Ojala fuera cierto
Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa
Es dudoso que valga la pena ponerse a escribir ninguna reseña de una
película taquillera, cuando en la Internet Movie Database ya te ofrecen
una colección entera de reseñas más amplia de las que te dan ganas de
leerte—aunque siempre es entretenido cotejarlas, y de hecho también
escribir otra. Te ofrecen además ya toda una página expresa para la
intertextualidad de la película, bueno, lo que llaman las "movie
connections" (aquí están las de Just Like Heaven),
con lo cual el analista no sabe si agradecer el trabajo que se le
evita, o si desesperarse y renunciar al ejercicio del análisis. Queda el
consuelo de que cada crítica—supuestamente—nos ofrece un punto de vista
personal e intransferible. Como por ejemplo el de ver esta película
sobre fallecidos que vuelven a la vida justo después de tener una
pérdida en la familia, supongo... aunque en eso no voy a entrar. Las
escenas de hospital se ven de otra manera, apunto.
Ghost
es aquí la referencia ineludible, siendo ésta una comedia romántica con
aderezos para viudos y corazones magullados en la que hay una historia
de amor entre una fantasma (Reese Witherspoon) y un hombre joven (Mark
Ruffalo) que lleva luto interno por su esposa, que murió repentinamente
de un derrame cerebral. Aunque en realidad es una película más bien como
de Meg Ryan—Kate& Leopold también viene a la mente, o Sleepless in Seattle.
Bien, pues el fantasma Witherspoon no es de una muerta sino de una
médico que está en coma y con animación asistida en el mismo hospital en
el que trabajaba. Era una chica que desconocía el amor y vivía para su
carrera. Y resulta que el día en que la promocionan, y en que su hermana
le iba a concertar una cita a ciegas... plas, accidente y punto. Y
coma. Está bien llevado el giro del guión por el cual descubrimos que
esa pareja que estaba predestinada a conocerse se conocen al fin, pues
el psicoanalista/amigo del viudo era quien le concertaba la cita con la
médica a través de su hermana, antigua novia suya. Este giro es un
ejemplo de tratamiento del argumento que ayuda a crear trabazón y dar
una impresión de inevitabilidad a las casualidades y fantasías de la
película—que está bien llevada, como digo.
Alquila Ruffalo la casa de Witherspoon, con intención de llevar una vida de couch potato,
y allí se conocen en escenas divertidas: ella convencida de que él es
un intruso, y negándose a creer que ella misma sea un fantasma amnésico.
Hasta que al final no sólo descubren que se gustan, sino que descubren
el cuerpo aún vivo de ella en el hospital, y la salvan de ser
desconectada por su hermana bien intencionada y por un médico trepa,
rival de la comatosa. Naturalmente vuelven a la vida, y aunque vuelve
amnésica otra vez, acaba recuperando la memoria y todo acaba felizmente.
Están muy bien llevadas las escenas de desencuentros, en las que cada
una de los interlocutores copresentes está en una situación
comunicativa distinta. Por ejemplo, sabemos que Ruffalo no es un intruso
en el piso de la fantasma, pero se nos hacen ver sus respuestas
(sorprendidas ante la situación) a través de la percepción aparentemente
más racional de ella, con efectos hilarantes. Esto sucede también en
escenas tipo "fantasma de Banquo" o tipo Ariel invisible en La Tempestad
(Shakespeare innovó mucho en estas convenciones escénicas de realidades
superpuestas). En estas escenas, Ruffalo interactúa a la vez con el
fantasma Witherspoon, a quien es el único en ver, y con otros allí
presentes que se pasman de sus incoherencias y sus acciones
extravagantes.
Por cierto que cada vez nos vemos más en
situaciones parecidas, con la gente que con teléfono móvil (o peor aún,
sin él, al menos visible) va hablando con un tercero por las ondas y nos
interrumpen la interacción y las reuniones con presencias fantasmales, y
no sabemos si nos hablan a nosotros o a quién, o si están del bolo o
tienen buena tecnología.
Aparte, la película explota hasta
la desvergüenza las convenciones de la distorsión retrospectiva: las
parejas que rememoran su encuentro siempre leen en el pasado que les
llevó a juntarse una especie de oscuras pistas o ironías del destino—y
una película romántica se basa en reforzar ese tipo de lectura
retrospectiva con un argumento ya diseñado para inspirarla y reforzarla,
y reforzar así nuestras supersticiones y rituales narrativos.
Tampoco se priva el guionista de hacer un uso indebido de la fantasía
fantasmal para atacar a la eutanasia—entre eso y la imposibilidad de
hacer el amor con una fantasma (que ni siquiera tiene la ocurrencia de
desnudarse para el chico, a falta de pan) queda una película bastante
neocón o neopacata. Aquí la paciente en coma aparente está bien viva en
tanto que alma, o fantasma, movimiento tramposillo donde los haya, y se
nos muestra además al médico partidario de la eutanasia como un
interesado en quitar de enmedio concurrencia para favorecer su propia
promoción. Y la hermana que daba su autorización era bien intencionada,
pero estaba equivocada. En fin, que toda película de fantasmas parte de
este axioma, la existencia de almas incorpóreas capaces de interactuar y
comunicarse al margen del cuerpo, y de una providencia benevolente que
organiza los encuentros y desencuentros a la manera de un guionista de
Hollywood. No sé si decir que ójala fuera cierto—pero en todo caso no lo
es.
Y resurrecciones, pocas. En todo caso se suelen dar las
emocionales—y es ésa naturalmente la lectura más favorable de la
película, una alegoría o patrón narrativo de las ceremonias de
superación del luto.
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Just Like Heaven.
Dir. Mark Waters. Written by Peter Tolan and Leslie Dixon. Cast: Reese
Witherspoon and Mark Ruffalo. Dreamworks / Parkes/Macdonald, 2006.
Spanish DVD: Ojalá fuera cierto. Dreamworks, 2006.
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