y otra complejamente instalada en la cabeza enorme de un chico que se vencía hacia adelante de una manera muy rara, y que tenía lo que parecía un espolón de acero saliéndole del tórax—las grandes cámaras que estaban abajo al lado de las señales iluminadas de SALIDA a cada lado de la pantalla, se imaginaban los espectadores, estaban allí para filmar algún anuncio, o un anti-anuncio, o un documental metafílmico entre bambalinas, o algo. Eso hasta que bajaban las luces y arrancaba la película y lo que aparecía en la gran pantalla pública era sólo una toma en gran angular binocular de este mismo público de la filmoteca entrando en fila con sus cafés y buscando butacas y sentándose y mirando a su alrededor y aposentándose y diciendo cosillas prepeliculeras propias de entendidos a sus ligues de gafas de culo de vaso, sobre lo que probablemente significaban el anuncio de No-Pagues-Para-Ver-Esto y las cámaras Bolex, desde un punto de vista artístico, e instalándose mientras bajaban las luces y volviéndose a la pantalla (es decir, a lo que ahora resultaba ser ellos mismos) con las sonrisitas entendidas de expectación propias de las clases intelectuales, sonrisas que según revelaban ahora las cámaras y la proyección de la pantalla, empezaban a caer poco a poco de los rostros del público a medida que el público veía filas y filas de sí mismo mirándose fijamente con expresiones faciales menos y menos expectantes y más y más inexpresivas y luego de extrañeza y luego al fin de estar hasta los huevos. La duración total de The Joke equivalía exactamente al tiempo en el que todavía quedaba algún espectador de piernas cruzadas en la sala mirando su propia imagen proyectada mirándole con la expresión especial que tiene un espectador disgustado y estafado, cosa que terminaba siendo más de veinte minutos o así únicamente cuando había críticos o académicos de cine en las butacas, que se estudiaban a sí mismos estudiándose a sí mismos tomando notas con fascinación infinita  y se iban por fin sólo cuando el café finalmente los impelía a los baños, instante en el cual "Himself" y Mario tenían que recoger las cámaras y fundas de lentes y coaxiales a velocidad desesperada y correr o trotar torpemente como demonios para coger el próximo vuelo nacional de Cambridge a Berkeley o de Berkeley a Cambridge, ya que obviamente tenían que estar allí todo listos y Bolexados para cada proyección en cada lugar. Mario decía que Lyle había dicho que  Incandenza había confesado que le había encantado el hecho de que The Joke fuese tan públicamente estática y simplista y estúpida, y que los raros críticos que defendían la película con largas disquisiciones complejas al efecto de que la estasis simplista era precisamente la tesis estética de la película estaban como de costumbre equivocados de medio a medio. (...)






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